¿Es posible que José Smith hubiera memorizado o estuviera leyendo un manuscrito secreto para escribir El Libro de Mormón años atrás? Esta es una suposición de la que algunas veces se habla. Así que abordemos este tema en el nuevo episodio de Fe y Creencias.
No hay evidencia que sugiera que José tenía algún tipo de manuscrito secreto redactado con anterioridad que haya estado a su disposición mientras dictaba la traducción del Libro de Mormón.
De hecho, quienes conocían el proceso afirmaron que él no contaba con ningún material de referencia. Un artículo de 1881 del Chicago Times informó:
“El Sr. [David] Whitmer afirma enfáticamente, al igual que [Martin] Harris y [Oliver] Cowdery, que mientras Smith dictaba la traducción, él no tenía notas manuscritas u otros medios de conocimiento salvo la piedra vidente…”
Cabe resaltar que la piedra del vidente fue la herramienta reveladora mediante la cual Dios permitió que José tradujera el Libro de Mormón.
También vale la pena señalar que no hay evidencia que sugiera que José haya tenido una memoria fotográfica.
David Whitmer, uno de sus escribas, detalló el proceso de traducción de la siguiente manera:
“José Smith colocaba la piedra del vidente en un sombrero y acercaba su rostro alrededor del sombrero para apartarlo de la luz; en la oscuridad la luz espiritual brillaba.”
Por extraño que parezca, esto es relevante para nuestra pregunta porque tener el rostro dentro de un sombrero oscuro seguramente haría que fuera difícil leer cualquier tipo de notas o manuscrito.
La esposa de José, Emma, dijo en una entrevista posterior:
“Yo escribía con frecuencia día tras día, a menudo sentada en la mesa, cerca de él. [José] se sentaba con el rostro oculto en el sombrero, con la piedra en su interior, y dictando, hora tras hora, sin nada entre nosotros dos…
No tenía ningún manuscrito ni libro del que pudiera leer… si él hubiera tenido algo parecido no hubiera podido ocultármelo… y cuando retomábamos la labor tras las comidas o tras una interrupción, inmediatamente comenzaba donde lo había dejado, sin siquiera ver el manuscrito ni hacer que se le leyese parte alguna de este. Así es como lo hacía usualmente.
Habría sido improbable que un hombre instruido pudiera hacer eso; y para alguien con tan poco conocimiento y sin instrucción formal como era él, era básicamente imposible”. -El último testimonio de Emma, Saint’s Herald, 1 de octubre de 1978.
Si es que José hubiera tenido un manuscrito aparte, él hubiera tenido que engañar no solo a sus escribas. También vale la pena señalar que no hay evidencia que sugiera que José haya tenido una memoria fotográfica.
Y como una nota adicional, memorizar, incluso por párrafos, un libro de 531 páginas (en inglés) para luego recitarlos a la perfección a un escriba sería algo extremadamente difícil, lento e innecesariamente arriesgado.
Si José se hubiera tomado la molestia de escribir un manuscrito completo, él simplemente podría haber dicho: “¡Miren! Aquí está. Miren lo que Dios me inspiró a escribir”. Pero tampoco fue así.
En última instancia, si su plan hubiera sido memorizar todo para que las personas piensen que era un profeta, entonces no habría sido necesario que escribiera 531 páginas. Podría haber escrito hasta 2 Nefi y con eso bastaba. Pero no, en lugar de eso, tradujo este maravilloso, complejo y detallado compendio de escrituras llamado El Libro de Mormón.