La Restauración: Una historia sobre vencer la adversidad
Una gripe muy contagiosa sin vacuna a la vista, misioneros que regresan a casa, templos cerrados, cambios a la Conferencia General, miembros a los que se les pide practicar distanciamiento social y un edicto del gobierno que solicita a la Iglesia cancelar todas sus reuniones.
¿Se te hace familiar?
No, no estábamos hablando del COVID-19 sino de la gripe española de 1918.
“Piensas en la gripe española y en cómo afectó a la Iglesia en ese tiempo y te das cuenta de que es la analogía más cercana a la situación actual que estamos viviendo”, dijo Richard Turley, ex historiador asistente de la Iglesia.
Muchos soldados Santos de los Últimos Días y misioneros murieron debido a la gripe española.
Turley y otros historiadores dicen que la historia de la Iglesia muestra eventos similares a la pandemia del COVID-19: Desde la reunión memorable en el Templo de Salt Lake en 1957, cuando la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles decidieron cancelar la Conferencia General debido a la pandemia de una gripe hasta el cierre de los templos para detener un brote.
Líderes con experiencia
También te puede interesar: 18 formas en que la Iglesia está preparada para la pandemia del COVID-19
Los líderes de la Iglesia están tomando decisiones informadas basadas en la experiencia.
Muchos de ellos nacieron durante la Gran Depresión y vivieron la Segunda Guerra Mundial, la gripe de 1957 y más. Asimismo, tienen experiencia liderando una iglesia mundial con congregaciones que enfrentan constantemente interrupciones por la violencia, el hambre y las enfermedades.
Los historiadores argumentan que el Bicentenario de la Primera Visión conmemora la Restauración de la Iglesia de Cristo, la cual es una historia sobre vencer las adversidades e interrupciones.
Una historia de interrupciones
“La Iglesia experimentó interrupciones casi desde el principio”, dijo Turley. Así recordamos las persecuciones que hicieron que los pioneros dejaran Nueva York y se dirigieran a Ohio y Misuri, después a Illinois, donde una muchedumbre asesinó al primer profeta y presidente de la Iglesia, y Utah.
Las interrupciones no acabaron ahí. Durante la Guerra de Utah, cuando un tercio del ejército de los Estados Unidos ocupó ese estado (1957 – 1958), la Iglesia canceló todas las reuniones de barrio y prohibió los servicios sacramentales. Además, los misioneros fueron regresados a casa.
El segundo presidente de la Iglesia, Brigham Young, fue arrestado cuando el gobierno federal nuevamente intentó interrumpir el liderazgo de los Santos de los Últimos Días en la década de 1870, y el tercer presidente de la Iglesia, John Taylor, murió en el exilio, dijo Turley.
Esos eventos parecen distantes, pero la gripe española no. El Presidente de la Iglesia, Russell M. Nelson, tiene 95 años y creció escuchando historias sobre esa pandemia. Después, vivió la Gran Depresión, sirvió en el cuerpo médico del ejército durante la Guerra de Corea y experimentó la cancelación de la Conferencia General durante la pandemia de 1957.
Russell Ballard, el presidente interino del Quórum de los Doce Apóstoles, que vivió en la época del ataque a Pearl Harbor, dijo: “Desde el principio de la historia hubo circunstancias similares a esta. De alguna manera, las personas sobrevivieron a estos eventos y también será así ahora”.
Liderazgo mundial
Turley dijo que la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles tienen experiencias únicas de liderazgo con la agitación mundial.
“Hubo algunos momentos en la historia del mundo durante el último par de cien años desde la Primera Visión en los que al menos hubo algún tipo de guerra. Tenemos cierta visión sobre lo que es la guerra y la paz. Pero, ahora, que somos una organización global, tenemos miembros de la Iglesia, en alguna parte del mundo, cuyas vidas casi constantemente se ven interrumpidas por el hambre, las enfermedades y la violencia de algún tipo”.
Por ejemplo, la Iglesia retiró a todos sus misioneros de Liberia el mes pasado debido a las precarias condiciones económicas, informó el portavoz de la Iglesia, Daniel Woodruff.
Cuando surgen estos problemas, las presidencias de área de la Iglesia informan directamente al Cuórum de los Doce.
Turley y el Élder Marlin K. Jensen, el antiguo historiador y registrador de la Iglesia, y Setenta Autoridad General Emérita, dijeron que los líderes han abordado la pandemia del COVID-19 ágil y sistemáticamente.
“No han entrado en pánico ni han ignorado el problema”, dijo Turley.
Cambios en la obra misional
Nuestros líderes supervisan los cambios drásticos en curso de decenas de miles de misioneros que están siendo regresados a sus países de origen durante las últimas semanas debido al COVID-19. Este es un evento que ha afectado a casi cada una de las 31 000 congregaciones de la Iglesia.
La gripe española también creó inmensos desafíos. Los primeros signos del brote en Utah surgió en octubre de 1918, pero la Conferencia General se llevó a cabo sin preocupación. Durante la primera sesión, el Presidente Joseph F. Smith anunció la visión de la redención de los muertos.
El mensaje fue oportuno. En 1918, 1054 miembros de la iglesia murieron debido a la gripe española, 862 murieron de neumonía y 383 murieron en el servicio militar según Millenial Star.
