“¡Acaben con la esclavitud!”: Los aportes de José Smith a la democracia estadounidense

José Smith

La campaña presidencial abolicionista de José Smith brinda a los Santos de los Últimos Días un significativo legado que promueve las libertades democráticas de todas las personas, incluidas las minorías raciales y religiosas, dijo el élder Renlund, apóstol de la Iglesia y miembro de la facultad de derecho de BYU.

José Smith fue el primer candidato presidencial en la historia de los Estados Unidos en ser asesinado, y su muerte “demostró el punto de vista de su campaña, que los derechos de las personas a practicar la religión que quisieran habían sido completamente ignorados y aquello le costó la vida”, expresó la hermana Ruth Lybbert Renlund.

El élder Dale G. Renlund, del Quórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y su esposa Ruth discursaron en el Informe Anual sobre Libertad Religiosa en el Centro Internacional de Estudios de Derecho y Religión de la facultad de derecho de BYU.

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Los Renlund dijeron que José Smith, el profeta y fundador de la Iglesia, fue un defensor de los derechos religiosos y los principios democráticos que se adelantó a su tiempo e hizo importantes contribuciones a la democracia de los Estados Unidos.

Algunas de las posturas que tomó durante su campaña presidencial en 1844, como la abolición de la esclavitud, la reforma económica y la reforma de la justicia penal, surgieron muchos años después a causa de la Guerra Civil, la acción del Congreso, la decisión de la Corte Suprema y la enmienda constitucional.

El élder y la hermana Renlund señalaron que José Smith vivió en una época en donde las mujeres y las personas de color no podían votar y donde las turbas aterrorizaban a los votantes procedentes de las minorías religiosas.

El proceso democrático

El élder Renlund expresó:

“José apoyó la participación de aquellos que podrían votar en contra de lo que él hubiera querido en el proceso democrático.

Él adoptó una posición de principios [que] cualquier persona que califique, según la ley, a participar debe ser alentada a hacerlo, especialmente las minorías, ya sean religiosas o de otro tipo”.

La hermana Renlund dijo que la fundación y el desarrollo en los primeros años de los Estados Unidos “son inspiradores y la mismo tiempo exasperantes” debido a que la promesa de los nobles ideales de la Constitución se vio socavada por omisiones y acuerdos mutuos en su redacción.

“Las libertades prometidas a todos no estaban disponibles para todos. Las libertades declaradas para todos no se hicieron cumplir para todos. Y la seguridad prometida a todos no fue ejercida para todos”.

José Smith y los Santos de los Últimos Días fueron víctimas de esas omisiones.

José Smith

El profeta se rebeló ante la idea de ingresar a la política, pero su campaña fue parte de su esfuerzo por buscar soluciones legales para proteger a la Iglesia y a sus miembros después de que los líderes gubernamentales le dijeran que no intervendrían cuando los gobiernos estatales y el populacho actuaban en contra de los Santos de los Últimos Días, con violencia y amenazas de violencia.

El élder Renlund compartió:

“Su interés en la libertad religiosa no era teórico, fue una experiencia vivida de manera constante. Los cielos lo habían dirigido a restaurar la Iglesia de Cristo.

Sin el derecho a ejercer libremente su religión, a congregarse pacíficamente y a solicitar reparación al gobierno, los miembros de la Iglesia no podían congregarse físicamente y establecerse en un lugar geográfico de su elección debido a las repetidas evacuaciones forzadas”.

racismo

Él creía que el gobierno federal debía garantizar y proteger los derechos constitucionales de la libertad de religión y la libertad universal de todos, incluidos los grupos minoritarios, dijo la hermana Renlund.

Seis años atrás, José había llevado a los Santos de los Últimos Días de Misuri a Illinois después de que el gobernador de Misuri, Lilburn Boggs, emitiera un decreto ejecutivo para que los Santos de los Últimos Días “fueran exterminados o expulsados ​​del estado”.

Aquel gobernador propuso reformas constitucionales en su plataforma presidencial que bajo el sistema federal de ese momento le permitía, como gobernador, “ser parte de la turba y, en lugar de ser castigado, como debería ser por asesinato y traición, le [era] posible acabar con las mismas vidas, derechos y propiedad que [debía] proteger”.

“La propuesta de José eliminaría cualquier barrera real o percibida que impidiera hacer cumplir los derechos de las minorías que fueron amenazados por turbas, milicias estatales o funcionarios del gobierno”, dijo la hermana Renlund.

Las reformas

Los Renlund detallaron tres reformas específicas dentro del plan de José Smith: la abolición de la esclavitud, la reforma económica por medio del establecimiento de un banco nacional, que sucedió 20 años después; una reforma del sistema de justicia penal que reduciría los encarcelamientos, involucraría a los presos en proyectos de obras públicas y les proporcionaría educación.

Su folleto de campaña decía lo siguiente:

“Rompan los grilletes del pobre hombre negro y contrátenlo para que trabaje como cualquier otro ser humano… ¡Restablezcan la libertad! ¡Acaben con la esclavitud!” 

La hermana Renlund expresó que para José la esclavitud era mucho más que un tema político, se trataba de hacer lo correcto.

“Él entendió de la doctrina restaurada que todo el género humano son hijos espirituales de Dios. Creía en la dignidad y la igualdad de derechos de toda la humanidad, y estaba de acuerdo con ellos debido a que los derechos de las personas habían sido pisoteados, al igual que los suyos”.

bendición patriarcal de josé smith

Las posturas de José eran inusuales y estaban arraigadas en sus creencias en la libertad religiosa. La hermana Renlund compartió que José veía los derechos democráticos a través del lente de la libertad religiosa. 

“No era que los derechos democráticos emanaran de la libertad religiosa, sino que la abrogación de la libertad religiosa era un indicador de un gobierno antidemocrático”.

José Smith también abogó por esos derechos para todas las personas. El profeta pensaba que no solo se debían proteger los derechos de los Santos de los Últimos Días, sino que esta protección debía extenderse a todos.

Se reunió con el presidente de los Estados Unidos, Martin Van Buren, y con otros políticos en Washington, D.C., para reiterar su posición de que la Constitución requería acciones que garantizaran la libertad religiosa. La hermana Renlund dijo:

“Hizo lo que se nos anima a hacer hoy en día para proteger nuestros derechos democráticos: participando en el proceso [electoral], escribiendo a los líderes electos, postulándose para cargos públicos y discursando, entre otras cosas.

Nuestra historia como nación demuestra que, a menos que los ciudadanos exijan que el gobierno proteja los derechos democráticos, estos derechos pueden ser ignorados o aplicados de manera desigual, especialmente para las minorías”.

José Smith

Las turbas acosaron a José durante toda su campaña presidencial, dijo el élder Renlund. En junio de 1844, seis meses después de su campaña, mientras estaba bajo la protección del gobierno estatal, una turba finalmente le quitó la vida.

James K. Polk, propietario de esclavos, derrotó a Henry Clay para ganar las elecciones de 1844.

“La candidatura de José a la presidencia estadounidense y su posterior muerte resaltan la necesidad de una protección vigorosa de los derechos democráticos en la nación”.

Fuente: deseret.com

| Historia de la Iglesia

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