¿Por qué se dio la restricción del sacerdocio a los hombres de color negro?

iglesia sud

Actualmente en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, todos los hombres dignos pueden poseer el sacerdocio y todos los hombres y mujeres pueden participar en las ordenanzas sagradas del templo.

Sin embargo, ese no fue siempre el caso.

sacerdocio

Desde mediados del siglo XIX hasta 1978, la Iglesia no ordenó a hombres afrodescendientes negros a su sacerdocio ni permitió que hombres o mujeres negros participaran en la ceremonia de investidura del templo u ordenanzas de sellamiento.

Esto se conocía como la restricción del sacerdocio y del templo.

Muy bien, primero: ¿la restricción del sacerdocio se originó con José Smith o su sucesor, Brigham Young? 

Según el ensayo de temas del evangelio de la Iglesia:

“No existe evidencia confiable de que a algún hombre negro se le haya negado el sacerdocio durante la vida de José Smith”.

Por el contrario, durante la vida de José Smith hubo hombres negros que recibieron el sacerdocio, tal como Elijah Able.

En 1847, un par de años después de la muerte de José Smith, incluso tenemos un reconocimiento favorable de Brigham Young de que los hombres negros poseían el sacerdocio.

Al hacer referencia a Q. Walker Lewis, dijo, “tenemos uno de los mejores élderes [,] un africano en Lowell, un barbero”.

Sin embargo, un par de años después, en 1849, Brigham Young cambió de posición y le dijo en privado a Lorenzo Snow que, “el Señor había puesto una maldición sobre la simiente de Caín e hizo que su piel fuera negra y les había prohibido el sacerdocio”.

Por supuesto, esta idea de que los negros eran descendientes de Caín y tenían una maldición, no era exclusiva de los Santos de los Últimos Días: era una idea de siglos atrás, que muchas personas por lo general asumían como cierta. Desafortunadamente, la tradición se filtró en el pensamiento de los Santos de los Últimos Días.

Del mismo modo, había mucha gente tanto dentro como fuera de la Iglesia que creía que los negros eran descendientes malditos del hijo de Noé, Cam.

Lo que dijo Brigham Young públicamente por primera vez sobre la restricción del sacerdocio, proviene de un par de discursos ante la legislatura territorial en enero y febrero de 1852, cuando los legisladores discutieron el tema de la esclavitud en el territorio.

Brigham dijo,“…en lo que respecta a las comodidades comunes de la vida, la salvación, la luz, la verdad, el gozo y la comprensión, los africanos negros tienen precisamente el mismo privilegio que los hombres blancos. Sin embargo, no pueden poseer el sacerdocio”. Asimismo, reconoció tácitamente que esta fue una práctica que comenzó con él:

“Si nunca hubo un profeta o apóstol de Jesucristo [que] haya hablado de esto antes, les digo, estas personas a las que comúnmente se les llama negros son los hijos del Caín de la antiguedad… no pueden poseer el sacerdocio”.

Ahora, es importante tener en cuenta que, si bien algunos líderes anteriores asumieron o creyeron que la restricción se originó con Dios, no hay registro de que la restricción haya sido presentada a la Iglesia como una revelación formal de Dios en ningún momento.

De hecho, avancemos rápidamente hasta 1879. Brigham Young falleció, pero Elijah Able todavía estaba vivo y con buena salud.

Elijah se acercó al presidente John Taylor y le pidió permiso para participar en algunas ordenanzas del templo.

Elijah había recibido las ordenanzas del lavado y la unción en Kirtland y había participado en bautismos por los muertos en Nauvoo. Sin embargo, aún no había recibido la investidura completa del templo.

“La solicitud de Abel provocó una investigación sobre el estado de los negros en el mormonismo.

Esta fue una investigación interna que demuestra la falta de una política firme y universalmente entendida hasta 1879…Si bien, es cierto que los líderes Santos de los Últimos Días no estaban ordenando activamente a hombres negros al sacerdocio, incluso los oficiales más altos del mormonismo no estaban seguros de cómo proceder en el caso de Elijah Abel…”

La investigación causó que el presidente Taylor reconociera el sacerdocio de Elijah y permitió que la ordenación permaneciera.

