El 20 de noviembre de 2020, el profeta y presidente de La Iglesia de Jesucristo De los Santos de los Últimos Días, Russell M. Nelson, compartió un poderoso mensaje para combatir los males que nos aquejan a causa de las circunstancias que enfrentamos en la actualidad.
Aquí te compartimos el mensaje completo del presidente Nelson sobre el “poder sanador de la gratitud”, el remedio perdurable y eficaz del profeta del Señor.
Como médico, conozco el valor de una buena terapia. Por ello, mis queridos amigos, permítanme recetar dos actividades para ayudarnos a experimentar el poder sanador de la gratitud.
En mis 96 años de vida he sido testigo de una gran depresión, una guerra mundial, el surgimiento del terrorismo, el hambre y la pobreza en todo el mundo. También he visto el advenimiento de los viajes espaciales, el internet, abundantes avances médicos y un sinfín de descubrimientos que me regocijan.
Antes de mi ministerio, fui cirujano cardiovascular y torácico, y pasé muchas obras en salas de operaciones. Como cirujano residente, integré el equipo de investigación que desarrolló la primera máquina de baipás cardiovascular para operaciones a corazón abierto en humanos.
Después, tuve el privilegio de ayudar a salvar la vida de cientos de pacientes; y tristemente vi a otros morir a pesar de mis mayores esfuerzos.
Como hombre de ciencia y como hombre de fe, la pandemia mundial actual ha sido motivo de Gran preocupación para mí.
Como hombre de ciencia, reconozco la necesidad crucial de prevenir la propagación del virus. También honro el dedicado servicio de los profesionales de la salud y me lleno de pesar por aquellos que se han visto tan dramáticamente afectados por el covid-19.
Pero, como hombre de fe, veo la pandemia actual sólo como uno de los tantos males que aquejan al mundo, entre ellos: el odio, la agitación civil, el racismo, la violencia, la deshonestidad y la falta de respeto.
Científicos e investigadores calificados trabajan con diligencia para desarrollar y distribuir una vacuna contra el coronavirus, pero no hay medicamento ni operación que pueda remediar las muchas aflicciones y enfermedades espirituales que afrontamos.
Sin embargo, existe un remedio, algo que podría parecer un tanto extraño, pues se opone a nuestra intuición natural. No obstante, sus efectos han sido validados por científicos así como por hombres y mujeres de fe.
Me refiero al poder sanador de la gratitud.
El libro de Salmos está lleno de exhortaciones a expresar gratitud. Estas son sólo tres de ellas:
“Bueno estar gracias a Jehová”.- Salmos 92:1
“Alabad a Jehová, porque él es bueno”.- Salmos 136:1
“Lleguemos ante su presencia con alabanza”.-Salmos 95:2
Jesucristo expresaba gratitud con frecuencia. Antes de levantar a Lázaro de entre los muertos, antes de multiplicar milagrosamente los panes y los peces, y antes de pasar la copa Sus discípulos en la última cena, el Salvador oró y dio gracias a Dios.
No es de sorprender que el apóstol Pablo luego declarará: “Dad gracias en todo” (1 Tes 5:18).
En mis nueve décadas y media de vida he llegado a la conclusión de que es mucho mejor contar nuestras bendiciones que dar cuenta de nuestros problemas.
Sea cual fuere nuestra situación, el mostrar gratitud por nuestros privilegios es una receta espiritual de efecto rápido y perdurable.
¿Nos libra la gratitud empezar la tristeza, la congoja y el dolor?
No, pero sí calma nuestros sentimientos, no da una mayor perspectiva del propósito mismo de la vida y de sus bondades.
Hace unos 16 años, mi esposa Dantzel y yo estábamos sentados en nuestra sala, tomados de la mano, viendo televisión cuando de pronto ella se desplomó. A pesar de estar bien capacitado para tratar el problema que le quitó la vida, no pude salvar a mi propia esposa.
Dantzel y yo fuimos bendecidos con 9 hijas y un hijo. Trágicamente he perdido a dos de esas hijas a causa del cáncer. Ningún padre está preparado para perder a un hijo.
Aún así, a pesar de esas y de otras experiencias difíciles, estoy increíble y eternamente agradecido por muchísimas cosas.
