Misioneros que regresan a casa antes de tiempo. Eliminando el estigma
El tema de regresar a casa antes de tiempo después de ser misioneros es algo muy delicado. Eso es algo que, como una misionera que pasó por eso, conozco a la perfección. Regresar a casa es difícil por sí solo, pero tener que hacerlo prematuramente es un tema completamente diferente.
Mi experiencia como misionera fue particularmente complicada, tal como ya lo he dicho en algunos de mis artículos anteriores.
Mi misión fue increíblemente difícil y sé que es así para cualquiera que sirva o haga sus mejores esfuerzos por servir. Es a través de mi experiencia que llegué a sentir que hay muy poca información sobre cómo lidiar con este problema. Mi deseo es que todos podamos unirnos para eliminar el estigma que implica volver temprano a casa y, en última instancia, fomentar la aceptación y el amor sin importar la situación.
“De cierto, de cierto os digo, que cuando doy un mandamiento a cualquiera de los hijos de los hombres de hacer una obra en mi nombre, y estos, con todas sus fuerzas y con todo lo que tienen, procuran hacer dicha obra, sin que cese su diligencia, y sus enemigos vienen sobre ellos y les impiden la ejecución de ella, he aquí, me conviene no exigirle más a esos hijos de los hombres, sino aceptar sus ofrendas.” (DyC 124:49)
Si estás luchando por saber cómo darle la bienvenida a casa a un Misionero que regresa antes de tiempo (lo llamaremos MRAT por el momento) o simplemente estás buscando consuelo por tu propia experiencia de retorno prematuro, espero que este artículo te pueda ayudar.
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He meditado mucho sobre cómo hablar sobre este tema, a pesar de que en un principio se me dificultó saber cuánto debería compartir de mi propia experiencia. En mis esfuerzos por abstenerme de compartir demasiado, he omitido detalles.
Me he sentido incomoda más de una vez, cuando los miembros, aunque bien intencionados, han compartido de más en el púlpito. Espero que vean que mi intención no es la de compartir en exceso, sino que se trata de describirles honestamente mi experiencia.
Tal vez es el elemento de anonimato que proporciona escribir en la web, pero he sentido la necesidad de compartir mi historia abiertamente. Mientras lees esto, te pido que recuerdes que esto es muy personal. No deseo utilizar este artículo como una plataforma para buscar atención, y agradecería especialmente si todos se abstuvieran de juzgar o criticar. Comparto lo que comparto porque siento que mi experiencia es bastante única, es por esa razón que tengo una perspectiva diferente desde la cual puedo hablar sobre el tema.
Cada experiencia es diferente
Planeo hablar sobre las diferentes razones por las cuales los misioneros regresan a casa. Cada una de ellas. No quiero juntar ninguna de estas razones. Nadie debería leer esto y pensar, “aquí vamos otra vez, otro artículo sobre misioneros que retornan a casa por razones de salud.” Esto no se trata sólo de salud mental o salud física.
Algunos tuvieron que regresar debido a problemas de dignidad o tragedias familiares y personales. Planeo abordar todas estas razones. Cualquiera que sea tu razón, el Señor conoce tu corazón. Él conoce tus intenciones y conoce las intenciones de todos aquellos misioneros que pudieron servir durante el periodo de sus misiones de tiempo completo.
Es posible que te hayan regresado a casa por diferentes razones. Lo que sea que fue, reconócelo, apodérate de él. No dejes que él te posea. Si lo dejas tener demasiado poder sobre ti, te consumirá. Resiste el impulso de culpar a nuestro Padre Celestial, Él no nos hace estas cosas. Todas las cosas pueden ser previstas por Dios, pero no son causadas por Él. Algunas veces nuestro mejor esfuerzo puede no dar los resultados que queremos y tenemos que aprender a estar bien con eso.
Porque eres único, tu misión también lo es
En las palabras del Elder Holland, “no todas las misiones duran 18 meses o dos años. Esa es una invención moderna.” ¡Cumpliste la misión que pudiste! Él te ayudó a hacer algo que no pudiste. Atesora lo que tuviste, no te disculpes cuando las personas te pregunten si serviste o no. No es necesario seguir el sí con un “pero” fueron sólo tantos meses.