Sin embargo, asumió que su ordenación había sido un error y Taylor no permitió las bendiciones del templo de Elijah.

Elijah murió en 1884 después de cumplir su tercera misión para la Iglesia, donde, por supuesto, usó el sacerdocio.

El presidente Joseph F. Smith, que había defendido el sacerdocio de Elijah en 1879, cambió su posición en 1908. 

Afirmó que en un momento dado José Smith anuló el sacerdocio de Elijah. No obstante, al parecer, no existe una evidencia de que esa conclusión fuera precisa.

A medida que la gente se olvidaba de Elijah y otros hombres negros poseedores del sacerdocio,

“…cada nueva generación de líderes mormones continuó decidiendo el tema basándose en los recuerdos de precedentes y declaraciones anteriores, a veces se remontaban a José Smith y en otras oportunidades a Brigham Young… cada generación se ceñía al precedente de la última generación, especialmente porque llegaron a creer que era un patrón establecido por el mismo José Smith”.

Como veremos, la actitud de algunos líderes se convirtió esencialmente en algo como, “así siempre ha sido, así que debe ser así como Dios desea que sea”, aunque no haya sido así siempre.

A pesar de que nunca hubo una revelación formal que instituyera la restricción, los líderes eventualmente sintieron que tendría que haber una revelación de Dios para cambiar esta antigua práctica.

En 1921, el apóstol y futuro presidente de la Iglesia, David O. McKay, le escribió a Heber J. Grant desde Hawái acerca de un miembro fiel negro y le pidió que hiciera una excepción para que pudiéramos ordenar a ese hombre al sacerdocio.

“David, lo comprendo tanto como tú, pero hasta que el Señor nos dé una revelación… tendremos que mantener la política de la Iglesia”. – HJ Grant

Adelantémonos hasta 1947.

El presidente de misión, Heber Meeks, le escribió al sociólogo de la Universidad Estatal de Utah, Lowry Nelson, con la finalidad de recibir un consejo sobre cómo realizar la obra misional en Cuba considerando la restricción del sacerdocio.

Nelson respondió:

“Su carta es el primer indicio que he tenido con respecto a la existencia de una doctrina fija sobre este asunto. Siempre supe que las autoridades hicieron declaraciones con respecto a la condición de los negros. Sin embargo, nunca supuse que constituían una doctrina irrevocable. Espero que no se haya dicho una última palabra sobre este asunto”.

Si Nelson era un representante de los miembros en general, incluso en 1947 la gente todavía se preguntaba si la restricción era inamovible o no.

Posteriormente, Nelson le escribió al entonces presidente George Albert Smith.

Él recibió una carta personal de la Primera Presidencia, que decía en parte:

“Desde los días del profeta José hasta ahora, ninguno de los líderes de la Iglesia ha cuestionado la doctrina de la Iglesia con respecto a que los negros no tienen derecho a todas las bendiciones del Evangelio”.

Una vez más, en ese tiempo, la gente se había olvidado por completo de Elijah Able y el precedente de José Smith.

“Así ha sido siempre, así que debe ser como Dios desea que sea”.

Nuevamente, vemos evidencia de esto en una declaración de 1949 de la Primera Presidencia bajo George Albert Smith:

“La actitud de la Iglesia con respecto a los negros permanece como siempre. No se trata de la declaración de una política, sino de un mandamiento directo del Señor, sobre el cual se funda la doctrina de la Iglesia desde los días de su organización, en el sentido de que los negros pueden convertirse en miembros de la Iglesia, pero no tienen derecho al sacerdocio en este momento”.

La declaración justifica la restricción con la tradicional maldición de Caín. Sin embargo, la complementa con la idea de que tal vez la restricción con respecto a la raza se basó en las decisiones que tomaron los espíritus premortales de los negros.

La idea de que algunos espíritus premortales fueron menos valientes o indiferentes en el conflicto preterrenal entre Dios y Satanás finalmente se volvió muy popular.

La justificación de la maldición de Caín fue problemática porque una maldición multigeneracional claramente va en contra del artículo de fe N° 2 de los Santos de los Últimos Días, que afirma que “el hombre será castigado por sus propios pecados” y no por los pecados de los demás. 

