La mujer pionera de color que sabe exactamente lo que se siente cuando no encajas en la Iglesia
Esta es una historia pionera distinta a la que has escuchado antes. Aprende cómo una pionera ayudó a una joven de color mormona a descubrir una nueva dimensión a su fe.
El día de los pioneros [simplemente llegó y se fue], para ser honesta, no es un día feriado con el que crecí. Ya que yo no vivo en Utah, ni siquiera me dan el día libre, y estoy bastante segura de que soy alérgica a usar ropa pionera porque no me vería como pionera, sino como una esclava que cosecha algodón”. Una de las cosas que me gustan de esta época del año es recordar el legado de los pioneros mormones. Una de las pioneras que he llegado a conocer y amar es Jane Elizabeth Manning James.
Ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a veces hace que mucho de nosotros seamos ÚNICOS. Algunos de nosotros puede entender lo que es ser el único niño mormón en la escuela, los únicos mormones de la cuadra, o el único mormón en nuestra familia. A veces dentro de nuestra propia comunidad mormona podemos ser los únicos, la única madre soltera, el único con tatuajes, la única familia mezclada, el único que lucha con la adicción, o el único cuyos niños no van a la iglesia .
Por diferentes razones, muchos de nosotros nos sentimos los ÚNICOS en nuestra iglesia. Para mí, muchas veces, soy la única persona/familia de color en mi círculo mormón. A veces cuando esto era difícil para mí, me preguntaba, ¿habrá existido alguna otra persona que entendiera lo que es tener ese momento cuando se está sentado en la iglesia y piensas que estás sintiendo el Espíritu Santo, pero en realidad es la persona detrás tocando tu cabello? ¿Habrá existido alguien que supiera lo que es salir de casa y viajar al oeste y se sienta tan diferente en un mar lleno de gente que tiene su misma fe? En mi caso, he encontrado ese parentesco en las historias de los pioneros negros.
Jane Elizabeth Manning James era un pionera estadounidense y una de las primeras miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Jane, una mujer de color libre, nació en Wilton, Connecticut. Después de escuchar a los misioneros mormones predicar, aceptó el Evangelio restaurado de Jesucristo y con entusiasmo compartió las Buenas Nuevas con su familia.
En 1843 Jane, junto con ocho miembros de su familia, se embarcó en un viaje desde Connecticut para unirse con los Santos de los Últimos Días en Nauvoo, Illinois. Cuando ellos llegaron a Buffalo, Nueva York, adquirieron pasajes para viajar en barco a vapor, pero después de que su equipaje estuviera a bordo, se les negó el paso porque eran negros. No le devolvieron ni su dinero ni equipaje. Sin inmutarse, Jane reunió a su familia y caminaron 800 millas difíciles a Nauvoo. Jane contó:
“Caminamos hasta que nuestros zapatos estaban gastados, y nuestros pies dolían y se hicieron heridas y sangrábamos hasta el punto de ver toda la impresión de nuestros pies en el suelo con sangre. Nos detuvimos y oramos unidos al Señor, le pedimos a Dios el Padre Eterno que sanara nuestros pies y nuestras oraciones tuvieron respuestas y nuestros pies se sanaron de inmediato”.
Cuando ellos llegaron a Illinois, fueron amenazados con ser arrestados si no mostraban su papeles que demostraran que eran libres. Jane y su familia no eran esclavos a quienes se les había puesto en libertad, ellos habían nacido libres y por lo tanto no necesitaban papeles que mostraran que eran libres. Por la gracia de Dios pudieron convencer con la verdad a las autoridades. Se les permitió continuar en su viaje y llegaron a Nauvoo, pero no antes de tener que cruzar una corriente de agua helada que les llegaba hasta el cuello.
Una vez en Nauvoo, fueron invitados a la casa de José y Emma Smith. Después de escuchar de su calvario traicionero, José Smith les dijo:
“DIOS LOS BENDIGA. ESTÁS ENTRE AMIGOS; AHORA VAN A SER PROTEGIDOS”.
Después de que el resto de los miembros de su familia encontrara vivienda en su nueva ciudad, se decidió que Jane viviera con los Smith. Los Smith y Jane forjaron una gran amistad tanto así que el hermano José y Emma le preguntaron a Jane si le gustaría ser sellada a ellos como miembro de su familia.
En Nauvoo, Jane conoció y se casó con otro mormón de color, Isaac James. Después de que mataran a José Smith y la persecución de los Santos de los Últimos Días comenzara a aumentar, Jane tomó la decisión de viajar al oeste con Isaac y su familia de la iglesia pero cansados por otro largo viaje y no estar seguros de lo que encontrarían en el oeste, la familia de Jane optó por no hacer el viaje a Utah.
