La infertilidad no es agradable, pero a veces Dios nos da los Milagros
Descargo de responsabilidad:Esta es mi historia personal acerca de mi lucha con la infertilidad, y el eventual milagro con el cual el Señor me bendijo.Cada uno tiene su propia historia y sus propios puntos de vista. No estoy tratando de predicar en este artículo.
Yo soy la mayor de 6 hijos. Los primeros 4 de nosotros fuimos todos lo que llaman “gemelos irlandeses”, teniendo cerca de 18 meses de diferencia cada uno. Mi pobre madre se volvía loca con todos nosotros. Éramos como una manada de animales salvajes. Pero mi angelical madre no se desanimó. Y cuando terminó de criar bebés, ella albergó dos más. Yo estaba tan rodeada de niños que la idea de no poder tener hijos propios ni siquiera aparecía en mi radar.
El tiempo pasó rápidamente y me casé y con ganas de iniciar una familia propia. El primer año de casados yo estaba convencida de que iba a ser mi madre. Así que era muy cuidadosa con el control de la natalidad. Después de haber estado casados un año, decidimos que era el momento. Y me quedé embarazada enseguida. En mi mente este niño ya estaba empezando la escuela secundaria cuando a las 10 semanas de embarazo el obstetra no pudo encontrar el latido del corazón de mi bebé. Yo estaba destrozada.
Ahora, hay algo de lo que no me di cuenta cuando me casé, y es que los hombres y las mujeres se relacionan con el embarazo de manera diferente. Para una mujer, la prueba de embarazo positiva es un momento que quita el aliento por tener dentro a ese bebé. Y unas pocas semanas de vomitar las harán dedicarse a ese niño de una manera que se hace muy real. Para los hombres, el embarazo no es más que una invitación a “apuntar las fechas”. Ellos están esperando, y no quedan totalmente dedicados al bebé hasta que sostienen al bebé por primera vez. Hasta ese momento ellos las apoyan en el embarazo porque están dedicados a la mujer. Así que yo no entendía por qué mi esposo no estaba tan visiblemente devastado como yo. Él estaba dolido a su manera, pero habría sido más justo para él si yo no hubiera esperado que él actuara como una mujer.
Con el paso del tiempo me estaba recuperando emocionalmente de esta experiencia, mi esposo se graduó de la universidad y nos dirigimos a unagran aventura. Nos mudamos a 2.000 kilómetros para empezar en su primer trabajo en Philadelphia PA. ¡Qué increíble ciudad! Es a la vez el corazón de la Revolución de los EE.UU. y parte de la atención médica líder en el mundo. Así que fui a ver a un increíble doctor por ayuda. Ella era de apoyo, con experiencia, inteligente, y encontró el problema. Ahora, si usted nunca ha tenido la bendición de tener pruebas de diagnóstico de la infertilidad, es muy afortunada. No puedo imaginar nada más vergonzoso, invasivo y doloroso, tanto física como emocionalmente. Así que cuando una amiga les diga que está soportando este peso por el bien de una familia, denle un gran abrazo. ¡Ella lo necesita!
Cada historia de infertilidad tiene un punto en el que la mujer que lleva el papel principal se vuelve loca. Y yo no fui la excepción. Cada mes es un ciclo de esperanza, de contener la respiración, y de profunda depresión. Una siente esperanzas porque tiene a expertos para ayudar a superar los obstáculos a la maternidad. Luego debe contener la respiración a la espera de una prueba de embarazo positiva. Y una queda profundamente deprimida si esa prueba es negativa. Es un bucle que no se puede entender a menos que una misma haya estado allí, o que se tenga a alguien amado que haya estado allí. ¡Y es terrible! Sólo se puede montar ese tipo de montaña rusa durante un período de tiempo. Y mi desafortunado y pobre esposo llegó a montarla junto conmigo. Puso a prueba nuestro matrimonio hasta el límite. No podía soportarlo más. Y para empeorar las cosas, el médico quería comenzar la fecundación in vitro, porque ninguna otra cosa funcionaba.