Atribuir la prohibición a la vida premortal causó ese problema. Irónicamente, fue una razón que Brigham Young rechazó.

Irónicamente, fue una razón que Brigham Young rechazó.

Él dijo: “No había espíritus neutrales en el cielo en el momento de la rebelión. Todos tomaron una posición”.

Sin embargo, todo se complicó: avancemos rápido hasta 1954.

El entonces presidente David O. McKay, cuyo nombre aparecía en las dos declaraciones de la Primera Presidencia de las que acabamos de hablar, afirmó en una reunión privada con respecto a la restricción del sacerdocio:

“No hay en la actualidad, y nunca hubo una doctrina en esta Iglesia que indique que los negros se encuentran bajo una maldición divina. No existe una doctrina en la Iglesia de ningún tipo con respecto a los negros. Creemos que tenemos un precedente bíblico para restringir el sacerdocio a los negros. Es una práctica, no una doctrina y dicha práctica algún día cambiará. Eso es todo”.

Notarás que el presidente McKay hizo referencia a otra razón más para la restricción, que se había hecho popular. Esta restricción fue justificada por unos cuantos versículos ambiguos del Libro de Abraham que hablaban de una restricción del sacerdocio.

Sin embargo, ese mismo año, el presidente McKay nombró un comité para investigar más sobre la restricción.

Descubrieron que “no había una base bíblica sólida para la política, pero que la membresía de la Iglesia no estaba preparada para su revocación”.

Si avanzamos rápidamente hacia una conversación privada de 1963 entre el élder Spencer W. Kimball y su hijo, veremos un pequeño presagio sobre la restricción.

El élder Kimball defiende la política, pero también dice: 

“Ojalá el Señor nos hubiera dado un poco más de claridad en el asunto… Sé que el Señor podría cambiar Su política, levantar la restricción y perdonar el posible error que provocó esta privación”.

Sin embargo, recibimos otra declaración de la Primera Presidencia en 1969 y aquí notarás un error similar:

“Desde el comienzo de esta dispensación, José Smith y todos los presidentes de la Iglesia que le sucedieron enseñaron que los negros… aún no habían de recibir el sacerdocio, por razones que creemos que Dios conoce, pero que Él no ha dado a conocer plenamente al hombre”.

A pesar de las razones mencionadas para la restricción, la posición de la Iglesia en última instancia se convirtió en… “realmente no sabemos por qué está vigente la prohibición”.

Esta declaración se produjo justo después de que el apóstol Hugh B. Brown puso presión a fin de anular la restricción mediante una acción administrativa.Su acción fue reducida por el apóstol Harold B. Lee, que insistió en que todo cambio debía venir a través de la revelación.

Cuando Harold B. Lee llegó a ser presidente de la Iglesia en 1972, declaró su intención de “estar al margen y esperar hasta que el Señor se manifestara”.

En 1976, Spencer W. Kimball dijo que “oró por [la restricción] durante 15 años sin obtener respuesta… pero que iba a seguir orando al respecto”.

Para 1978 todavía no había recibido ningún tipo de revelación trascendental de Dios, pero todavía estaba buscando esa revelación.

Él dijo: “Sabía que podíamos recibir las revelaciones del Señor solo siendo dignos y estando listos para recibirlas, aceptarlas y ponerlas en práctica”.

Después de pensar demasiado sobre el tema durante cierto tiempo, a pesar de la falta de una gran revelación, el presidente Kimball decidió que había llegado el momento de levantar la restricción. Presentó esa decisión a sus consejeros y miembros del Cuórum de los Doce que pudieron asistir al Templo de Salt Lake City el 1 de junio de 1978.

Ellos apoyaron unánimemente la decisión del presidente Kimball.

El presidente Kimball luego dirigió al grupo al llevar esa decisión a Dios mediante la oración, pidiendo confirmación de que estaban tomando la decisión correcta. Y luego, de manera extraordinaria, finalmente llegó la revelación de confirmación.

Creo que Gordon B. Hinckley expresó bien el sentimiento cuando dijo:

“Ninguno de los que estuvimos presentes en esa ocasión volvió a ser el mismo después de eso”. 