El tiempo del servicio no es relevante cuando los problemas que enfrentamos no son nuestra culpa; incluso si los problemas que enfrentaste como un MRAT fueron tu culpa, tal como lo fue para mí, el Señor te ayudará a que todo funcione para tu propio bien si haces tu mejor esfuerzo en seguirle.
Piensa en lo que te motivó a servir en primer lugar. Permítete seguir motivado por esa misma razón a medida que avances en tu vida. Está bien no sentirse bien a veces. Es normal ser un MRAT, más personas están pasando por experiencias similares de lo que te imaginas.
Mi historia
Me doy cuenta de que, muy aparte de los extraños, es muy probable que este artículo sea leído por amigos, familiares y personas que han oído rumores de mis desafíos que por aquellos que sirvieron en mi misión o viven en ella.
En primer lugar, me gustaría pedir perdón a todos los que pude haber herido a través de mi experiencia como misionera. El dolor que causé nunca fue intencional.
Regresar prematuramente a casa es especialmente difícil porque tus desafíos son más públicos a comparación de otros, incluso si supieran o no del por qué. La gente puede ver que has retornado a casa antes de tiempo y que estás sufriendo.
En mi caso, la mayoría de miembros fueron increíblemente comprensivos y solidarios. Otros, sin embargo, hicieron preguntas indagatorias e inapropiadas. Los días en que esto sucedía eran los más difíciles para mí. Cualquiera que haya retornado antes de tiempo a casa, puede dar fe de que hay días malos como días buenos.
Mi primer domingo después de regresar a casa
Asistir a la capilla ese primer domingo después de retornar puede ser increíblemente aterrador. Puedes obtener muchas miradas desconcertadas y tal vez incluso algunos comentarios con buenas intenciones, pero que lamentablemente no ayudan; aún así, la experiencia no es tan aterradora como parece.
Si alguno de ustedes ha retornado recientemente y se siente de esta manera, entiende que ese el adversario. Él quiere que te sientas incómodo en el lugar donde deberíamos sentirnos más como en casa. Quiero que sepas que puede que no te sientas cómodo de inmediato, pero sé que lo harás con el tiempo.
Mi temor estaba principalmente impulsado por mi ansiedad personal sobre la situación, pero no fue un reflejo de como fui recibida en mi barrio. Mi barrio es increíble y muchas de las personas que son parte de él, jugaron un papel importante en mi proceso de curación, aunque lo supieran o no.
Si estás nervioso, y tómalo de alguien que lo sabe, cada domingo se pone mejor, el Señor verá tus esfuerzos. Para algunos, algo tan simple como asistir a la capilla se hace con poco o ningún esfuerzo; pero para ti, puede ser un gran obstáculo y Él lo sabe.
Cuando llegué a casa la primera vez, sentí que decepcioné a mucha gente y, aún más doloroso, que me había decepcionado a mí misma. Desde ese momento, aprendí a estar agradecida y a aceptar mi experiencia en la misión, pero esto no fue fácil. A veces me sentía sin esperanza alguna, pero con el apoyo de mis compañeros, amigos y familiares, pude superarlo.
Los remordimientos no son productivos
No tuve bautismos que contar en mi experiencia, lo que agregó mucho a mis sentimientos iniciales de fracaso. La mayor parte de mi servicio misional consistió en reactivar familias menos activas. Me sentí bendecida de haber sido parte de eso; pero no importaba cuántas veces me lo dijeran o que supiera que los números no importaban, no podía evitar sentirme un poco desanimada. Este es un sentimiento común entre los MRAT, creer que no hicimos lo suficiente; sin embargo no es productivo pensar en cosas que no podemos cambiar. Aprendí que mi misión de 15 meses era la misión que debía servir.
La primera vez que retorné
Debido a las malas decisiones que tomé antes de mi misión, me fue necesario regresar a casa para arrepentirme después de haber estado cinco meses en el campo. Todavía recuerdo haber estado sentada en el aeropuerto sintiéndome sola y sin esperanza. Ese viaje en avión me pareció durar una eternidad. Me encontraba siempre al borde de las lágrimas y con las justas podía de mantener la calma.
A pesar de mi desesperación y otros problemas que tuve que sobrellevar en mi casa, incluido un aislamiento devastador y el final de una relación que pensé que podría ser eterna, trabajé arduamente con un objetivo en mente: volver al campo misional y terminar lo que había comenzado.
