En el último informe anual sobre las encuestas de Gallup realizado desde 1993, el 11 % de los estadounidenses dice tener “mucha” o “bastante” confianza en los programas de noticieros de la televisión, y el 16 % dice lo mismo de los periódicos. ¿Por qué estos números han alcanzado un “récord mínimo”, históricamente hablando?
Esto se debe a que los estadounidenses piensan que los periodistas tienen sus propias intenciones, algo que va más allá de procurar la verdad y reportar los hechos tal y como son.
Eso es cierto en ambos lados del espectro político, pero especialmente entre los conservadores, con un escaso 5-8% de republicanos que expresan una gran confianza en los principales periódicos y programas de noticias.
Estos números representan un mal indicador cuando se relacionan con mantener una sociedad civil y un funcionamiento democrático fundamental, que se basa en un público informado y al menos algunas narrativas compartidas.
Por otro lado, demostrar un compromiso con la búsqueda de toda la verdad, sin importar cuál sea, y sin importar qué tan bien se alinee con las narrativas populares más aceptadas, puede restaurar la confianza basada en el diálogo de los medios.
Unidad en la búsqueda de la verdad sobre el abuso
El 4 de agosto de 2022, la Associated Press publicó un artículo sobre un horrible caso de abuso sexual en Bisbee, Arizona.
Junto a los líderes y miembros Santos de los Últimos Días de todo el mundo, en Public Square Magazine condenamos el abuso que ocurrió y nos unimos a aquellos que buscan mejorar la forma en que una persona se hace responsable de sus actos en el futuro, creyendo firmemente que la labor de reducir y eliminar estas experiencias terribles debe sobrepasar las divisiones ideológicas.
Esto no debería convertirse en otro punto de discordia. Con ese fin, solicitamos formalmente que la AP haga pública la entrevista completa entre John Herrod y Robert Edwards, en la que se basó en el artículo, junto con los 12,000 documentos filtrados sobre el caso en West Virginia.
Para tener diálogos informados sobre cómo poner fin al abuso y la manera en que la AP pueda ayudar a preservar la integridad periodística, es crucial que en estos casos las fuentes originales estén abiertas a un escrutinio público más transparente.
Tal como están las cosas, las conversaciones productivas y las respuestas optimizadas a situaciones similares se ven atenuadas por información contradictoria e incompleta.
Solo un pequeño grupo de escritores ha tenido acceso a lo que dijo el obispo John Herrod directamente en esta entrevista, que la AP solo ha compartido en videos editados que contienen información que no estaba presente en los testimonios bajo juramentación.
Por ejemplo, cuando el agente Edwards testificó ante el tribunal, afirmó que el obispo Herrod le dijo que la línea de atención telefónica le sugirió que no necesitaba reportar lo que Adams confesó.
En el extracto que tiene la Associated Press de la entrevista en audio entre Herrod y Edwards, Herrod declaró que le dijeron que no reportara el caso.
Publicar la entrevista en su totalidad podría aclarar esta incongruencia y brindar más información sobre lo que el obispo sabía de Adams en ese momento.
Si el objetivo es fomentar mejores prácticas para abordar el abuso, necesitamos más que solo una transparencia selectiva. Eso requiere no solo brindar información sino también contexto.
Darle al público la oportunidad de revisar la entrevista en su totalidad y sin editar podría contribuir en gran medida a revelar información adicional, analizar los relatos en conflicto y proporcionar el contexto adecuado para identificar cualquier brecha al momento de rendir cuentas, como los objetivos aparentes del artículo original de la AP.
Además, si la Associated Press estuviera en lo correcto en su representación y caracterización de esta entrevista, no debería preocuparse de que otros examinaran el texto completo mas debería sentirse segura de que otros puedan acceder a él.
Para reiterar, publicar ocasionalmente fragmentos de un todo sin proporcionar el contexto completo de esas declaraciones, como lo ha hecho la AP hasta este momento, no es de beneficio del público.
Por el contrario, impide que los espectadores dentro y fuera de la Iglesia tengan toda la información necesaria para emitir juicios apropiados sobre lo que sucedió y lo que debe suceder en el futuro.