Restauración del sacerdocio, Charla Fogonera Mundial de la Iglesia para conmemorar el Aniversario Nº 159 de la Restauración del Sacerdocio. 15 de mayo de 1988.

Los dos apóstoles que no estaban presentes ese día fueron informados posteriormente sobre la revelación y apoyaron la decisión.

Una forma en que los líderes de la Iglesia reciben revelación es a través de un proceso recurrente de oración y deliberación conjunta. No es muy frecuente que el presidente tome una decisión unilateral. [Los líderes] hablan sobre el asunto y tratan de estar todos de acuerdo. Desean ser uno al momento de tomar decisiones.

De hecho, el Señor les indicó que así lo hicieran en Doctrina y Convenios. La sección 107 describe los deberes de la Primera Presidencia, el Cuórum de los Doce Apóstoles y el Cuórum de los Setenta. El versículo 27 dice:

“Y toda decisión que tome cualquiera de estos cuórums se hará por la voz unánime del cuórum; es decir, todos los miembros de cada uno de los cuórums tienen que llegar a un acuerdo en cuanto a sus decisiones, a fin de que estas tengan el mismo poder o validez entre sí…” 

Cuando se toman decisiones importantes, alcanzar la unanimidad es lo ideal. Sin embargo, cuando se trató de eliminar la prohibición del sacerdocio, antes del presidente Kimball, esa unidad entre las Autoridades Generales no existía.

Los líderes de la Iglesia, como todos, son producto de su tiempo. Son personas, y las personas en ocasiones tienen opiniones arraigadas. Como hemos visto, los líderes no siempre estaban de acuerdo entre sí.

Entonces, antes de que llegara la revelación de confirmación para eliminar la prohibición, el presidente Kimball trabajó con sus consejeros y los Doce como grupo y de manera individual para sentar las bases y fomentar cierta unidad. 

Entonces, cuando se lo llevaron a Dios [en oración], todos los presentes estaban en la misma sintonía.

La semana posterior a la revelación, antes de que la noticia se hiciera pública, el presidente Kimball se reunió con el Cuórum de los Setenta. En alineación con D. y C. 107, les dijo:

“…Ha llegado el momento de que todos los hombres dignos reciban el sacerdocio. Compartí esto con mis consejeros y los Doce, y después de recibir su respuesta, se la presento ahora. Pero, no lo anunciaré al mundo sin consultarlo primero con ustedes”. 

La decisión fue aprobada por unanimidad y pronto se hizo pública.

“Actualmente, la Iglesia rechaza las teorías formuladas en el pasado que consideraban la piel negra como una señal de desaprobación o maldición divina, o como un reflejo de malas acciones hechas en la vida preterrenal; o que veían los matrimonios interraciales como un pecado; y a las personas de raza negra, o de cualquier otra raza o etnia, como inferiores de algún modo a cualquier otra persona. Los líderes de la Iglesia condenan actualmente en forma inequívoca todo racismo, pasado y presente y de cualquier manera que se manifieste”. (La Raza y el Sacerdocio, Ensayos sobre Temas del Evangelio, cortesía de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días)

Algunas personas se preguntan: ¿Cedió el presidente Kimball ante la presión externa de retirar la prohibición?

Ciertamente hubo presión externa, pero personalmente no creo que esa presión fuera el factor decisivo. El hijo del presidente Kimball, Edward, señaló que después de que se retiró la prohibición:

“Algunos detractores ridiculizaron la ‘conveniencia’ de una ‘revelación’ que le permitió [a la Iglesia] salir de un aprieto intolerable.  Otros señalaron con precisión que habían pasado algunos años desde que ocurrieron manifestaciones significativas en contra de BYU y la Iglesia. La presión externa fue la más mínima en años”. (Edward Kimball, “Spencer W. Kimball and the Revelation on Priesthood”).

Dicho esto, el presidente Kimball tuvo que lidiar con las costumbres sociales con las que había crecido.

“Tenía mucho con lo que debía luchar… en gran parte conmigo mismo, porque había crecido con el pensamiento de que los negros no debían tener el sacerdocio. Estaba preparado para pasar el resto de mi vida hasta mi muerte y luchar por [esa creencia] y defenderla tal y como era”. (Scott Lloyd, “Revelation Reward Those Who Waited”, Church News, publicado por Deseret News, 18 de diciembre 1999).

