5 razones por las que los misioneros retornados se inactivan

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Recientemente regresé de mi misión en Layton, Utah. Serví durante dieciocho meses y escuché las muchas advertencias sobre el peligro de inactivarse en la Iglesia.

Había escuchado todo eso antes y durante mi misión, pero aquello no fue suficiente para prepararme para lo que vendría.

Ha habido un aumento en los misioneros retornados que se inactivan, y lo cierto es que en su mayoría no tiene nada que ver con estar ‘verdaderamente convertido’.

Hay muchos factores que influyen en la inactividad, e incluso en abandonar totalmente la Iglesia. Me gustaría contarte algunas de las cosas por las que pasé en mi viaje de regreso a Dios.

1. El cambio repentino de un entorno a otro

Imagen: Canva

Este punto está más ligado a la sociedad actual que con la cultura misional, pero afecta todo lo que hacemos como misioneros.

Durante la misión, se espera que todos se enfoquen al 100% en la obra, sigues pautas y trabajas con metas sin caer en las distracciones que el mundo ofrece.

Te podrás imaginar lo discordante que es atravesar un cambio de un entorno en el que te esforzabas por servir a los demás a un entorno donde debes enfocarte en cosas que no habías tocado por un largo tiempo como los estudios, buscar empleo, problemas familiares y las expectativas que tenías de seguir con los hábitos que cultivaste en la misión.

Puede que en un momento te sientas absolutamente inservible por no hacer ninguna de las cosas que aprendiste en la misión o que se esperan de ti de manera profesional o personal.

Ya no sirves tanto a las personas, no estás 100% involucrado en compartir el Evangelio y de repente tienes otras obligaciones. Sientes que no aprovechas cada minuto del día con tareas y te sientes mal por ello.

Esto puede hacer que midas tu productividad con un estándar que no se adapte a tu realidad.

Adaptarse nuevamente a la vida después de la misión debe ser un proceso que te tome el tiempo que necesites para sentirte cómodo contigo mismo y las nuevas responsabilidades que afrontas.

No olvides que la misión es una guía de cómo puedes vivir tu vida y, como en todas las cosas, debe haber un balance entre tu lado espiritual y tu vida personal.

2. Satanás

la caída de satanas

Fuente: Internet

Me advirtieron sobre las pruebas que enfrentaría antes y durante mi misión. Tenían razón. Lo que no me dijeron, sin embargo, es que Satanás también me atacaría después de retornar.

Vivimos en una época en la que los ataques de Satanás son cada vez más diversos y personales. Esto se debe en gran parte al inevitable regreso de nuestro Señor Jesucristo.

Satanás ha tenido cientos de miles de años de experiencia para desarrollar sus habilidades y las está usando AHORA.

Los misioneros retornados y los misioneros que sirven actualmente, están librando una gran batalla. Satanás quiere incapacitar a todos los guerreros que pueda encontrar.

Quiere arruinarles la vida porque se interponen en su objetivo y su reino, por lo que tratará a toda costa de retener sus almas. Conseguir que dejen de hacer las cosas simples y sencillas del Evangelio es una victoria para él.

He caído en esta trampa y fue porque creí en sus mentiras. Él ha estado a mi lado todos los días desde que regresé de la misión, obrando en mí lentamente y sin cesar con el fin de guiarme por el camino equivocado.

Al igual que yo, tú también puedes levantarte y seguir luchando. No tenemos que hacerlo por nuestra cuenta, tenemos ayuda de los cielos a nuestra disposición.

3. Odio hacia uno mismo

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Imagen: Canva

Sufro de depresión leve. Esto, por supuesto, no significa que todos los misioneros pasen por lo mismo. Esta es solo mi experiencia personal.

Mi depresión jugó un papel importante en idealizar las mentiras de Satanás y encontrar consuelo en la oscuridad.

Me sentía desesperada, lejos de Dios e inservible. No puedo culpar de todo a mi depresión, pero no voy a negar que jugó un papel importante.

Tuve que aprender a lidiar con mi depresión de una manera diferente a cómo lidié con ella en la misión. Todavía estoy aprendiendo.

Sin embargo, a juzgar por el número creciente de casos de enfermedades mentales, que superan en número a los casos de cáncer en las estadísticas, es seguro decir que la mayoría de los jóvenes de esta generación de misioneros sufre enfermedades mentales o tienen a alguien en su vida que las padece.

