¿Hubo realmente una “Gran Apostasía”?
¿Es posible que después de la muerte de Cristo, la Iglesia que Él estableció, se apartara de muchas de Sus enseñanzas? ¿Hubo realmente una “Gran Apostasía”?
Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días creen que después de la muerte de Cristo, la Iglesia que Él estableció se apartó de muchas de Sus enseñanzas.
Debido a la iniquidad de las personas, se perdió la autoridad del sacerdocio, muchas de las doctrinas de Cristo se corrompieron, y por muchos siglos el fuego del Evangelio se redujo a unas cuantas brasas.
Eso es hasta el siglo XIX cuando creemos que Jesucristo una vez más empezó a restaurar lo que se había perdido.
Pero la pregunta en la mente de todos es, ¿hubo realmente una apostasía? ¿Pudo esto haber sido posible? Hablemos del tema.
Lo que NO es
Antes de adentrarnos en esto, quiero aclarar 3 conceptos erróneos sobre la Gran Apostasía que tanto los no miembros como los miembros de nuestra Iglesia suelen creer.
Primero, la Apostasía no se dio de la noche a la mañana. Ocurrió gradualmente durante cientos de años.
Segundo, la Apostasía tampoco terminó de la noche a la mañana.
Y tercero, no creemos que todos los que vivieron durante la Apostasía fueron personas inicuas que carecieron de inspiración. No todo era malo.
“La línea de autoridad del sacerdocio se rompió. Pero la humanidad no quedó en absoluta oscuridad ni completamente privada de revelación o inspiración”. –Boyd K. Packer
Todavía había verdad y bondad al alcance, pero los Santos de los Últimos Días creen que las doctrinas fundamentales se cambiaron o se perdieron por completo de la iglesia.
Era necesario restaurar la naturaleza de Dios, el matrimonio eterno, las ordenanzas esenciales y, por supuesto, la autoridad del sacerdocio, entre otras cosas.
No es un “fracaso”
Mucha gente cree que no pudo haber habido una apostasía, porque si la hubo, eso significaría que Cristo “fracasó”. Seguramente mucha gente sintió lo mismo con respecto a Su crucifixión.
Su Salvador, su gran Líder, su Profeta, fue apresado y ejecutado públicamente. Sin embargo los cristianos saben que Cristo no fracasó. Sí, lo mataron, pero tres días después recuperó Su cuerpo físico y resucitó.
Si el cuerpo físico de Cristo puede morir y resucitar, no me resulta difícil creer que el cuerpo espiritual de Cristo, la Iglesia, también pueda desmoronarse para luego ser restaurada.
Pero retrocedamos un poco.
Una Iglesia de orden
Primero que nada, nuestro Dios es un Dios de orden, y Su Iglesia tenía una estructura. Cristo estaba a la cabeza, seguido por un quórum de 12 apóstoles.
Cuando murió el apóstol Judas, los apóstoles lo reemplazaron con Matías, manteniendo el grupo de 12. Aunque los apóstoles más adelante empezaron a caer como moscas, no se llamó a ningún apóstol nuevo al quórum.
Probablemente fue porque no pudieron enviar un tipo de mensaje de texto grupal diciendo: “Oigan, estoy a punto de ser decapitado. Empiecen a buscar mi reemplazo”.
Hubo un par de personas, como Pablo que fue algo parecido a un “apóstol honorario” pero que no formó parte de los 12. Por lo que uno de los cimientos de la Iglesia de Cristo comenzó a desvanecerse.
El inicio del fin
Los apóstoles no iban a dejarse vencer sin luchar. La segunda mitad del Nuevo Testamento nos muestra muy claramente que los apóstoles estaban tratando de corregir las falsas enseñanzas que empezaban a filtrarse en la iglesia:
En 2 Timoteo, mientras Pablo se encontraba en una prisión en Roma esperando ser ejecutado, escribió:
“Ya sabes esto, que me han abandonado todos los que están en Asia…”. – 2 Tim 2:15
Él habla de las personas que “[trastornaron] la fe de algunos” con falsas doctrinas. Él profetizó:
“Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina; sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán el oído de la verdad y se volverán a las fábulas”. – 2 Tim 4: 3
A los santos de Éfeso les dijo:
“Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al rebaño”. -Hechos 20: 28-31
A los Gálatas les escribió:
“Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No es que haya otro, sino que hay algunos que os perturban, y quieren pervertir el evangelio de Cristo”. –Gálatas 1: 6-7
Judas reconoció que se estaba distorsionando el evangelio.
“…me ha sido necesario escribiros para exhortaros a que luchéis enérgicamente por la fe que se ha dado a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente… hombres impíos, que convierten en disolución la gracia de nuestro Dios y niegan a Dios, el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo”. -Judás 1: 3-4
Más adelante escribió:
“Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, los que os decían: En los postreros tiempos habrá burladores que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu”. -Judás 1: 17-19
Comparado con:
“Hijitos, ya es el último tiempo; y como vosotros habéis oído que el anticristo había de venir, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto sabemos que es el último tiempo.
Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”. –Juan 2: 18-19
En Apocalipsis, el apóstol Juan reveló fuertes advertencias a la mayoría de las siete iglesias cuando la apostasía comenzó a dividirlas.
“De las siete iglesias, solo dos no fueron condenadas, y una de ellas había de sufrir el martirio. Una iglesia estaba lista para morir a causa de sus pecados, la otra había de ser vomitada por la boca de Dios.