Después de casi siete meses de trabajo de refinamiento espiritual, me autorizaron regresar a la misma misión. Volví con un corazón cambiado y lleno de ansiedad por saber cómo sería recibida. Era difícil adaptarse a la vida de la misión una vez más. Algunos días fueron más fáciles que otros, pero seguí adelante con la ayuda de mis dos asombrosos Presidentes de misión y compañeras inspirados.
La segunda vez que retorné
Después de volver a México por un total de aproximadamente 15 meses, descubrí que, de alguna manera, había fallado una vez más. Mi compañera y yo nos volvimos increíblemente desobedientes. Deliberadamente rompimos las reglas de la misión que sabíamos que no deberíamos de romper y poco a poco nos hundimos en un agujero más profundo.
Debido a nuestras acciones y algunas razones de salud emocional (que probablemente motivaron mis acciones desobedientes, pero de ninguna manera las justificaron) se vio necesario que nos enviaran a casa a los dos.
Por un tiempo, traté de comprender cómo pude haber tenido un lapso de juicio tan devastador. Así mismo, aprendí rápidamente que tratar de entender el por qué detrás de mis acciones era inútil. Por el contrario, necesitaba centrarme en cómo iba a perseverar y salir adelante, y cuál sería mi respuesta ante la adversidad que yo misma había traído sobre mí.
La oscuridad que me rodeaba esta segunda vez parecía aún más impenetrable que la vez anterior. Sentí que había desperdiciado por completo la oportunidad que mi Padre me había dado al regresar al campo misional.
¡Sólo me quedaban tres meses! “¿Cómo pude haber dejado que esto sucediera?”, pensé.
Con la ayuda de mis amorosos padres, abuelos y amigos, pude no sólo superar esta experiencia sino aprender de ella.
Todos estamos heridos y quebrantados a nuestra manera. Ya sea que hayamos causado el problema o no, el Señor está familiarizado con nuestras experiencias únicas. Mi experiencia requirió que confiara mucho en el Señor. Ahora puedo hablar y reflexionar sobre mi experiencia misional con cariño.
La luz puede venir de la oscuridad
Algo positivo que he aprendido de mi experiencia es que podemos usar nuestra oscuridad para traer luz a los demás. No tenemos que estar sanados por completo para ayudar a otros. Ya sea que las heridas que estás sanando sean mentales, emocionales, físicas, espirituales o una combinación de las mismas, estas no tienen que estar completamente curadas para que puedas avanzar.
Los desafíos que tenemos pueden ser el vehículo que proporciona una ayuda a otra persona. Descubrí que podía ayudar a un amigo muy cercano que estaba pasando por algo igualmente difícil. Nos pudimos apoyar el uno al otro, aún con nuestros desafíos. Aunque nuestras oscuridades puedan ser diferentes, la luz sanadora es siempre la misma, es constante, nunca se apagará.
No hay nada más cliché, pero tan adecuado que representar la luz que Cristo puede traer a nuestras vidas que la metáfora del faro. Esta se presenta como una advertencia de posibles peligros y como una señal que nos indica que el refugio está cerca.
La máxima fuente de luz y fuerza que he recibido a lo largo de toda mi experiencia ha sido Cristo. Han habido otras personas y cosas que me han ayudado, pero he descubierto que cuando esas otras cosas fallan o dejan de brindar el alivio que solían dar, Cristo nunca me falló. Puede que yo le falle o que no esté a la altura, pero Él siempre ha estado y estará allí para cuando decida regresar a Él.
Mira el lado positivo
Esa oscuridad puede purificarnos y refinarnos.
Aprende a canalizar tu dolorosa experiencia hacia algo positivo. Date cuenta de lo que obtuviste debido a tu experiencia. Deja de enfocarte en lo que no puedes hacer o no pudiste hacer en tu misión. Enfócate en lo que puedes hacer ahora con eso y lo que puedes continuar haciendo. Enfócate en lo que es único para ti y úsalo para ayudar a otros.
En lugar de dejar que el hecho de que hayas regresado a casa antes de tiempo te controle, contrólalo. Canaliza el dolor que probablemente sentiste como resultado de tu experiencia hacia ayudar y relacionarte con los demás.
