Hay pocas cosas que los Santos de los Últimos Días aman más que una buena película de Disney y es que estos clásicos de toda la familia no solamente nos entretienen, muchas de estas películas están repletas de mensajes poderosos que pueden darnos lecciones increíbles sobre el evangelio.
Aquí hay algunas conexiones que pueden fortalecer lo que ya sabemos sobre Jesucristo y Sus enseñanzas.
La Bella y la Bestia: Vencer al hombre natural
Además de ser una de nuestras películas favoritas de todos los tiempos, esta “fábula ancestral” puede darnos una visión increíble de la expiación, el amor de Cristo y el dominio del hombre natural.
Después de que el príncipe rechazara a una poderosa hechicera disfrazada de mendiga, es convertido en una terrible bestia. En cierto sentido, la transformación del príncipe en una bestia puede simbolizar al hombre o mujer natural dentro de cada uno de nosotros.
El hombre natural, que incluye la tendencia a ser egoísta, orgulloso y egocéntrico, es un aspecto de la naturaleza humana que debemos aprender a superar. Es parte de nuestro estado mortal que puede enterrar nuestras verdaderas identidades como hijos reales de Dios.
Para la bestia, la única forma en que se puede romper la maldición es a través del amor. Lo mismo es cierto para nosotros.
Para que podamos vencer al hombre natural, debemos “[someternos] al influjo del Santo Espíritu” y estar “llenos de amor” (Mosíah 3:19). Como dijo el élder Carl B. Cook en un devocional de BYU:
“Dependemos de Dios y de Jesucristo para ayudarnos a cambiar nuestra naturaleza.”
Sólo a través de la expiación de Jesucristo, el más grande acto de amor, podemos cambiar verdaderamente.
Bella, la heroína de la historia, puede enseñarnos el amor del Salvador. Ella se sacrifica a sí misma para salvar a su padre del cautiverio de la bestia.
Su elección desinteresada de vivir en el castillo brinda la oportunidad de romper la maldición, así como la elección del Salvador de venir a la tierra nos proporciona una forma de vencer el pecado, la muerte y el hombre natural que está dentro de cada uno de nosotros.
El sacrificio y el amor de Bella no sólo liberan a la bestia, sino que finalmente libera a todas las demás personas del castillo: La sra. Potts, Din Don, Lumiere y el pequeño Chip.
El sacrificio del Salvador no sólo proporciona la salvación para ti y para mí, sino que también para cada otro ser humano que vive en la Tierra.
Así como la bestia tiene que aprender a amar a Bella, saber que el Salvador nos ama no es suficiente para que alcancemos nuestro máximo potencial. Debemos aprender a amarlo también.
Cuando realmente amamos al Salvador, tomamos la decisión de seguirlo, nos arrepentimos y guardamos Sus mandamientos.
Al hacer esto, nuestra misma naturaleza cambia. Debido al amor del Salvador dado en Su sacrificio expiatorio, podemos ser transformados en hijos e hijas de Dios, nuestro legado divino.
El Rey León: El arrepentimiento y nuestra identidad divina
El Rey León es un clásico de Disney que enseña un poderoso mensaje acerca de recordar quiénes somos y aprender del pasado.
El joven Simba es engañado y se culpa a sí mismo por la muerte de su padre y luego huye.
Más adelante conoce a algunos nuevos amigos que lo convencen de adoptar una actitud de “Hakuna Matata” en un intento de enterrar sus sentimientos de culpa, con la esperanza de encontrar alivio de su pasado.
Sin embargo, la verdadera sanación sólo se produce cuando Simba recuerda su legado real y sus responsabilidades como líder lo cual lo ayudan a avanzar.
Al igual que Simba, todos cometemos errores que nos producen sentimientos de vergüenza y culpa. Si bien nuestro primer instinto puede ser escondernos o huir de nuestros problemas, la sanación verdadera sólo llega a través de la expiación de Jesucristo.
Al confesar y abandonar nuestros pecados (Doctrina y Convenios 58:43), podemos encontrar el perdón, el alivio y la fortaleza para seguir adelante. Como sabiamente Rafiki lo dijo:
“El pasado puede doler, pero tal como yo lo veo, puedes huir o aprender de él.”