Y ahora la pregunta del millón: ¿La prohibición del sacerdocio fue instituida por Dios o no? Me complace compartir algunos de mis pensamientos con ustedes sobre este tema, pero deberán entender que no soy un portavoz oficial de la Iglesia. Hablo sólo por mí mismo. 

Si alguno de estos pensamientos resuenan contigo, genial. Pero, ciertamente los animo a que hagan su propia investigación en oración sobre este tema y lleguen a sus propias conclusiones.

Con ese entendimiento, cuando doy un paso atrás y miro la historia de la prohibición, creo que queda claro que no se originó como una revelación de Dios.

Notarás que incluso el Ensayo de los Temas del Evangelio no se refiere a la prohibición como una revelación.

Pienso que nunca debió haber sucedido. En Doctrina y Convenios, se nos dice repetidamente que el evangelio de Jesucristo debía extenderse a “toda criatura”.

“Porque en verdad, el pregón tiene que salir desde este lugar a todo el mundo y a los lejanos extremos de la tierra; el evangelio ha de ser predicado a toda criatura, y las señales seguirán a los que crean”. (Doctrina y Convenios 58: 64) 

Nuestro propio Libro de Mormón enseña que el Señor “a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres… todos son iguales ante Dios….”  (2 Nefi) 26: 32, El Libro de Mormón

Esta práctica no cumplía con el estándar establecido por nuestras propias escrituras. Ahora, en el pasado he pensado en cómo en la Biblia solo los levitas podían poseer el sacerdocio. Por lo tanto, si es que hubo una restricción del sacerdocio en ese entonces, tal vez Dios podría haber considerado apropiado instituir una ahora. Tal vez hayas tenido el mismo pensamiento.

Pero, no creo que sea una comparación justa.

“La función [de los levitas] era recibir a las otras tribus en el tabernáculo y ayudarlas a realizar sus sacrificios según lo prescrito por la Ley. La tribu de Levi recibía a las otras tribus, mientras que la prohibición del sacerdocio y el templo mantuvo alejados a los hombres y mujeres de color. Como dice el erudito mormón Ardis Parshall, ‘Restringir el sacerdocio a una pequeña parte de los fieles no es lo mismo que restringir el sacerdocio de una pequeña parte de los fieles’”. (Paul Reeve,  “Black, White, & Mormon II: A Conference on Race in the LDS Church Since The 1978 Revelation”).

En el pasado también me he preguntado, “En el Nuevo Testamento el evangelio fue predicado primero a los judíos y luego a los gentiles. Tal vez algo así fue lo que sucedió con la prohibición del sacerdocio”. Pero, como hemos visto, la historia de los Santos de los Últimos Días no respalda esa idea.

Desde los primeros años de la Restauración, los hombres negros poseían el sacerdocio, al igual que los hombres blancos. También me he identificado con las muchas personas que se dan por vencidas y dicen: “Simplemente no sabemos por qué se instituyó la prohibición”.

Pero si bien algunos de nosotros podemos tener esa pregunta en la actualidad, no era una pregunta que Brigham Young parece haber tenido. 

Como hemos visto, él no tenía ninguna duda sobre por qué se dio inicio a la prohibición. He repasado todo tipo de justificaciones para la prohibición, y ninguna de ellas me parece convincente.

Simplemente creo que fue un error, lo que nos lleva a nuestra siguiente pregunta.

Algunas personas pueden preguntarse, si los líderes de la Iglesia se pueden equivocar en algo como esto, ¿cómo podemos confiar en algo que han enseñado o que están enseñando?

Ahondemos un poco más en esa pregunta.

Por ejemplo, el Libro de Génesis describe a la tierra como plana, ¿significa eso que no puedo confiar en nada de lo que dice la Biblia?

Solo porque la ciencia se equivoca a veces, ¿deberíamos abandonar la ciencia por completo?

El hecho de que tus propios ojos puedan jugarte una mala pasada ocasionalmente, ¿significa que sería mejor que usaras una venda sobre ellos? Por supuesto que no.