Al igual que los otros pioneros, Jane sufrió grandes dificultades en su viaje. Ella dio a luz en la ruta hacia el Oeste, y en septiembre de 1847 llegó al Valle del Lago Salado. A medida que los disturbios de la caminata comenzara a desvanecerse en el pasado, algunos olvidaron el amor fraternal que habían compartido en Nauvoo y comenzaron a buscar división entre los santos de diferentes colores de piel. La hermana Jane ahora era conocida como Jane Negra. A pesar del cambio de aquellas personas a su alrededor, Jane se mantuvo fiel como la mujer de fe que era.
Eliza Partridge Lyman, cuyo esposo estaba sirviendo una misión de la iglesia, escribió en su diario:
“13 de abril [de 1849] … Que el Señor los bendiga y los haga prosperar y regresar con seguridad. Nos dejó sin nada con que hacer el pan, no estaba en su poder conseguirlo. … Jane James, la mujer de color, me dejó tener dos libras de harina, la mitad de lo que ella tenía”.
Después de luchar para encajar y sobrevivir en Utah, el marido de Jane abandonó a la familia para perseguir oportunidades en California. No había habido restricciones para los miembros de color cuando Jane se unió a la iglesia, pero ahora, en Utah, tenía que pedir bendiciones eternas para su familia. Después de la muerte de José Smith, líderes de la Iglesia posteriores continuaron e instituyeron una política que negaba el sacerdocio a los hombres negros, las investiduras a las mujeres negras y las bendiciones del sellamiento y las oportunidades de servir una misión.
La sed de Jane para ser fiel para recibir la plenitud de las bendiciones del Evangelio siguió siendo insaciable. Ella escribió varias cartas a los líderes de la Iglesia e incluso se reunió con presidentes de la Iglesia. Jane también quería ser sellada a José y Emma Smith, algo que le habían ofrecido con amor en Nauvoo. En una carta de 1844 al Presidente de la Iglesia de ese entonces John Taylor, Jane declaró:
“¿NO HAY BENDICIÓN PARA MÍ?”
Jane finalmente fue permitida hacer bautismos en el templo por su familia, y aunque a ella no se le permitió estar en el sellamiento, fue sellada a José y Emma Smith pero con una condición: no podía ser sellada a ellos como familia, sino como su sirviente. Estos acontecimientos no disminuyó su deseo. Jane continuó escribiendo; ella firmaba cada una de sus cartas diciendo: “Su hermana en el Evangelio, Jane Elizabeth Manning James”. Jane falleció con una oración sin respuesta, pero también con un fuego y pasión por el Evangelio de Jesucristo. Jane dijo:
“Quiero decir aquí, que mi fe en el Evangelio de Jesucristo, según lo enseñado por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, es tan fuerte hoy, o mejor aún, más fuerte de lo que era el día en que me bauticé. Pago mis diezmos y ofrendas, mantengo la palabra de sabiduría, me voy a la cama temprano y me levanto temprano, trato en mi débil manera de dar un buen ejemplo para todos”.
Espero que Jane sepa que ha sido un buen ejemplo para mí, y de ninguna manera es débi. Ella no sólo nos dejó su historia, ella nos dejó su testimonio. Para cualquier que se sienta solo en las bancas en la iglesia, Jane ha calentado un asiento para nosotros. Pueda que lo que nos haga sentir diferentes sea el color, la cultura, la economía, la situación familiar, lo que tenemos, pero Jane nos enseña que nunca estamos solos si caminamos con nuestro Dios.
Yo, como Jane, mantengo los pies firmemente enraizados en el Evangelio. La historia de Jane es algo más que, “si ella podía quedarse en la Iglesia cuando las cosas eran tan difíciles, entonces yo también puedo”. Esto nos debe inspirar a pensar en lo que cada uno tiene para contribuir al Evangelio y qué legado dejaremos a los que vienen después de nosotros.
Aunque ser los ÚNICOS nos pueden aislar, también tiene perspectiva. Estoy tratando de llegar de una mejor manera a aquellos que puedan estar sintiéndose de la forma en que me he sentido, a pesar de que sus razones sean diferentes a la mía. También me permite reconocer y apreciar cuando mis hermanos y hermanas me acogen. Admiro muchas cosas en Jane; una de las cosas que más admiro es su capacidad de ver verdaderamente a los demás como sus hermanas y hermanos en Cristo. Por último, creo que eso es lo que cada uno de nosotros anhela, ser visto y ser amado.
No creo que sea una coincidencia que cuando la hermana Lyman estaba en necesidad, Jane la ayudara con la harina. La harina se utiliza para hacer pan, y nosotros sabemos que Jesús es el Pan de Vida. ¿Estoy siendo como Jane y dando vida a los necesitados? Es bueno que seamos vistos, pero cuando me encuentre con mi Creador espero que le pueda hablar de todos aquellos a quienes vi.
Citas históricas en este blog provienen de Kate B. Carter, La historia de los pioneros Negros [1965], LDS.org, y el obituario de Jane Manning James publicadas originalmente en el Deseret Evening News.
Artículo escrito por TAMU SMITH ZANDRA VRANES para tofw.com. Traducido al español por A.F.