Olvidar nuestra identidad divina puede ser un obstáculo en volvernos a Cristo y alcanzar nuestro potencial como herederos divinos.
Podemos sentirnos indignos de orar o sentir que nuestro Padre Celestial nunca nos amará de nuevo por lo que hemos hecho.
En momentos como este, las conmovedoras palabras de Mufasa a su hijo pueden ser las que todos necesitamos recordar:
“Has olvidado quién eres, y por lo tanto me has olvidado. Mira en tu interior, Simba. Eres más de lo que eres ahora… Eres mi hijo y el único verdadero rey. Recuerda quien eres.”
Al recordar que somos verdaderamente hijos e hijas de Dios y que Él siempre nos amará, podemos encontrar el valor para enfrentar nuestro pasado y experimentar un cambio real a través de la expiación de Jesucristo.
El ensayo sobre Temas del Evangelio “Llegar a ser como Dios” enseña maravillosamente este concepto:
“Cada persona tiene un origen, una naturaleza y un potencial divinos. Cada uno tiene un núcleo eterno y es “un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales”.
Cada uno posee simientes de divinidad y debe escoger si vivirá en armonía o en tensión con dicha divinidad.
Por medio de la expiación de Jesucristo, todas las personas pueden “progresar hacia la perfección y finalmente lograr su destino divino”…
[Nosotros] creemos que es sólo por medio de la expiación de Jesucristo que podemos tener una firme esperanza de la gloria eterna, y que podemos acceder plenamente al poder de Su Expiación sólo por la fe en Jesucristo, el arrepentimiento, el bautismo, la recepción del don del Espíritu Santo y el perseverar hasta el fin, al seguir la instrucción y el ejemplo de Cristo”.
Al reconocer quiénes somos, arrepentirnos y seguir el ejemplo del Salvador, podemos elevarnos por encima de nuestro pasado y alcanzar todo nuestro potencial en el reino de Dios, así como Simba tomó su lugar en el Círculo de la Vida.
La Cenicienta: La esperanza
La Cenicienta es otro clásico de Disney, pero tal vez hay algo más en este cuento de hadas que resuena en nuestros corazones.
Si alguien tiene una vida injusta, es Cenicienta. Ella es amable, paciente, cariñosa, humilde, trabajadora y bondadosa, sin embargo ella está sola a merced de su malvada madrastra y dos terribles hermanastras. Aquello parece ser lo último que ella se merece.
Cada uno de nosotros puede relacionarse con la situación de Cenicienta, no porque todos tengamos una malvada madrastra, sino porque todos hemos experimentado un tiempo en el que la vida simplemente no es justa.
No importa cuán bondadosos, amables o pacientes seamos, la vida nunca será perfecta para nosotros. La gente siempre hará y dirá cosas que nos lastiman. Vivimos en un mundo caído, el cual a veces es muy cruel.
Aún así, la historia de Cenicienta puede enseñarnos algo acerca de la expiación de Jesucristo.
En la noche del baile, cuando Cenicienta siente que pierde toda esperanza, aparece su hada madrina. Ella hace que las cosas mejoren, restaurando la esperanza de Cenicienta y haciendo sus sueños posibles. Todo se hace perfecto, desde el hermoso vestido de Cenicienta hasta sus delicadas zapatillas de cristal.
Esta analogía, por supuesto, debe hacerse con mucho cuidado. No estoy sugiriendo que el Salvador sea un hada madrina que viene a resolver todos nuestros problemas con el movimiento de una varita mágica.
Pero sí creo que la restauración y el perfeccionamiento de la esperanza y los sueños de Cenicienta son muy simbólicos con lo que el Salvador puede hacer por nosotros. Si perseveramos hasta el fin y obedecemos los mandamientos que tan amorosamente nos ha dado, Él nos bendecirá.
En Predicad Mi Evangelio, aprendemos que:
“Todo lo que es injusto en la vida se puede remediar por medio de la expiación de Jesucristo.”
Esto, por supuesto, no significa que obtendremos todo lo que queremos. No significa que todo estará bien hoy, o incluso mañana o la próxima semana, pero sí significa que algún día, debido a Su infinito sacrificio expiatorio, se compensará todo el dolor y la injusticia que experimentamos como seres mortales.