Comencé a mirar alrededor. Mi compañera de trabajo estaba en el mismo barco. Ella estaba en la ronda 7 de la fecundación in vitro y había hipotecado todo lo que tenía en sus esfuerzos por iniciar una familia. He leído el material sobre lo que implicaba estar en el procedimiento. (¿Quieren asustarse más allá de lo imaginado? ¡Lean ese folleto!)En ese momento me encontré con un artículo de una revista sobre una mujer que se alejó de todas las cosas de la infertilidad, y la gran paz que encontró a causa de ello. Y decidí que necesitaba un descanso. Mi dulce esposo fue muy solidario. El costo había sido alto, tanto emocional como económicamente, y sabía que él necesitaba un descanso también. Pero yo siempre había querido ser mamá. Y acabar con todo por completo era muy difícil para mí. Así que fuimos con nuestro obispo y pedimos una bendición. En la iglesia SUD una bendición es cuando un poseedor del Sacerdocio coloca sus manos sobre la cabeza y espera a la inspiración del Señor. El Señor te da dirección, sanación, consejo y consuelo a través de estas bendiciones. Y yo necesitaba todo lo mencionado.
Cuando nuestro obispo puso sus manos sobre mi cabeza, me albergó una sensación de paz y propósito que nunca olvidaré. El Señor nos dijo que necesitaba de nuestro servicio en ese momento. Y que si nos le servíamos, con el tiempo Él nos bendeciría con un bebé. ¡Estaba eufórica! Hubiera escalado la montaña más alta si me lo hubieran pedido en ese momento. No pasó más de dos semanas, y el Señor cumplió con Su petición. Mi esposo fue llamado a formar parte del liderazgo para una congregación de Jóvenes Adultos Solteros recién formada. En una congregación como esa no hay servicios para los niños. Y las parejas con hijos nunca son considerados para el liderazgo en esos grupos. ¡Fue una gran experiencia! Teníamos la misma edad que la mayoría de los asistentes a la reunión, así que llegamos a sentirnos más como los hermanos mayores que como padres del grupo. ¡Me encantó cada minuto! Formamos lazos de amistad de por vida. Hicimos muchos recuerdos. Me olvidé por completo de la infertilidad. ¡Y la paz de dejar ir todo eso era increíble!
Alrededor de un año y medio en nuestras aventuras, tuve una sorpresa muy grande. Nunca olvidaré cuando le dije a mi esposo que estaba embarazada. Se lo dije que estaba a punto de salir para su trabajo en la mañana. Parecía como si estuviera super relajado, tranquilo y sereno. Es decir, hasta que se rompió la manija de la contrapuerta al salir. Nunca la reparé mientras vivimos allí porque era un recuerdo muy dulce. Fui a mi médico al día siguiente. Yo tenía un embarazo de alto riesgo, y tenía que hacerme ecografías cada semana durante el primer trimestre. Nunca olvidaré cuán aturdido estaba mi doctor. No paraba de decir una y otra vez “Usted lo logró por sí misma. ¡Usted lo logró por sí misma!”. Tuve que recordarle suavemente que el Señor había hecho esto, no yo.
Después de un embarazo largo y difícil, mi hermoso niño nació perfecto y completo. Él es la luz de mi vida, y trae alegría a mi corazón todos los días. Desde su nacimiento, he aprendido más del gran milagro que él es. Resulta que yo tenía más padecimientos médicos de los que era consciente. Del tipo que debería haberme matado durante el embarazo, y casi me mata después. Pero el Señor fue fiel a Su palabra. Me dio el don de la maternidad, y me bendijo con vivir para llegar a disfrutar de ella. Y cada vez que tengo la oportunidad de contar mi historia, es otra oportunidad de compartir mi testimonio de Su bondad y Su gracia. Y cada vez que veo a mi pequeño sonreír me recuerda todas aquellas noches en que le rogué al Señor que me diera un bebé. Y estoy muy agradecida por este viaje. No fue fácil, pero me ha hecho estar muy agradecida por mis bendiciones. Sin esta experiencia no habría valorado la maternidad tanto como ahora lo hago. Antes de esto yo suponía que iba a estar como mi madre, agobiada con los niños. Pero ahora valoro cada día con mi hijo. No molesto al Señor con tener más hijos, estoy muy agradecida por el que tengo. Sé que siempre estaré en deuda con Él por este enorme regalo.
Patty Sampson – ha escrito 8 artículos en este sitio.