Regresar por salud mental
Si llegaste a casa por razones de salud mental, es probable que estés luchando con sentimientos de incompetencia y arrepentimiento. Lo único que sé, es que el Señor te comprende y que Él, incluso, entiende tu condición probablemente mejor que tú.
No hay necesidad de avergonzarse de las enfermedades mentales y emocionales. No deberías avergonzarte más por tener depresión, ansiedad o cualquier otra combinación de las diversas enfermedades mentales que nos aquejan que por tener cualquier enfermedad física.
La enfermedad mental no viene como consecuencia de la falta de fe u obediencia. Un concepto erróneo muy común con respecto a la enfermedad mental, es que puede ser quitado si te lo propones. Sin embargo, lidiar con enfermedades mentales no es una cuestión de fuerza de voluntad. No hay forma de estar completamente curados, pero hay una manera de vivir una vida plena y feliz incluso con una enfermedad mental. Una gran Autoridad General a la que puedes acudir si estás luchando con esto es el Elder Holland, un ejemplo de esto es el siguiente discurso “Como una vasija quebrada”.
La enfermedad mental se manifiesta con situaciones estresantes
Quizás te preguntes por qué desde antes no estabas al tanto de la enfermedad que causó que te enviaran a casa. Eso es porque una enfermedad mental se manifiesta en situaciones altamente estresantes, y una misión es estresante no sólo para el cuerpo, sino también para la mente, las emociones y el espíritu. Es probable que la enfermedad siempre haya estado latente hasta que fue desencadenada por la atmósfera estresante de la misión.
Si tu enfermedad ha surgido en gran parte como resultado de un abuso, recuerda que el Señor te juzgará por lo que hubieras sido si el abuso nunca te hubiera ocurrido. Él no te hace responsable del daño que has sufrido a manos de otros. Dios no quita todo el sufrimiento de los justos, pero Él siempre les proporcionará un camino.
Se supone que sólo deberías escalar montañas, nunca se supuso que tenías que cargarlas. Si tu enfermedad es debilitante, busca la ayuda que necesitas. Hay muchos profesionales en salud mental que también son miembros de la Iglesia y están listos para ayudarte a encontrar el alivio que anhelas. Sí es posible, sin embargo la curación y el alivio, tal como con cualquier otra herida, toma tiempo. Date tiempo.
Regresar por salud física o lesión
Las lesiones físicas y los problemas de salud son una de las principales razones por las cuales las personas no pueden cumplir los 18 meses completos o dos años de sus misiones. Algunas pueden ser condiciones preexistentes, pero en su mayoría, muchos son enviados a casa por problemas de salud que desarrollaron en sus misiones o que incluso ocurrieron como resultado de los extenuantes requisitos físicos de la misión. Cualquiera que sea tu circunstancia, tienes que saber que el Señor ya pasó por eso. Él ya ha sentido cada dolor que sentiste y que experimentarás.
Si la naturaleza exacta de lo que está afectando tu cuerpo aún se desconoce, resiste. Entiendo que, para muchos, incluso después de repetidas visitas al médico, es posible que todavía no comprendas completamente lo que está sucediendo con tu cuerpo. Esto puede ser frustrante, especialmente cuando la gente hace comentarios como “¿estás seguro de que no esto sólo ocurre en tu cabeza?” El Señor sabe cómo te sientes. Si padeces una enfermedad indefinible, no permitas que lo que no sabes te consuma. Confía en que el Señor permitirá que todo trabaje en conjunto para tu bien.
Regresar por una tragedia
Cosas malas le pasan a la gente buena. Este es un efecto secundario de vivir en este mundo. Si llegaste a casa por la pérdida de alguien cercano a ti, resiste la tentación de estar enojado con Dios. No puedo imaginar cómo debe sentirse perder a alguien cercano a ti. Muchas personas no conocerán este sentimiento, pero Dios está aún más familiarizado con él de lo que sabemos. Perdió 1/3 de sus hijos ante al adversario antes de que vinieran a la tierra. Él mira a sus hijos caer constantemente. Lo que le da alegría y consuelo, de eso estoy segura, es cuando sus hijos vencen la adversidad que les sobrevino.
No te desanimes con las historias de otros misioneros que perdieron a sus seres queridos y se quedaron en el campo misionero de todos modos. Cada situación es diferente. Es posible que lo que podrías aprender al llegar a casa supere con creces lo que podrías haber aprendido permaneciendo en el campo. También podría darse el caso de que alguien en tu casa pueda necesitarte más que alguien en el campo misional.