El élder Joseph B. Wirthlin llamó a este concepto el principio de la compensación. Como explicó en su último discurso, “Venga, lo que venga disfrútalo”
“El Señor compensa a los fieles por toda pérdida. Lo que sea quitado de los que amen al Señor les será añadido, a la manera de Él.
Aunque quizás no llegue en el momento que deseemos, los fieles sabrán que toda lágrima de hoy, con el tiempo, será compensada cien veces con lágrimas de regocijo y de gratitud.”
Verdaderamente, es el Salvador el que hace posible todos los “felices para siempre”.
Coco: La historia familiar
Cuando Coco se estrenó en noviembre del 2017, era imposible para los Santos de los Últimos Días mirarlo sin pensar en su responsabilidad de buscar a sus antepasados.
En medio de sus colores brillantes y música inspiradora, Coco nos enseña que las familias a través de las generaciones son para siempre.
Para que los personajes fallecidos en la película visiten la Tierra de los vivos en el Día de los Muertos, sus descendientes vivos deben recordarlos y colocar una foto de ellos en la ofrenda de su familia. Si sus descendientes los olvidan del todo, ellos desaparecen en la nada, para nunca más ser vistos.
Así como los personajes fallecidos de la película confían en sus descendientes para recordarlos, nuestros antepasados confían en nosotros para que los recordemos.
Cuando investigamos las vidas de nuestros antepasados, podemos realizar las ordenanzas de salvación por poder en el templo, lo que les permite elegir aceptar o rechazar estas ordenanzas.
En última instancia, esto les permite ser sellados a nosotros como una familia eterna unida a través de las generaciones.
En la conferencia RootsTech de 2018, el élder Bradley D. Foster expresó:
“Cuando sabemos quiénes somos en nuestra relación con Dios y con los demás en las conexiones familiares, actuamos de manera diferente, pensamos de manera diferente y tratamos a los demás de manera diferente.
La película Coco fue una hermosa ilustración de eso. Cuando Miguel descubrió quién era en realidad, no quién creía que era y la conexión que tenía, actuó de manera diferente y sanó heridas profundas”.
Las conexiones que Miguel hace con sus antepasados no sólo los bendicen en la otra vida, también bendicen la relación de Miguel con su familia en la vida mortal.
Los corazones se sanan, el pasado se entiende más claramente, y los padres de Miguel pueden apoyar su pasión por la música de una manera que nunca antes pudieron.
En un discurso de la conferencia, “La obra del templo y de historia familiar: Sellamiento y sanación”, el élder Dale G. Renlund enumera varias poderosas bendiciones prometidas a quienes participan en la obra de historia familiar:
“Más bendiciones para nuestra familia, independientemente de nuestra situación familiar actual, pasada o futura o de cuán imperfecto sea nuestro árbol familiar.
Más amor y aprecio por nuestros antepasados y familiares vivos, lo que hace que ya no nos sintamos solos.
Más poder para discernir lo que necesita ser sanado y así, con la ayuda del Señor, servir a los demás.
Más influencia refinadora, santificadora y moderadora en nuestro corazón”.
Al recordar a nuestros antepasados, fortalecemos y bendecimos todas nuestras relaciones familiares: pasada, presente y futura.
Hércules: El Plan de Salvación
El Hércules de Disney nos deja con una variedad de conexiones que podemos relacionar con el Evangelio. Como hijo del dios del trueno, Zeus, Hércules llega a la Tierra sin un recuerdo de su nacimiento y origen.
Él es criado por campesinos mortales que le enseñan sobre su legado divino. Cuando llega a la adolescencia, se embarca en un viaje para demostrar que puede “llegar a su meta” y regresar a su hogar en el Monte Olimpo.
¿Suena familiar? La historia de Hércules refleja el trayecto que cada uno de nosotros recorre en el plan de salvación.
Al igual que Hércules, quien tenía padres que eran dioses, todos somos hijos de Dioses, nuestros Padres Celestiales. Vivimos con ellos antes de venir a la tierra, aunque no recordamos nuestra vida preterrenal.
Aquí en la tierra, a medida que descubrimos quiénes somos realmente, también tenemos la oportunidad de ser probados. Eventualmente, gracias al Salvador, podemos volver a vivir con Dios y llegar a ser como Él.