Las enfermedades de salud mental se han convertido en un problema frecuente en nuestra sociedad que no se puede curar solo con palabras.

Muchas personas carecen de amor por sí mismas y tratan de encubrir sus inseguridades con hábitos que no edifican. Como resultado, su cuerpo y su alma sufren las consecuencias.

Y por supuesto, si no te amas a ti mismo, no podrás sentir el amor de Dios por ti. Él no te ha dejado, simplemente no te permites ser amado.

Tuve que entender que el no servir a Dios como lo hacía en la misión no significaba que Él me abandonaría o dejaría a mi suerte para sufrir mis nuevos desafíos sola.

4. Adicciones

Imagen: Shutterstock

Tenía una adicción a la pornografía que pude controlar antes de mi misión con la ayuda de mi obispo. Esta regresó con toda su fuerza cuando me sentí en el nivel más bajo de mi vida.

Satanás susurraba constantemente en mi oído: “¿Cuál es el punto? No puedes mejorar sin importar lo que hagas, sin importar lo que intentes, y siempre serás un caso perdido”.

Escuchaba cosas como: “No eres digna de asistir a la Iglesia”, “Eres una decepción para Dios. Eras muy fuerte, pero mírate ahora”.

La pornografía era un escape de mis sentimientos negativos. Estaba en un ciclo constante de autodesprecio. Me sentí abandonada, sola y que merecía lo que me estaba pasando.

La adicción puede hacer que alguien deje de asistir a la Iglesia por vergüenza y culpa, pero debemos recordar que justamente es Jesús quien puede sacarnos del agujero donde nos encontramos.

Él es la luz que puede ahuyentar toda oscuridad. No hay nada que hayamos hecho que puede colocarnos fuera del alcance de los brazos de Su amor y perdón.

Solo debemos acudir a Él, por más difícil que parezca. La Paz que vendrá a ti definitivamente lo vale.

5. La soledad

Imagen: Canva

Esto, por supuesto, nuevamente, no se aplica a todos los misioneros. Sin embargo, cuando un misionero regresa a casa, la falta de comprensión de quienes lo rodean puede ser deprimente.

Hay una expectativa silenciosa de que un misionero retornado regresará como un guerrero fuerte y espiritual, depende del misionero que esto sea cierto o no.

En mi caso yo estaba vulnerable. No tenía amigos y eso jugó un papel importante en mi asistencia a la Iglesia. Todavía asistía para tomar la Santa Cena, pero no me quedaba para la segunda hora.

Me enorgullece decir que ahora asisto a la Iglesia a pesar de mi historial de adicciones y debilidades, pero puedo ver cómo fácilmente uno podría alejarse en lugar de aceptar la ayuda que se da a cada uno de nosotros.

No te rindas

Imagen: Canva

¡¡ÁMATE A TI MISMO!! No serás perfecto, pero obtendrás el poder para hacer las cosas pequeñas. No importa si al principio das pasos pequeños, lo que importa es que avanzas.

¿Leíste tus escrituras hoy? ¡Excelente!

Espera un segundo, ¿solo pudiste leer un par de versículos? ¡Eso está bien! Al menos pudiste leer algo.

¿Podrías leer un versículo más la próxima vez? ¡Claro que sí! ¡Este NO es el final para ti!

Hay mucho que podemos hacer para vencer al enemigo de nuestras almas. Solo debemos de luchar con la misma intensidad que él y alejarnos de aquello que sabemos solo nos hará sentir mal y en miseria.

Es mi deseo que al leer esto puedas recordar lo que sentiste al compartir tu testimonio en la misión y las razones por las que sigues siendo un amado hijo de Dios. Para Él, no hay ovejas perdidas.

Tal vez las palabras del élder Jeffrey R. Holland puedan reconfortarte:

“Por más tarde que piensen que hayan llegado, por más oportunidades que hayan perdido, por más errores que piensen que hayan cometido, sean cuales sean los talentos que piensen que no tengan, o por más distancia que piensen que hayan recorrido lejos del hogar, de la familia y de Dios, testifico que no han viajado más allá del alcance del amor divino. No es posible que se hundan tan profundamente que no los alcance el brillo de la infinita luz de la expiación de Cristo”.

Fuente: Faithful discourse

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