¿Te sientes desanimado y piensas que ya no puedes continuar? ¿qué pasaría si te digo que puedes dar aún más de ti?
Estás aquí leyendo este artículo porque quieres encontrar algo que te de la motivación para continuar con tus metas académicas.
Este es un gran paso aunque parezca algo insignificante.
El presidente Henry B. Eyring, segundo consejero de la Primera Presidencia, en su discurso “Learning Who You Really Are” (“Date cuenta de quien eres realmente”) compartió verdades valiosas que necesitas recordar para lograr todas tus metas.
Cuando el presidente Eyring estudiaba física y matemáticas en la universidad, estaba muy abrumado porque sentía las cosas se le salían de las manos.
Su desánimo lo condujo a pensar en abandonar la universidad.
Sin embargo, una noche, una fuerte impresión se apoderó de su mente y relató:
“La ayuda vino en forma de voz, una voz real en mi mente. No era mi voz; era una voz suave y amorosa, pero firme. Las palabras expresadas fueron estas: ‘Cuando te des cuenta de quién eres realmente, lamentarás no haberte esforzado más’”.
El apóstol siguió relatando:
“En ese entonces, no comprendí completamente el significado de esas palabras, probablemente, no lo sepa todavía.
Posteriormente entendí qué debía hacer. Así que puse manos a la obra.
Me di cuenta de que debía tener más capacidad para aprender de lo que podía ver en mí mismo.
Ese conocimiento me mantuvo trabajando arduamente durante mis años universitarios, en la escuela de posgrado y luego como maestro, cuando todavía parecía que todos eran más inteligentes que yo, que podían hacer cosas que yo no.
Empecé a tratar de entender ese mensaje de aliento.
Al reflexionar y trabajar durante los años siguientes, llegué a darme cuenta de quién era realmente.
Yo era un hijo espiritual de Dios. Tenía el potencial inherente de aprender lo que Él sabe.
Gracias a la expiación del Señor Jesucristo y mi fe en Él, se limpiaron mis pecados, primero a través de las aguas del bautismo y luego mediante el arrepentimiento continuo.
Así, pude recibir el don del Espíritu Santo como compañero. Y llegué a saber que por el poder del Espíritu Santo podemos conocer la verdad de todas las cosas.
Ahora, sé que estás sonriendo y podrías preguntar: ‘Bueno, una vez que supo quién era realmente y tuvo al Espíritu Santo como su compañero, ¿pudo resolver todos los problemas de física y matemáticas?’
La respuesta real es: ‘Por supuesto que no’. Sin embargo, con la ayuda del Espíritu Santo, me di cuenta de que podía aprender cosas que estaban más allá de mi habilidad natural.
…Desde mi experiencia, te insto a considerar tus desafíos académicos como una gran bendición. Sé que la universidad puede ser una rutina. Sé que parece difícil. Sé que te desanimas a veces. Sé que te preguntas por qué vas a la universidad. Pero, continúa. Persevera. Sigue aprendiendo.
Nunca te arrepentirás de haber aprendido, ni en esta vida ni en el mundo venidero. De hecho, atesorarás para siempre el conocimiento que adquieras y lo que aprendas sobre cómo seguir aprendiendo.
Como hijos de Dios, se nos ha dado otra maravillosa promesa:
‘Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto’ (DyC 50: 24).
… Así que te doy este consejo, tal como me lo doy a mí mismo.
Cree que tienes el mandato divino de seguir aprendiendo mientras vivas y luego créelo hasta la eternidad.
Cree que el Padre puede enviarte el Espíritu Santo, que es el Espíritu de la Verdad.
Sé paciente y persistente al aprender.
Con la ayuda del Espíritu Santo, al aprender línea por línea a medida que seas diligente en tus esfuerzos y tengas fe en Jesucristo, podrás lograr mucho más de lo que creías posible”.
Esa impresión llevó al presidente Eyring a terminar la universidad, obtener un posgrado y luego, convertirse en maestro. Tú como él, tienes la capacidad de lograr grandes cosas, ¡no te des por vencido!
*Créditos de portada: Utah Valley University Marketing
Fuente: ensign.edu