Nos apoyamos en fuentes falibles o errantes todo el tiempo. La falibilidad de los demás no requiere el rechazo absoluto de los demás. Más bien, creo que simplemente invita a un esfuerzo adicional de nuestra parte.

Y como sabemos, “El Señor ama el esfuerzo”.

La falibilidad es una invitación a que estudiemos en oración las cosas en nuestra mente y nuestro corazón, para buscar inspiración y emplear mejor nuestro juicio. La falibilidad nos invita a confiar con humildad y más plenamente en el que verdaderamente es infalible: nuestro Salvador, Jesucristo.

Joseph Fielding Smith enseñó” “No importa lo que esté escrito o lo que alguien haya dicho, si lo que se ha dicho se encuentra en conflicto con lo que el Señor ha revelado, entonces podemos dejarlo de lado.Si mis palabras y las enseñanzas de cualquier otro miembro de la Iglesia, mayor o menor, no concuerdan con las revelaciones, no necesitamos aceptarlas. Tengamos este asunto claro… Si Joseph Fielding Smith escribe algo que no está en armonía con las revelaciones, entonces todo miembro de la Iglesia tiene el deber de rechazarlo”. (Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, Vol 3, 3:203–204.)

Algunas personas pueden preguntarse y  es posible que tú te lo preguntes: “Entonces, si [la prohibición del sacerdocio] fue un error, ¿por qué Dios no lo detuvo antes?”

Personalmente, creo que hay una diferencia entre lo que Dios quiere que suceda y lo que Dios permite que suceda.

No tengo la expectativa de que Dios corregirá de inmediato y por la fuerza mis errores, tus errores o los errores de los profetas. El Señor es muy claro en la primera sección de Doctrina y Convenios cuando dijo que Él elige las cosas débiles del mundo para llevar a cabo Su obra.

Él dice que los líderes cometerán errores y pecarán. En la vida en la tierra, eso es solo un hecho. Quizás haríamos bien en escuchar el consejo de Moroni en el Libro de Mormón: “No me condenéis por mi imperfección, ni a mi padre por causa de su imperfección, ni a los que han escrito antes de él; más bien, dad gracias a Dios que os ha manifestado nuestras imperfecciones, para que aprendáis a ser más sabios de lo que nosotros lo hemos sido”. (Mormón 9: 31, El Libro de Mormón)

En el libro del Antiguo Testamento en 1 Samuel, capítulo 8, los israelitas querían que un rey los gobernara, en lugar de jueces. El Señor no quería que eso sucediera, pero aun así le dijo a Samuel:

“Oye su voz y pon rey sobre ellos”.  (1 Samuel 8: 22, La Biblia)

No les fue bien. Cuando José Smith oró para saber si estaría bien o no prestarle a Martin Harris las primeras 116 páginas del manuscrito del Libro de Mormón. En dos ocasiones Dios le dijo que no.

Cuando José preguntó por tercera vez, Dios básicamente le dijo: “Bien. Hazlo y verás lo que sucede”.

Y por supuesto, Martin perdió las páginas.

Cuando se trata de la prohibición del sacerdocio, creo que Dios estaba dispuesto a esperar pacientemente a que nuestras voluntades unificadas se alinearan con Su voluntad.

A veces, como consecuencia de nuestras propias decisiones, Dios nos hace andar errantes por el desierto por un tiempo antes de que se nos permita llegar a la tierra prometida.

Medito en este tema de nuestra historia, y hubo cosas que se dijeron y se tomaron decisiones que fueron indefendibles e inexcusablemente racistas.

Hay algunas preguntas para las que aún no tengo respuestas, pero hay una cosa que sí sé, y espero que esto no suene como una farsa porque es una gran parte del evangelio: cualquier injusticia que se presente en nuestro camino. en esta vida, ya sea discriminación racial o de otro tipo, Jesucristo puede sanarla.

Cualquier persona a la que se le hayan negado las oportunidades del sacerdocio o del templo en décadas pasadas debido a su color de piel o por sus raíces volverá a ver esas oportunidades, ya sea en esta vida o en la próxima.

Eso no justifica el pasado, pero nos da esperanza para el futuro.

| Para meditar, trending

Deja un comentario*

comment_before*