El siguiente es un extracto del libro del Élder y la Hermana Holland, On Earth as It Is in Heaven.
Con las crecientes presiones que enfrentamos casi todos los días, es muy difícil no sentirse abrumado. Leemos acerca de Irán y China y Rusia, de altos precios, hostilidades y problemas energéticos. Y leemos de familias en problemas. Nos preguntamos: “¿Puede ser posible? ¿Puede ser posible criar una familia en rectitud dentro de un mundo cada vez más difícil? ¿Se puede/Podemos criar una familia en rectitud dentro de un mundo cada vez más difícil?”. Buscamos respuestas en todas partes, en libros de psicología, en cursos de desarrollo infantil e incluso en Erma Bombeck. Nos agotamos demasiado llevando a los niños de un lado a otro. Queremos calificaciones perfectas y que tengan los dientes perfectos. Entramos en pánico al pensar que estamos haciendo demasiado por nuestros hijos y luego llegamos a tener intenso dolor de cabeza al preocuparnos de que no estamos haciendo lo suficiente. Incluso nos quedamos atrapados en el momento decisivo de elegir dentro de nuestra lista de prioridades, entre los deberes familiares y los llamamientos de la iglesia, sabiendo que ambos necesitan nuestra lealtad y devoción…
El problema no es sólo esta lista de desafíos, sino que tenemos que afrontarlos junto con el miedo a envejecer. Ocasionalmente como padres nos gustaría huir de casa también, pero no podemos escapar.
Las presiones por un hogar perfecto:
Haciendo el humor de lado, sabemos cuán seria es nuestra labor. Después de todo, somos la generación planteada en la amonestación, “Ningún éxito en la vida puede compensar el fracaso en el hogar”. El peso de esa afirmación a menudo parece más de lo que podemos soportar. Pero he decidido que cualquier cosa que sea muy importante es pesada y difícil. Tal vez el Señor lo diseñó de esa manera para que apreciemos y retengamos y magnifiquemos los tesoros que más importan. Como el recaudador de impuestos en la parábola, nosotros también debemos estar dispuestos a ir y vender todo lo que tenemos para obtener esas perlas de gran precio. Nuestras familias, junto con nuestros testimonios y nuestra lealtad al Señor, son las más preciadas. Creo que estaremos de acuerdo en que valen algo de sufrimiento y ansiedad. Tener todo esto muy fácilmente puede engañarnos con el tiempo y no prepararnos para la eternidad.
También creo que con la labor que hacemos se da el talento. Tal como Nefi, no creo que Dios nos pida que hagamos algo tan importante sin prepararnos el camino para que lo cumplamos. Estos son sus hijos también, y nunca debemos olvidar ese hecho, así sea durante la alegría o la tristeza. Como padres tenemos ayuda adicional a través del velo. Podemos decir con los ángeles: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” (Génesis 18:14.) He encontrado gran consuelo en esa escritura a lo largo de los años. Es una escritura orientada a la familia. Es la escritura en el corazón de todo lo que ahora llamamos la simiente de Abraham, Isaac y Jacob.
En nuestra temprana vida matrimonial, parecía que yo también, como Sarah, podría ser estéril. Mi médico nos dijo que había una gran posibilidad que no pudiera tener hijos. Pero en mi corazón sentí lo contrario, y recordé a Sarah. “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” No, no si sus nombres son Matthew, Mary Alice y David.
¿Es demasiado difícil concebirlos, o cargarlos, amamantarlos, consolarlos, o enseñarles o vestirlos, o esperarlos o tener paciencia con ellos o llorar por ellos o amarlos? No, no si éstos son los hijos de Dios así como los nuestros. No, si recordamos la inspiraciones maternas, que son, supongo, los afectos naturales más fuertes del mundo. El Presidente David O. McKay dijo una vez que lo más parecido al amor de Cristo por la humanidad era el amor de una madre por su hijo. Todo lo que he sentido desde el 7 de junio de 1966, me dice que tenía razón.
Cuando nuestra vida no es “lo ideal”:
Cuando surjan problemas, y sí que los habrá; cuando los retos aumenten, y lo harán; cuando el mal abunde y temamos por la vida de nuestros hijos, podemos pensar en el convenio y la promesa dada a Abraham, y especialmente pensar en Sara. Y con los ángeles podemos repetir la pregunta: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?”
Si usted piensa que las circunstancias en su vida no son ideales, anímese. Me pregunto si las circunstancias siempre son las ideales. Permítanme usar mi propia vida como ejemplo.
Debido a varias labores educativas y profesionales que han llegado a nosotros, nos hemos mudado unas quince veces en nuestro matrimonio. Cuando los niños comenzaron a llegar , esas mudanzas eran una preocupación cada vez mayor para mí. Me preocupaba por su adaptación y el establecerse en el lugar y encontrar amigos. Su seguridad emocional a través de nuestras vidas muy ocupadas me ha causado mucha preocupación. . .
Estuvimos muy ocupados durante esos años. Estábamos viviendo en el campo misional, lo que exigía que nuestro servicio en nuestro barrio fuese mayor de lo habitual. Me llamaron para servir como Presidenta de la Sociedad de Socorro, corista de la Escuela Dominical y asesora de Laureles. También me preocupaba que estas demandas me estuvieran privando de un cuidado materno cercano con mi hija pequeña. Años más tarde, creí que cada momento de cólicos o males de garganta en su vida provenía de algún modo de ese período. Mi culpa, real o imaginaria, era inmensa.
Con el tiempo y perspectiva puedo ver ahora que debido a mis preocupaciones probablemente trabajé horas extras para compensar todas las pérdidas. Mi hija se ha convertido en una mujer joven con gran confianza en sí misma. Ella pasa mucho tiempo en casa conmigo. Nuestra relación de madre e hija es la más gratificante que conozco…
Así que me parece que Shaw tenía razón. Usted no cede simplemente a las circunstancias; usted las transforma y las utiliza para sus mejores propósitos. Las circunstancias rara vez son ideales, pero nuestros ideales pueden prevalecer, especialmente cuando afectan a la casa y a los niños.
Este artículo fue escrito originalmente por Patricia T. Holland, extracto de “On Earth as It Is in Heaven” y publicado en ldsliving.com, con el título “Sister Holland Shares Why We Shouldn’t Stress When Our Life and Family Isn’t the Ideal” Español ©2017 LDS Living, A Division of Deseret Book Company | English ©2017 LDS Living, A Division of Deseret Book Company