Aprendí sobre el valor del diezmo por primera vez cuando estaba en la Primaria.
Mi maestra de la Primaria compartió la historia de un pequeño de nuestro barrio que pagaba su diezmo obedientemente cada domingo.
Este niño probablemente tenía 9 o 10 años. Mientras ponía entre 25 y 50 centavos en el sobre del diezmo, un miembro lo vio y le preguntó:
“Aún no trabajas, ¿verdad?, ¿por qué estás pagando tus diezmos?”
Él respondió:
“Mis padres no pueden dar sus diezmos por ahora porque tenemos problemas económicos. Entonces, estoy dando el 10% de mis propinas”.
Cuando escuché esa historia, me sorprendió la obediencia de este niño al seguir los mandamientos de Dios.
Puede que no entendiera la razón por la que lo estaba haciendo. Sin embargo, mostró una fe tan fuerte que separó el 10% de sus propinas para pagar sus diezmos cada semana.
Por lo tanto, decidí pagar también mi diezmo. Al obedecer este mandamiento durante la secundaria y la universidad, he sido testigo de milagros en mi vida que me han dado un fuerte testimonio de la ley del diezmo.
Aprendí estas tres lecciones importantes que me ayudaron a crecer espiritualmente:
1. “El Señor no necesita tu diezmo, en lo que a Él respecta, pero tú lo necesitas para tu crecimiento, espiritual y temporal, para que se abran las ventanas de los cielos y se te dé el Espíritu del Dios viviente”. (Heber J. Grant)
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Cuando estaba en la universidad, escuché una conversación de mis compañeros sobre el diezmo.
Decían que los Santos de los Últimos Días estaban obligados a dar el 10% de sus ingresos. Una mujer dijo:
“Mi papá se negó a unirse a la Iglesia de Jesucristo porque lucran de los miembros al obtener el 10% de sus ingresos”.
No entendieron todo el concepto del diezmo. Simplemente pensaban que se estaban aprovechando de los miembros.
Si lo pensamos, el Padre Celestial lo tiene todo. No necesita nuestro dinero. Él hizo este mandamiento para que aprendamos a controlar nuestros deseos temporales.
Él quiere que paguemos el diezmo con regularidad para que podamos crecer espiritualmente.
Durante más de 13 años de pagar mis diezmos, he aprendido que el dinero no es lo único que necesitamos en esta vida para ser felices.
Pagar el diezmo es una gran prueba cuando enfrentamos dificultades financieras. Sin embargo, cuando la superamos con éxito, seguramente obtendremos la recompensa. Experimentaremos una mayor fe y confianza en el plan de Dios.
2. “El diezmo desarrolla y prueba nuestra fe. Al sacrificar al Señor lo que podríamos pensar que necesitamos o que deseamos para nosotros, aprendemos a confiar en Él. Nuestra fe en Él hace posible que guardemos los convenios del templo y recibamos las bendiciones eternas del mismo”. (Robert D. Hales)
Ahora que trabajo como enfermera y obrera del templo, a veces me enfrento a situaciones en las que tengo que elegir entre estas dos obligaciones.
Decidí servir en el templo todos los martes mientras espero ir a mi misión en octubre.
Cuando mi jefe me ofreció más trabajo, me negué porque me habría sido imposible servir en el templo. He elegido días para trabajar en los que todavía puedo ir al templo, aunque eso significa que tengo menos días laborables disponibles.
Desde el momento en que comencé a servir en el templo, he sido probada una y otra vez con respecto a si estoy dispuesta a sacrificarme un día a la semana para ir allí.
Realmente necesito el dinero para servir en mi misión, pero debido a mi fe en el Señor, Él hizo posible que aún pudiera ir al templo.
He confiado en Su plan para mí y sé que aún puedo cumplir con todos los roles que tengo.
Mediante el pago regular de mis diezmos, he aprendido a confiar en el Señor cuando las cosas son inciertas. He recibido tantas bendiciones por ir al templo con regularidad.
He llegado a comprender los convenios y las bendiciones prometidas que se pueden recibir al ir a la Casa del Señor. Me santifica y me recuerda quién soy realmente.
En pocas palabras, pagar el diezmo es una preparación para que recibamos más bendiciones.
3. “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”. (Malaquías 3:10)
¿Existen realmente bendiciones que provienen de pagar nuestros diezmos?
Tengo un testimonio de que las promesas de Dios son reales.
Cuando enfrento pruebas en mi vida, ya sean económicas o emocionales, a veces me pregunto si Sus promesas son reales.
Me he dicho a mí misma: “Estoy pagando el diezmo, ¿por qué no obtengo más dinero? ¿Por qué estoy experimentando esto?” Pero, luego aprendí a confiar y tener fe en los mandamientos de Dios.
He sabido por mí misma que las bendiciones del diezmo son reales. Nuestro Padre Celestial siempre cumple Sus promesas. Solo tenemos que esperar a veces y debemos ser conscientes de las pequeñas bendiciones que experimentamos cada día.
Ya sea que nuestras ofrendas sean pequeñas o grandes, tengo un fuerte testimonio de que el diezmo es para nosotros; para ayudarnos a ser lo que nuestro Padre Celestial desea que seamos.
La ley del diezmo es un mandamiento que se nos ha dado para cumplir con todo nuestro corazón.
Me siento agradecida por el ejemplo que me dio ese niño porque a través de ese simple acto, me inspiró a obedecer la ley del diezmo.
Si este niño puede hacerlo, ¿por qué no podemos hacerlo todos? La edad no importa. La cantidad no importa. Lo que realmente importa es que demos el diezmo de todo corazón.
Paga tus diezmos y el Señor te dará más de lo que puedes imaginar.
Fuente: Faith.ph