Durante décadas, he amado el consejo que se registra en Hebreos 12: 1–2, que comienza con:
“Dejemos a un lado todo peso…”
Recuerdo el primer día que las Escrituras me hablaron. Estaba de vacaciones con unos amigos, sentada sola en una mesa de picnic cerca de la playa. Muchas cosas me agobiaban ese día.
La escritura en Hebreros continúa:
“… y pecado que nos rodea, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”.
¿Qué pecado, de omisión o comisión, agobia tu vida? ¿Qué pecado, de omisión o comisión, te impide convertirte en una mujer o un hombre de Dios, en un verdadero discípulo de Jesucristo?
¿Cómo dejar todo peso o pecado a un lado?
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Después de decirnos que dejemos a un lado todo lo que nos agobia y cada pecado, el autor de Hebreos nos dice cómo hacerlo:
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien, por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz”.
Una vez más, esta es la única solución a todos los problemas de nuestras vidas.
Este remedio es tan eficaz que el Salvador nos dice que si lo recordamos, acudimos a Él y recordamos lo que hizo por nosotros, no tendremos motivos para dudar ni para temer. Jesucristo dice:
“Mirad hacia mí en todo pensamiento; no dudéis; no temáis” (DyC 6:36).
Cuando acudamos a Él, los cielos se abrirán
A medida que nos concentremos en el Salvador, cuando lo recordemos a Él y Su expiación infinita, pensemos en Él más y más, los cielos se abrirán.
Nuestros temores y dudas disminuirán. ¡Algunos incluso desaparecerán! Seremos guiados.
Sabremos qué hacer, paso a paso. Aprenderemos a aprovechar el poder que tenemos a nuestra disposición porque el Salvador llevó a cabo la expiación por nosotros.
Aprenderemos a acceder a Su poder purificador, sanador, redentor y fortalecedor.
Además, experimentaremos la libertad de ser nosotros mismos al desvincularnos del mundo y unirnos al Salvador.
Entonces, ¿Cómo podemos sentir diligente, constante y diariamente el poder de Jesucristo en nuestra vida?
4 formas de sentir el poder de Cristo cada día
1. Estudiar nuevas verdades del Salvador y Su expiación
A veces, esto puede significar leer minuciosamente las Escrituras. Sin embargo, en otras ocasiones, puede significar reflexionar sobre algunos versículos durante horas, días o incluso semanas.
Los cielos se abrieron para el presidente Joseph F. Smith el 3 de octubre de 1918, cuando “se hallaba en [su] habitación meditando sobre las Escrituras; y reflexionando en el gran sacrificio expiatorio que el Hijo de Dios realizó para redimir al mundo”(DyC 138: 1–2).
Los cielos pueden abrirse para nosotros si seguimos ese mismo patrón. Como explicó el presidente Smith: “Fueron abiertos los ojos de mi entendimiento, y el Espíritu del Señor descansó sobre mí” (v. 11).
Luego, sucederá exactamente lo que el Señor sabe que estamos listos para experimentar.
2. Ayunar con verdadera intención
Podemos ayunar de una manera que produzca el tipo de bendiciones de las que habló Isaías cuando escribió:
“¿No es más bien el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de la maldad, soltar las cargas de opresión, y dejar libres a los quebrantados y romper todo yugo?” (Isaías 58: 6).
¿Tú o alguien que amas podría ser bendecido si se desatan las ligaduras de la maldad o se sueltan las cargas pesadas? ¿Hay alguien a quien amas, o tú mismo, que se siente oprimido y anhela ser libre?
El ayuno verdadero de la manera que el Señor ha enseñado, puede abrir los cielos y traer cada una de esas bendiciones a su vida o a la de sus seres queridos.
3. Orar para pensar más en el Salvador
Podemos orar para poder pensar más en el Salvador y aprender a pensar en Él en todo lo que hacemos.
4. Sacrificar nuestro tiempo para servir al Señor
Podemos hacer sacrificios de tiempo al Señor al adorar y participar de la obra del templo. Podemos encontrar información que califique para permitir que aquellos que ahora viven del otro lado del velo reciban las bendiciones del templo.
Ahora, esas personas al otro lado del velo conocen de primera mano la necesidad y la eficacia eterna de hacer convenios con Dios y recibir las ordenanzas esenciales. No es de extrañar que nos insten.
Mediante estas y otras experiencias, podemos celebrar la expiación de Jesucristo todos los días.
Este evento importante en la historia de este mundo, o de cualquier otro mundo, se convertirá entonces en la mayor realidad de nuestras vidas, ¡y los cielos se abrirán para nosotros más que nunca!
Esta es una traducción del artículo que fue publicado originalmente en LDS Living con el título “Sister Nelson’s 4 ways to focus on the Savior every day”.