Del resto, todas fueron culpables de un grave error, y a cada una se le dijo con palabras fuertes que si no se arrepentían serían rechazadas”. –Kent P. Jackson
Las escrituras hablan y hablan de profecías sobre la inminente apostasía y los ejemplos de la misma.
“He aquí, vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente andarán buscando la palabra de Jehová y no la hallarán”. –Amós 8:11-12
“Y la tierra se contaminó bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, cambiaron la ordenanza, quebrantaron el convenio sempiterno”. –Isaías 24:5
“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, que desea ser el primero entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo voy, recordaré las obras que hace, parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe y los echa de la iglesia”. –3 Juan 1:9-10
Una mirada más amplia
Y luego las escrituras finalizan, y tenemos que mirar más allá de ellas, en la historia, para saber qué es lo que sucedió después de la época de los apóstoles.
Eusebio cita a Hegesipo, un cronista de la iglesia primitiva, diciendo:
“… cuando el sagrado quórum de los apóstoles se extinguió, y aún la generación de aquellos que habían tenido el privilegio de escuchar su sabiduría inspiradora dejó de existir, entonces también surgieron las combinaciones de impíos errores por el fraude y los engaños de los falsos maestros.
Estos también, puesto que no sobrevivió ni un apóstol, de ese momento en adelante, sin vergüenza alguna, intentaron predicar su falsa doctrina contra el evangelio de verdad”. –San Hegesipo 110-180 d.C.
Este análisis es ampliado por historiadores posteriores.
“Con facilidad se podrá imaginar que la unidad y la paz no reinarían por mucho tiempo en la iglesia, ya que estaba compuesta por judíos y gentiles, que se miraban unos a otros con la más amarga aversión.
Además, como los conversos al cristianismo no pudieron extirpar radicalmente los prejuicios que se habían formado en sus mentes a causa de su formación, afianzada por el tiempo, trajeron consigo al seno de la iglesia algunos errores de sus antiguas religiones.
Y así, las semillas de discordia y disputa se sembraron fácilmente y no pudieron dejar de brotar para rápidamente convertirse en animosidades y disensiones, que en consecuencia estallaron y dividieron a la iglesia”. -Mosheim, “Una Historia Eclesiástica” Siglo I, Parte II, capítulo 3:11
Joseph Milner, en el capítulo 15 de “Historia de la Iglesia”, nos dice:
“Cuando por primera vez tuvo lugar la efusión del Espíritu Santo, estas cosas se enseñaron con poder, y ningún sentimiento que fuera en su contra pudo ser embargado ni por un momento.
A medida que, debido a la prevalencia de la corrupción humana y las artimañas de Satanás, el amor a la verdad disminuyó, herejías y diversos abusos hacia el evangelio aparecieron; y al estimarlos podemos tener una idea de la declinación de la religión verdadera hacia fines del [primer] siglo”.
Y más adelante… “Una nube sombría se cierne sobre el término del primer siglo. Las primeras impresiones producidas por la efusión del Espíritu son generalmente las más fuertes y las más decisivamente distintas que las del espíritu del mundo; sin embargo, la depravación humana, nacida por un tiempo, surge nuevamente, especialmente en la próxima generación.
De ahí los problemas de escisión y herejía. Su tendencia es destruir la obra pura de Dios”.
Verdades perdidas
Por más de 300 años los cristianos fueron presionados de manera externa a que abandonaran su fe debido a la persecución de judíos y paganos, mientras que las influencias de la filosofía griega y las creencias paganas y gnósticas distorsionaron el cristianismo desde adentro.
Las doctrinas con las que respetuosamente no estamos de acuerdo, como el bautismo infantil, el bautismo no inmersivo, la transubstanciación, el trinitarismo tradicional y el sacerdocio universal, son ejemplos de enseñanzas que creemos que no eran elementos de la Iglesia original de Cristo.
Pero una vez más, eso no quiere decir que toda la verdad se perdió. Hubo muchos cristianos maravillosos que vivieron durante la Apostasía, que hicieron lo mejor que pudieron con lo que tenían.
El evangelio abarca toda verdad, y todavía había mucha verdad, algo por lo que todos deberíamos estar eternamente agradecidos.
Lo que realmente define este tiempo como una apostasía fue la pérdida de la autoridad del sacerdocio.
Ahora, eso no quiere decir que nadie en la tierra tuviera el sacerdocio, sino más bien que eventualmente nadie en la tierra fue autorizado a usar ese sacerdocio para oficiar en la Iglesia y sus ordenanzas esenciales, como el bautismo.
Si eres católico, al escuchar esto pensarás, “espera un momento, el catolicismo puede trazar su línea del sacerdocio hasta Pedro. Esto nunca se perdió”.
Y en verdad respeto esa creencia, pero creemos que las profecías de Pablo y las de otros profetas, junto con la corrupción de las doctrinas fundamentales, ordenanzas y organización, son evidencia de que el sacerdocio no se transmitió o fue revocado en algún momento a principios de esa sucesión.
La creencia protestante más conocida es la de un sacerdocio universal, de la que hablaré en otro artículo. Los Santos de los Últimos Días son únicos en el sentido de que creemos que la autoridad del sacerdocio se perdió y que luego se restauró al profeta José Smith a principios del siglo XIX.
Esa fue una gran cantidad de información comprendida en un corto artículo. Espero que te haya gustado. ¡Que tengas un gran día!