Agradezco a Dios los casi 60 años que Dantzel y yo compartimos juntos, por toda una vida de amor, dicha y preciados recuerdos. Y le agradezco por mi esposa a Wendy, a quien conocí tras el fallecimiento de Dantzel, ella colma mi vida de felicidad ahora.
Agradezco a Dios los años que pasé con mis dos hijas fallecidas. Este corazón de padre se enternece al ver cualidades de mis hijas en los preciosos rostros de sus hijos y nietos.
Todos podemos dar gracias por la belleza de la Tierra y la majestuosidad de los cielos, que nos dan una idea de lo vasto de la eternidad.
Podemos dar gracias por el don de la vida, por nuestros admirables cuerpos y nuestras magníficas mentes que nos permiten crecer y aprender.
Podemos dar gracias por el arte, la literatura y la música que nos nutren el alma.
Podemos dar gracias por la oportunidad de arrepentirnos, empezar de nuevo, hacer restitución y forjar carácter.
Podemos dar gracias por nuestras familias, amigos y seres queridos.
Podemos dar gracias por la oportunidad de ayudarnos, valorarnos y servirnos los unos a los otros, lo cual hace la vida tanto más significativa.
Incluso podemos dar gracias por nuestras pruebas, de las que aprendemos cosas que de otro modo no aprenderíamos.
Sobre todo podemos dar gracias a Dios, el Padre de nuestro espíritu, lo cual nos hace a todos hermanos y hermanas una gran familia universal.
Como médico, conozco el valor de una buena terapia. Por ello, mis queridos amigos, permítanme recetar dos actividades para ayudarnos a experimentar el poder sanador de la gratitud.
Primero: Los invito a que durante los próximos 7 días transformen las redes sociales en su diario personal de gratitud.
Publiquen cada día aquello por lo que están agradecidos. Por quienes están agradecidos y porque están agradecidos. Al cabo de los 7 días, observen si se sienten más felices y con más paz. Usen el #GiveThanks, #DaGracias.
Si trabajamos juntos podemos inundar las redes sociales con una ola de gratitud que llegue a los cuatro extremos de la Tierra. Quizás, esto cumplirá, en parte, la promesa que Dios hizo al padre Abraham, de que mediante su descendencia serían benditas todas las familias de la tierra.
Segundo: Unámonos en agradecimiento a Dios mediante la oración diaria.
Jesucristo enseñó a Sus discípulos a orar expresando primero gratitud a Dios para luego pedirle las cosas que necesitemos.
La oración produce milagros.
Es con ese espíritu que ahora quisiera ofrecer una oración por el mundo y por todos los que lo habitan.
Cuando ore, espero que se sientan inspirados a hacer lo mismo, derramando el corazón en gratitud por el sinfín de bendiciones que Dios les ha dado y pidiéndole que nos sane el corazón, qué sane a nuestras familias, a nuestras sociedades y a todo el mundo en general.
Nuestro Padre Celestial, como compañeros de viaje en Tu planeta tierra, humildemente oramos a Ti. Te agradecemos la vida y todo lo que la sostiene. Te agradecemos las bellezas de la tierra, el orden del universo, los planetas, las estrellas y todas las cosas de significado eterno.
Te agradecemos Tus leyes, que nos protegen y guían. Te agradecemos Tu misericordia y cuidado amoroso y atento. Te agradecemos nuestras familias y seres queridos, que llenan nuestra vida de felicidad.
Estamos agradecidos por todos los que luchan por combatir la pandemia del COVID. Por favor, bendícelos con protección e inspiración. ¿Podrías ayudarnos a terminar con este virus que ha afligido a tantos de Tus hijos?
Te agradecemos por los líderes de las naciones y demás personas que se esfuerzan por alentarnos. Rogamos el alivio de los conflictos políticos. ¿Podrías bendecirnos con un espíritu de sanación que nos una a pesar de nuestras diferencias?
¿Podrías además ayudarnos a arrepentirnos del egoísmo, la falta de bondad, el orgullo y los prejuicios de todo tipo, para que nos sirvamos y amemos mejor, los unos a los otros, como hermanos y hermanas, y como Tus hijos agradecidos?
Te amamos, nuestro querido Padre, y rogamos que derrames Tus bendiciones sobre nosotros, en el nombre de Tu Amado Hijo Jesucristo. Amén.
Gracias por escucharme.
Que Dios los bendiga a todos y cada uno de ustedes.