5 poderes que posees como un hijo de Dios
Realmente somos hijos de Dios. Algunas personas, incluso Satanás y sus siervos, intentan disuadirnos de nuestra afiliación divina. El enemigo no quiere que sepamos ni recordemos que somos hijos del Padre Celestial, nos lo enseñan las Escrituras y los profetas.
Asimismo, el Espíritu Santo “da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Romanos 8: 16). No existe mayor testimonio que éste.
Por ser descendientes de Dios recibimos dones o poderes especiales. Es cierto que nuestra condición mortal, en medio de las pruebas de la vida, nos llevan a una condición de debilidad, las Escrituras dicen que somos seres caídos. Sin embargo, al comprender que somos hijos de Dios, disfrutamos de al menos 5 poderes:
1. El poder de ser feliz
También te puede interesar: Quiero una familia eterna, ¿por dónde comienzo?
El Presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó:
“Ustedes son hijos e hijas del ser más glorioso de todo el universo. Él los ama con un amor infinito. Él quiere lo mejor para ustedes. ¿Creen que el Padre Celestial quiere que se sientan deprimidos e infelices? Él no quiere eso, de ningún modo. Él nos dio los mandamientos, que son el camino hacia una vida llena de propósito, paz y alegría. Todo lo que debemos hacer es seguirlo por ese camino. Conocer y vivir los mandamientos de Dios, nos llena de alegría y satisfacción”.
Tenemos el don de la vida y el libre albedrío. Al escoger obedecer a Dios, seremos felices. La felicidad está al alcance de todos los hijos de Dios gracias al Salvador Jesucristo, nuestro hermano mayor, que dio Su vida para salvarnos.
2. El poder de amar, cambiar y desarrollar
Tenemos la perspectiva de que un día llegaremos a ser como nuestro Padre Celestial perfecto y glorioso. A través del ejemplo, las enseñanzas y la gracia de Cristo, podemos arrepentirnos de nuestros errores y perfeccionarnos. La Iglesia, los profetas, los convenios, las Escrituras, todo nos ayuda a desarrollarnos y crecer de gracia en gracia, con Dios y los hombres.
El Presidente Thomas S. Monson enseñó:
“Somos hijos de nuestro Padre Celestial, engendrados en espíritu y, como tales, somos hermanos y hermanas. Si tenemos presente esta verdad, el amar a todos los hijos de Dios se hará más fácil”.
Después, añadió “tenemos la responsabilidad de ver a los hombres no como lo que son ahora, sino como lo que pueden llegar a ser”. (“Ver a los demás como lo que pueden llegar a ser”, Conferencia General de octubre de 2012).
Nosotros podemos cambiar y los demás también. Como hijos de Dios, podemos usar el poder de la Expiación para volver a comenzar, fortalecernos y avanzar. Todos podemos alcanzar las metas sublimes que Dios tiene para nosotros.
3. El poder de perseverar
El Presidente Thomas S. Monson dijo lo siguiente sobre las mujeres de la Iglesia:
Hace sólo unos 20 años ustedes aún no habían comenzado su jornada en la mortalidad; todavía se encontraban en su hogar celestial. Allí estaban entre personas que las amaban y se preocupaban por su bienestar eterno. Con el tiempo, la vida sobre la tierra llegó a ser esencial para su progreso. Sin duda, hubo palabras de despedida y expresiones de confianza; obtuvieron un cuerpo y se convirtieron en seres mortales, separados de la presencia de su Padre Celestial.
(…)
Por último, les pido que [durante su vida en la tierra] perseveren. ¿Qué significa perseverar? Me encanta esta definición: soportar con valor. Tal vez necesiten valor para creer; a veces será necesario al obedecer. Con seguridad les será requerido para perseverar hasta el día en que abandonen esta existencia mortal.
(…)
Con este propósito han venido al mundo, mis jóvenes amigas. No hay nada más importante que la meta que tratan de lograr: la vida eterna en el reino de su Padre.
Ustedes son preciadas, hijas preciadas de nuestro Padre Celestial, enviadas a la tierra en esta época por un propósito. Han sido preservadas para este preciso momento. Cosas maravillosas y gloriosas están a su alcance si sólo creen, obedecen y perseveran. Que reciban esa bendición. (“Crean, obedezcan y perseveren”, Thomas S. Monson).
4. El poder de orar y recibir respuesta
Santiago, el líder de la Iglesia primitiva escribió: “la oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5: 16).
El Salvador dijo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden?” (Mateo 7: 11).
Una de las cosas que el Señor anhela darnos es Su Espíritu Santo, que nos ayudará durante nuestro difícil viaje en la tierra.
5. El derecho a la vida eterna
Como hijos de Dios, al vencer el primer estado, tenemos el derecho a recibir un cuerpo físico. Nuestro cuerpo es un regalo valioso, que se asemeja al cuerpo perfecto de nuestro Padre Celestial. De hecho, fuimos creados a “imagen y semejanza de Él” (Génesis 2: 27).
Una de las mayores bendiciones que tenemos es formar una familia aquí, en la Tierra. Salir con alguien, casarnos y convertirnos en padres – criar hijos en luz y verdad es una experiencia divina.
Tenemos el privilegio de sellarnos con nuestras familias por la eternidad. Si guardamos los mandamientos, a través del Salvador, podremos llegar a la vida eterna, que es el mayor don de Dios. Recibiremos todo lo que Él posee (DyC 14:7; 75:5; Moisés 1: 39).
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Lucas Guerreiro y fue publicado en maisfe.org con el título “5 Poderes que Você Tem Como um Literal Filho de Deus”.