Venid a Cristo y perfeccionaos en Él…
Por Lehi Vega
Y ahora bien, ¡oh mi hijo Helamán!, he aquí, estás en tu juventud, y te suplico, por tanto, que escuches mis palabras y aprendas de mí; porque sé que quienes pongan su confianza en Dios serán sostenidos en sustribulaciones, y sus dificultades y aflicciones, y seránenaltecidos en el postrer día (Alma 36:3)
Estas son las palabras que describe el Libro de Mormón 73 años a.C un profeta llamado Alma quién citó a su hijo Helamán. En esas palabras, como en toda escritura, le pide ciertas cosas pero también le promete ciertas bendiciones y es algo que he aprendido, en cada escritura se pide un sacrificio y también se prometen bendiciones.
A Helamán se le pidió en su juventud que: escuchara, aprendiera, tuviera confianza, y las promesas que se le dieron fueron que el sería sostenido en tribulaciones, en dificultades, aflicciones y que en el postrer día le iría bien.
Recuerdo mi experiencia como hombre joven y la época de rebeldía por la que cada joven suele pasar, ahora veo esas experiencias como una fuente de apoyo y experiencia, un recuerdo que me viene rápidamente es el suelo debajo de mi cama, solía meterme debajo de ella para simular con mis padres haber ido a seminario cada una de esas experiencia las podría definir en una frase ,tal como “ir a seminario” y así cada uno de nosotros seguramente tendrá experiencias que nos han fortalecido y que podríamos definir en una frase como el Elder Kenneth Johnson el cual definió una experiencia que le ocurrió en una frase:
“El paseo en motocicleta”
“Sé que esta vida es la época en que el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios, pero nunca pensé que tan pronto iba a estar tan cerca.
Al meditar acerca de este nuevo llamamiento, no puedo menos que pensar en mis amigos, los hombres jóvenes de la Iglesia. Me acuerdo de que hace unos pocos años, cuando yo tenía dieciséis y era aprendiz en una imprenta, uno de mis compañeros, otro aprendiz, estaba fascinado con las motocicletas. En aquella época sólo había motocicletas británicas, y tenía una con un motor muy poderoso.
Un soleado día de verano me dijo:
-¿Te gustaría ir a dar una vuelta conmigo en la moto?-lo que me pareció una buena idea.
En aquel entonces no se usaba ropa especial para protegerse del frío, así que, usando vestimenta muy liviana, pase a ser el pasajero de su motocicleta. Mi amigo recorrió las calles serpenteantes de Norwich [Inglaterra], hasta que llegamos a una calle recta y larga. Inclinándose hacia atrás me preguntó:
-¿Has ido alguna vez a más de ciento cincuenta kilómetros por hora?
-¡No!-le conteste.
-Bueno, pues ¡apróntate!-me dijo.
-¡No! ¡No es necesario!-exclamé.
Pero comenzó a acelerar la motocicleta y la maquina avanzó rugiente. Cuando pasamos los ciento cincuenta kilómetros por hora, sentí que el viento me golpeaba con fuerza en la cara y me agitaba violentamente la ropa. Ese día tome la determinación de que nunca mas dejaría que nadie ejerciera control sobre mí.
Jóvenes, aseguraos de que todas las invitaciones que extendáis y que recibáis sean invitaciones para venir a Cristo.”
(“El paseo en motocicleta”. Elder Kenneth Johnson, Conferencia General de Abril de 1990).
Esta última frase me hizo recordar el lema de la mutual de este año “Venid a Cristo y perfeccionaos en Él y absteneos de toda impiedad” (Moroni 10:32).
Jóvenes y hermanos que toda invitación sea a venir a Cristo.
Una invitación a no ir a la iglesia, a tomar alcohol, no ir a la misión, no son invitaciones a venir a Cristo debemos considerar solo cada invitación que sea a venir a Cristo ya que como testifico Amulek en el Libro de Mormón:
Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debeprepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra. (Alma 34:32)
Como miembro de la iglesia tengo la oportunidad de trabajar con los hombres jóvenes y de aprender de cada uno de ellos, de poder fortalecer mi testimonio a través de experiencias y sé que esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer antes Dios, es cuando debe ejecutar toda Su obra, agradezco a mi padres y a cada uno de nuestros líderes que en algún momento me han invitado a venir a Cristo.