Aunque depende de Hércules probarse a sí mismo, él no está sin ayuda. Zeus le da un regalo a Hércules para ayudarlo a pelear sus batallas: Pegaso.
Pegaso se convierte no sólo en un regalo sino en un compañero y amigo, dándole poder para volar y enfrentar a sus enemigos con mayor habilidad.
De manera similar, hemos recibido un regalo en esta vida. Después de que somos bautizados, recibimos el don del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo está destinado a ser nuestro compañero y amigo, ayudándonos a evitar la tentación y a luchar en nuestras batallas diarias contra el pecado.
Cuando tenemos el Espíritu con nosotros, nuestras habilidades, dones y talentos mejoran; sin el Espíritu, somos más débiles y más vulnerables a los ataques de Satanás.
Un último paralelo con el evangelio que se puede sacar de esta película es con Fil, un sátiro que entrena héroes. Fil tiene mucha experiencia y puede advertirle a Hércules de las cosas que están por venir.
Él quiere que Hercules tenga éxito. Es sólo después de que Hades convence a Hércules que no necesita a Fil para que él se debilite y caiga en la trampa de Hades.
Al igual que Fil, tenemos profetas y apóstoles vivientes que nos guían y preparan para las batallas que tenemos por delante, líderes que quieren que tengamos éxito.
Satanás intentará convencernos que las cosas que son malas son buenas, que no necesitamos la guía de los líderes de la Iglesia. Pero tal como la hermana Carol F. McConkie sabiamente declaró:
“Hacemos caso a la palabra profética aun cuando pueda parecer inaceptable, inconveniente y difícil. De acuerdo con las normas del mundo, seguir al profeta puede ser poco popular, políticamente incorrecto o socialmente inaceptable. Pero seguir al profeta es siempre lo correcto.”
A medida que confiemos humildemente y obedezcamos las palabras de los siervos del Señor, podremos mantenernos en el camino que nos lleva de regreso a nuestro hogar celestial.
Alicia en el País de las Maravillas: El albedrío
Todos estamos familiarizados con la aventura que Alicia vive en el País de las maravillas. Una escena de la película en particular nos enseña una lección poderosa sobre el albedrío y nuestra responsabilidad al tomar decisiones.
El presidente Thomas S. Monson relaciona esta parte de la historia en su discurso de clausura de la Conferencia General de abril de 2016:
“Recordarán que cuando [Alicia] llega a un cruce con dos caminos ante ella; cada uno sigue hacia adelante pero van en direcciones opuestas. Al considerar qué camino tomar, la confronta el gato de Cheshire, a quien Alicia pregunta: “¿Qué camino debo seguir?”.
El gato contesta: “Eso depende de adónde quieres ir. Si no sabes a dónde quieres ir, entonces tampoco importa mucho el camino que tomes”.
A diferencia de Alicia, nosotros sabemos a dónde queremos ir, y sí importa por cuál camino vayamos, porque el camino que tomemos en esta vida conduce a nuestro destino en la vida venidera.
Que escojamos edificar en nuestro interior una fe firme y poderosa que sea nuestra defensa más eficaz contra los designios del adversario; una fe real, el tipo de fe que nos sostendrá y reafirmará nuestro deseo de escoger lo correcto. Sin una fe así, no llegaremos a ninguna parte; con ella, podremos lograr nuestras metas.”
Al igual que el País de las maravillas, el mundo mortal en el que nos encontramos a veces es un lugar loco y abrumador, pero no tenemos que andar por este mundo sin ninguna guía o dirección.
Dios nos ha dado su Evangelio, los mandamientos y la dirección de los profetas vivientes para ayudarnos a saber qué camino tomar.
A medida que nos enfocamos en el plan de salvación y en nuestra meta final de regresar a vivir en la presencia de nuestro Padre Celestial, tendremos el poder de tomar decisiones correctas en nuestra vida cotidiana.
En definitiva, depende de nosotros elegir a dónde iremos y quiénes seremos. Recordemos el consejo del presidente Monson:
“Al contemplar las decisiones que tomamos en nuestra vida cada día —elegir entre una cosa o la otra—, si escogemos a Cristo, habremos tomado la decisión correcta.”
Este artículo fue escrito originalmente por Lucy Stevenson, y fue publicado por ldsliving.com bajo el título: “6 Disney Movies That Teach Powerful Gospel Lessons”