Confía en que el Señor tiene un plan para tu vida y que nos conoce y conoce nuestras capacidades. Él nunca te abandonará. Apóyate en su glorioso Plan de Salvación para obtener fuerza y esperanza.
Regresar por dignidad
Por último, me gustaría hablar sobre las personas que tuvieron que regresar a casa antes debido a sus propias decisiones equivocadas. Si esta fue tu experiencia, tú tendrás o probablemente estés luchando con sentimientos de incapacidad y desesperanza. Recuerda que el Señor te ama sin importar tus debilidades, y te ha proporcionado una manera de volver a ser limpio. Encuentra consuelo en el hecho de que “aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos” (Isaías 1:18)
Siempre me cuesta hablar de la Expiación porque no hay una forma de expresar adecuadamente la exquisitez de Su sacrificio. Es la luz en toda la oscuridad. Si fueras la única persona en la tierra, Él aún habría venido y realizado la Expiación por ti. Cristo será tu mayor defensor a lo largo de tu vida. Si alguna vez te resulta demasiado difícil pararte, arrodíllate.
La oración será tu mejor herramienta a medida que atravieses cualquier proceso disciplinario que se requiera por tu situación. Más personas de lo que crees han pasado por esto y es algo muy personal. Sigue de cerca el consejo de tu obispo, él te ayudará a atravesar este territorio desconocido y te ayudará con tu objetivo de regresar a una buena posición. El sanarse y alcanzar un arrepentimiento completo es posible. ¡Soy un testimonio de eso!
Mission Fortify
Recientemente asistí a una conferencia de MRAT realizada por la organización sin fines de lucro Mission Fortify cuya misión es ayudar a todos los misioneros retornados. Cada cierto tiempo organizan conferencias en las que los líderes comparten sus experiencias personales y el regresar antes de tiempo, y brindan orientación sobre cómo avanzar. Es un gran recurso, especialmente para aquellos que han regresado a casa recientemente.
En la conferencia a la que asistí, un Presidente de Estaca y su esposa hablaron sobre sus propias experiencias con una enfermedad mental y cómo esto le ayudó a ayudar a otros con su experiencia al respecto. Otro de los discursantes era un trabajador social licenciado, él habló sobre lo que es una enfermedad mental y lo que no es. También habló sobre cómo han habido muchas autoridades generales que han tenido problemas con enfermedades mental, incluido George Albert Smith.
A pesar de que he estado en casa por casi dos años, esta conferencia fue increíblemente informativa y curativa para mí, y sería un gran recurso para cualquiera que tenga dificultades con retornar a casa prematuramente.
Para los padres y seres queridos
No hagan juicios. Es algo muy importante. Las conversaciones aparentemente inofensivas que tenemos sobre los chismes de nuestras misiones son destructivas. He participado y he sido víctima de esto. Eso sólo perpetúa el estigma de la vergüenza y la desilusión.
Intenta evitar decir “Sé cómo te sientes”, porque la verdad es que no, y eso está bien. Incluso si tú eres un MRAT que asesora a otro MRAT, comparte tu experiencia, pero no digas que sabes cómo se siente, porque la experiencia de cada individuo es diferente. Anímalos a permanecer cerca del evangelio. Estate allí para ellos cuando sientan que no tienen a nadie más.
Los MRAT son un grupo que cada vez más crece más. Existe una gran necesidad de fomentar el amor y el servicio a todos los misioneros que regresaron antes temprano a casa. Ya no deberíamos ignorar este problema, deberíamos aprender a hablar sobre él de una manera respetuosa y sin prejuicios. No hay necesidad de evitar el tema o fingir que no sucede, hacer esto sólo fortalece el estigma.
Lo que los misioneros necesitan cuando vuelven a casa es ser apoyados y amados. Necesitan refugio de la culpa interna y de la silenciosa presión de la cual nadie hable pero sienten. Sé ese apoyo para ellos. Si no sientes que entiendes o puedes relacionarte con ellos, haz tu mejor esfuerzo. Están peleando una dura batalla y te necesitan.
Este artículo fue escrito originalmente por Thea Olson fue publicado por mormonhub.com el título: “Early Returned Missionaries; Eliminating the Stigma”