Pregunta
Mi padre me maltrataba física y emocionalmente cuando era niño. Ahora que soy mayor y puedo defenderme, él sigue siendo abusivo verbalmente. Me ha expresado su remordimiento por lo que me hizo y se ha disculpado conmigo, pero no ve nada de malo en la forma en que me habla.
Lo amo y estoy tratando de perdonarlo, pero no quiero estar cerca de él. Por esa razón mi padre me acusa de guardarle rencor y de no dejar atrás el pasado, ¿qué puedo hacer?
Respuesta
Gracias por compartir tu experiencia con nosotros. Tu situación es una realidad con la que muchas personas pueden identificarse.
Una vez escuché lo siguiente:
“Nunca dejes que alguien te haga creer que eres una persona rencorosa cuando en realidad solo estás estableciendo un límite”.
El Salvador nos dio el mandamiento de perdonar, sin embargo no nos dio el mandamiento de poner nuestra confianza en los demás. El perdón se puede dar libremente, pero la confianza debe ganarse.
Es posible perdonar a otra persona y mantener nuestra distancia, sin permitir que nos lastime de nuevo. El perdón es necesario para tu salud espiritual, mental y emocional. La confianza es parte de tener una relación saludable con los demás.
El presidente Jeffrey R. Holland lo enseñó de una manera maravillosa:
““Perdonad, y seréis perdonados”, enseñó Cristo en tiempos del Nuevo Testamento; y, en nuestros días: “Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres”.
No obstante, es importante que cualquiera de ustedes que viva con verdadera angustia tenga en cuenta lo que no dijo.
Él no dijo: “No se les permite sentir dolor verdadero ni pesar real por las devastadoras experiencias que hayan tenido por culpa de otra persona”. Ni tampoco dijo: “A fin de perdonar totalmente tienes que volver a una relación tóxica, o volver a circunstancias destructivas y de maltrato”.
No obstante, a pesar de las ofensas más terribles que nos puedan sobrevenir, solo podemos elevarnos por encima de nuestro dolor al poner los pies en la senda de la sanación real. Tal senda es la senda del perdón que anduvo Jesús de Nazaret, quien nos invita a cada uno de nosotros: “Ven, sígueme””.
Es importante que te esfuerces por sentir el amor de Cristo hacia tu padre. Amar a nuestros enemigos, hacer el bien a los que nos odian y orar por aquellos que abusan de nosotros y nos persiguen es el camino que nos lleva a tener paz en nuestras vidas.
Vivir con gozo y sin ninguna enemistad es la mejor forma de superar el abuso, es la mejor forma de recuperar el poder que perdimos. Es la clave para evitar que la amargura, la miseria y la ira de quién abusa se transmitan a la persona abusada.
Es un proceso que no se puede completar del todo sin el poder de la expiación de Jesucristo.
Dios es tu Padre, tu verdadero padre. Los verdaderos padres quieren evitar que sus hijos sufran. Aunque tu padre terrenal te ha lastimado, tu Padre Celestial desea que estés a salvo, como lo desearía cualquier buen padre.
No hay nada de malo en establecer límites, en mantenerte a salvo o en negarte a mantener ciertas relaciones.
Al mismo tiempo, si aún no lo has hecho, es posible que desees expresarle a tu papá exactamente qué comportamientos suyos te impiden querer estar cerca de él.
Hazle saber los términos que harán que te sientas cómoda y segura, y lo que él tiene que hacer para que ambos puedan tener una relación saludable.
Puede que no te escuche, pero si le expresaste lo que sientes, entonces la responsabilidad de arrepentirse recae sobre él, tu padre debe hacer su parte.
Dios te bendiga. Espero que esto ayude.
Fuente: ldsliving.com