Élder Sorensen: El perdón transformará el resentimiento en amor
Sé que perdonar no es sencillo, sobre todo cuando hay sufrimiento, dolor, separación, engaño y demás. Sin embargo, perdonar a quien nos ha hecho daño, nos encamina hacia un futuro mejor.
El perdonar a los demás nos libera para escoger cómo viviremos.
“El perdonar significa que los problemas del pasado no marcarán más nuestro destino y podremos concentrarnos en el futuro con el amor de Dios en el corazón”, élder David E. Sorensen.
No cargues más con dolor, amargura y resentimiento. El Padre Celestial desea que vivas en libertad y eso lo experimentarás al perdonar a los que te ofenden.
Perdonar mejora tus relaciones con los demás
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El Salvador dijo:
“Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino” (Mateo 5: 25).
De ese modo, se nos manda resolver nuestros desacuerdos lo más pronto posible, a no ser que la ira del momento alcance niveles de crueldad física o emocional y quedemos bajo el dominio de nuestra ira.
No guardes en tu corazón esos malos sentimientos que solo te hacen daño a ti. Elige la comunicación, expresa lo que sientes y resuelve los malentendidos.
Recuerda que perdonar es tan dulce como ser perdonado.
“Sed benignos los unos con los otros, misericordiosos, perdonándoos los unos a los otros, como también Dios os perdonó a vosotros en Cristo”. (Efesios 4: 32)
Perdonar te hace vivir en paz
Dios te creó para que tuvieras paz y perdonar te hace experimentar paz no solo con los demás, sino contigo mismo.
El presidente Brigham Young comparó el sentirse ofendido con la mordedura de una víbora, dijo:
“Hay dos formas de actuar cuando a alguien lo muerde una serpiente de cascabel: una, perseguirla y matarla debido a la rabia, el miedo o la venganza; o tratar de sacar rápidamente el veneno del cuerpo. Si hacemos lo último, lo más probable es que sobrevivamos, pero si decidimos hacer lo primero, es posible que no vivamos para terminar la tarea”.
Al igual que el veneno ponzoñoso, debemos actuar rápidamente para disminuir las discusiones, eliminar las burlas, evitar la crítica y disipar el resentimiento y la ira.
No podemos darnos el lujo de estancarnos en esos sentimientos peligrosos, ni siquiera un día.
Saquemos ese veneno de nosotros, seamos raudos en perdonar y permitamos que “la paz de Dios gobierne en nuestros corazones” (Colosenses 3: 15).
Perdona, tú también fallas
Perdonar nos ayuda a recordar que nosotros también necesitamos perdón. Que no somos perfectos y, por lo tanto, también nos equivocamos (Romanos 3: 23).
Perdonar abre el camino para que Dios perdone nuestros pecados. Jesucristo dijo:
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial”. (Mateo 6: 14)
Un punto importante
Cabe resaltar que perdonar no debe confundirse con tolerar la maldad. El Señor dijo:
“Juzgad con justo juicio”. (Juan 7: 24)
El Salvador nos pide que perdonemos y combatamos la maldad en todas sus formas, aun cuando debemos perdonar a quienes nos hagan daño. Debemos actuar en forma constructiva para asegurar que el daño no vuelva a ocurrir.
Por ejemplo, una mujer a la que se le maltrate no debe buscar la venganza. Sin embargo, tampoco debe pensar que no puede tomar las medidas necesarias para prevenir futuros maltratos.
Un empresario al que se trate injustamente en una transacción, no debe odiar a la persona que no fue honrada, sino que podría tomar las medidas necesarias para remediar el error.
El perdón no requiere que aceptemos ni toleremos la maldad ni que hagamos caso omiso del mal que nos rodea. No obstante, al luchar contra el pecado, no debemos permitir que el odio ni la ira controle nuestros pensamientos o acciones.
Así́ que, la próxima vez que la amargura, el rencor o el desconsuelo toquen a tu puerta, elige perdonar y dejar todo en manos de Dios.
Fuente: Churchofjesuschrist.org e Instagram