Las acusaciones graves requieren más transparencia
No hace falta decir que las acusaciones de encubrimiento de cualquier tipo de abuso son increíblemente graves y condenatorias. Hacer tal afirmación debería exigir la máxima calidad periodística y transparencia. ¿En qué podemos sinceramente creer si esto no se lleva a cabo?
Anoche, la Iglesia de Jesucristo realizó otra declaración al público sobre la historia original, que anteriormente había descrito como “simplificada e incompleta” y “una grave tergiversación de la Iglesia y sus esfuerzos”. La Iglesia declaró el miércoles por la noche:
“El artículo de la AP contiene errores significativos en sus hechos y cronología, lo que lleva a conclusiones erróneas. Estamos desconcertados en cuanto al por qué o cómo una fuente de medios tan respetada como la Associated Press podría cometer faltas tan graves al informar y editar”.
La larga declaración pasó a detallar varios aspectos de la línea de tiempo de los hechos que se minimizaron o ignoraron por completo en los informes de la AP.
Resulta difícil entender estas omisiones si la meta era presentar una comprensión objetiva de la situación en su totalidad, una que pudiera infundir confianza en la integridad del periodismo que la respalda.
Muchas preguntas importantes, por supuesto, han quedado sin responder.
Por ejemplo, ¿por qué los funcionarios de la Iglesia concluyeron en esta circunstancia que se necesitaba un permiso según la ley de Arizona antes de reportar el hecho?
Una información más detallada puede traer a la luz aclaraciones relevantes y cruciales.
Por ejemplo, después de que Paul Adams confesó los actos de abuso, esa conversación provocó los esfuerzos proactivos por parte del obispo para brindar más ayuda profesional, presionar al padre para que se fuera de su casa y suplicar a ambos padres que informaran el hecho a las autoridades correspondientes.
La Iglesia agregó en su declaración:
“Antes y después de su confesión limitada, Paul rara vez asistía a la Iglesia o se comunicaba con los líderes. La historia de AP ignora esta línea de tiempo y secuencia de eventos e implica que todos estos hechos eran de conocimiento del obispo desde el año 2011”.
Rara vez La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se defiende haciendo uso de un lenguaje tan directo, señalando en su declaración:
“La Iglesia ha emitido una respuesta contundente debido a que este es un tema en el que no se puede andar con rodeos, ni muestras de apatía, ni tolerancia a cualquier sugerencia de que somos negligentes o que no hacemos lo suficiente con respecto al tema del abuso infantil.
Es un asunto que nos aflige el corazón y es profundamente ofensivo para todo lo que valoramos. No nos quedaremos de brazos cruzados mientras otros tergiversan o manipulan por completo los esfuerzos y el compromiso a largo plazo de la Iglesia.
Tampoco toleraremos que la Associated Press o cualquier otro medio cometa errores tan graves en los detalles de un incidente tan trágico y horrible como el ocurrido en Arizona. Nos esforzamos constantemente por ser mejores y hacer más, e invitamos a otros a unirse a nosotros en esos esfuerzos”.
Estas preocupaciones fácticas planteadas en la declaración de la Iglesia son graves y merecen una respuesta igualmente seria por parte de los periodistas involucrados. Como parte de eso, la Associated Press también debería publicar los 12,000 documentos relacionados con el caso en West Virginia.
En ausencia de tal transparencia, los reportajes de la AP atribuyen culpas, implican motivos particulares e implícitamente exigen una acción pública basada en pruebas esencialmente inescrutables.
El tipo de retórica acalorada que ha evocado este informe debe estar respaldado por más que conjeturas extraídas de piezas aisladas de información y referencias a documentos ocultos.
Permitir que otros accedan a esta entrevista y estos documentos nos ayudará a promover e impulsar esta importante conversación, contrarrestando la idea de que sólo se informa selectivamente una narrativa particular.
Esa percepción socava la confianza del público de maneras significativas, especialmente sobre un tema en el cual no podemos darnos el lujo de perder dicha confianza.
Fuente: Public Square Magazine