Medidas familiares
El 10 de octubre de 1918, durante la pandemia de la gripe española, el director de salud de Utah, TB Beatty, tomó medidas similares a las que se han establecido para enfrentar el COVID-19.
Se prohibió las reuniones públicas, se cerró iglesias, cines y escuelas. Aun así, a principios de noviembre, el estado tuvo más de 1500 casos de gripe española y 117 personas murieron.
En la actualidad, la Junta de Salud de Utah ha instado a los ciudadanos a evitar el transporte público, los lugares concurridos y que no compartan toallas. Asimismo, se ha aconsejado que se laven las manos con frecuencia, descansen y se queden en casa a la primera señal de la enfermedad.
Por otro lado, los servicios fúnebres eran limitados. Por ejemplo, en noviembre de 1918, solo algunos familiares cercanos asistieron al funeral del Presidente Smith, que no murió por la gripe española sino por causas naturales debido a la edad.
Muertes de misioneros
La gripe española incluso acabó con la vida de algunos misioneros. La Iglesia regresó a casa a la mayoría de misioneros extranjeros desde el inicio de la Primera Guerra Mundial, mientras que otros siguieron sirviendo en los Estados Unidos y las islas del Pacífico.
El Élder Walter Anderson de 21 años murió a finales de octubre de 1918 en Milwaukee, Wisconsin, según la edición de enero de 1919 de la revista Improvement Era.
Esa edición también incluyó la lista de otros 4 misioneros que murieron: El Élder Taylor Giles, 20, murió en St. Paul, Minnesota. La hermana Margery Stevens, 21, murió en Denver, Colorado. El Élder John Huskinson, 22, murió en Dunham, Kentucky, y el Élder Henry Rogers, 18, murió in Nueva Zelanda.
Aquellos que permanecieron en el campo misional a menudo sirvieron como trabajadores de la salud durante la pandemia.
Solo en Utah al menos 2915 personas murieron. Sin embargo, la gripe española provocó que un tercio de la población mundial se infectara y que 50 millones de personas murieran.
En 1919, la Iglesia pospuso su Conferencia General de abril para junio y se sostuvo a Heber J. Grant como el nuevo líder de la Iglesia debido a la muerte del Presidente Smith, informó Jed Woodworth del Departamento de Historia de la Iglesia.
Interrupción de la Conferencia General
Las Conferencias Generales semestrales comenzaron en junio de 1830 con la asistencia de 27 miembros, en ese entonces nuestra Iglesia tenía 2 meses de antigüedad.
Gran parte de las Conferencias Generales durante la Segunda Guerra Mundial se limitó a los líderes. En 1942, una sesión se llevó a cabo en la sala de asambleas del Templo de Salt Lake, con un aforo de 1700 personas, según el portavoz Sam Penrod.
En octubre de 1945, la Iglesia celebró su primera conferencia sin restricciones desde que comenzó la guerra. En la asamblea solemne se sostuvo al nuevo presidente de la Iglesia, George Albert Smith.
Una reunión especial en el templo
En 1957, otra epidemia de gripe amenazó la Iglesia, esta vez la gripe asiática.
El 26 de setiembre de 1957, en el Templo de Salt Lake, la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles tuvieron una reunión en la que se discutió si se realizaría la Conferencia General el siguiente fin de semana. El Presidente David O. McKay declaró:
“Si contribuimos de alguna manera a la propagación de la gripe y se pierde una vida, la Conferencia General no valdría la pena. Podemos realizar la Conferencia cuando ya no haya gripe”.
Incluso los líderes de la Iglesia tuvieron una reunión con el principal funcionario de la salud de Utah para consultar cuáles serían las consecuencias de realizar la Conferencia General.
El funcionario dijo que la pandemia de la gripe asiática había llegado a Utah y se había propagado debido a las reuniones masivas y que la cancelación de la Conferencia General ayudaría a disminuir la propagación de la enfermedad.
Los líderes de la Iglesia votaron por unanimidad para que la conferencia se cancelara por completo. La Primera Presidencia emitió el anuncio “con profundo pesar”.
Calmar las tormentas
El Élder Jensen, Turley y otros miembros de la Iglesia de todo el mundo, que publican sus sentimientos en las redes sociales dicen que han puesto su fe en los líderes que consideran profetas que guían la Iglesia a lo largo de la pandemia.
“Cuando tienes a alguien como el Presidente Nelson, que ha sobresalido en toda etapa de su vida, que ha viajado por el mundo, que habla varios idiomas, que tiene experiencia en su profesión, en el liderazgo de la Iglesia, en el liderazgo de la comunidad, que ha formado una familia excepcional, es una enorme bendición tenerlo como profeta y revelador. ¡Qué afortunados somos de poder poner nuestra confianza y fe en alguien como él!”, dijo Jensen.
El Élder Jensen puede darse cuenta de las decisiones que tomaron nuestros líderes, como la ministración, el enfoque en el aprendizaje centrado en el hogar y apoyado por la Iglesia y el manual “Ven, sígueme” que nos han preparado para interrupciones como el COVID-19.
“Creo que cuando echamos un vistazo al pasado, veremos que estos hilos se entrelazarán y nos darán una sensación de que estamos posicionados excepcionalmente como Iglesia para calmar esta tormenta”, dijo el Élder Jensen.
Fuente: Deseret News