Los creyentes y los no creyentes tienden a estar de acuerdo con que la historia de Jesucristo inspira a las personas a aligerar las cargas de los demás. Una de Sus enseñanzas más influyentes es:
“El que es el mayor entre vosotros será vuestro siervo” (Mateo 23: 11).
Al practicar lo que predicaba, Jesús prestó ayuda a los pobres, los necesitados y los enfermos. Con ternura y compasión, Él sanó y consoló. Muchas personas intentan seguir este ejemplo, pero a veces olvidan que Jesús también aceptó la ayuda de los demás o incluso la pidió.
Jesús aceptó con gratitud la ayuda de los demás
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Si bien Jesús vivió Su vida y la dio para el beneficio de los demás, no debemos tener la idea de que intentar ser más como Él requiere que siempre seamos los que prestemos ayuda y no los que la reciban.
Hay muchos ejemplos de Jesús pidiendo ayuda y/o recibiéndola con gratitud cuando se la ofrecen. En el Getsemaní, Él le pidió al Padre que lo liberara del sufrimiento si era posible. Si bien Él sufrió voluntariamente el castigo por los pecados de la humanidad, Él no rechazó al ángel que se le envió para consolarlo.
Un Jesús agotado aceptó la ayuda de Simón para cargar la cruz. El burro que Él montó para ir a Jerusalén fue prestado. Él alimentó a la multitud de 5 000 personas con los panes y los pescados que le ofreció un niño. Cristo aceptó con amor que la mujer penitente ungiera Su cabeza y lavara Sus pies con sus lágrimas.
Hay muchos más ejemplos. Que Jesús aceptara la ayuda de los demás no fue, de ninguna manera, una muestra de debilidad. Él entendió que permitir a los demás que le sirvieran, brindaba una oportunidad para que ambos expresaran amor y fortalecieran su relación, al igual que cuando Él les sirvió.
Cómo recibir ayuda nos permite crecer
El Élder Dieter Uchtdorf explicó:
“’Más bienaventurado es dar que recibir’, pero me pregunto si a veces rechazamos o incluso menospreciamos la importancia de ser los que recibimos con bondad… A veces, llega el punto en el que las personas no pueden recibir un regalo o ni siquiera un cumplido sin sentirse avergonzadas o tener sentimientos de estar en deuda”.
“Toda dádiva que se nos brinda, especialmente una que provenga del corazón, es una oportunidad para crear o fortalecer un lazo de amor. Cuando recibimos con bondad y agradecimiento, abrimos la puerta para intensificar nuestra relación con el que obsequia la dádiva… ¿Hemos recibido esas dádivas con humilde gratitud, con alegría? ¿O las rechazamos por el orgullo o un falso sentido de independencia?”
Con demasiada frecuencia, nuestras relaciones resultan afectadas por nuestro “orgullo y falso sentido de independencia”. Los matrimonios resultan afectados debido a que las parejas esperan demasiado tiempo para pedir ayuda. He visto distanciamientos innecesarios cuando los miembros de la familia no permiten que les demuestren amor a través del servicio o gratitud.
Algunas personas dicen que no piden ayuda debido a que “no desean ser una carga”. Al hacer eso, impiden la oportunidad de que los demás hagan lo que Jesús hizo. Es decir, compartir y aligerar las cargas de los demás, brindar consuelo y fortaleza. Al final, esas personas terminan sin la ayuda que puede quitarles o, al menos, aliviar sus cargas.
Al considerar la historia y la vida de Jesucristo, recordemos Su ejemplo, no solo al ayudar a los demás, sino al pedir y aceptar ayuda. Recordemos que Él mostró gratitud genuina, no rechazo debido al orgullo. Se ha recordado su historia a lo largo del tiempo porque Él sabía cómo amar al dar y recibir, servicio y bondad.
Espero que esto te haya servido.
Fuente: Third Hour