La historia detrás de la primera cita del presidente y la hermana Oaks
En su libro “In the Hands of the Lord: The Life of Dallin H. Oaks”, el presidente Oaks nos cuenta su historia de amor con la hermana Kristen Oaks y cómo decidió volverse a casar.
Tomar la decisión de volverse a casar
Una de las cosas que ayudó al presidente Dallin H. Oaks a tomar la decisión de volver a casarse fue que sus cuatro hijas se acercaran individualmente a decirle que estaban listas para que se volviera a casar.
June, la primera esposa del presidente Oaks, había preparado a sus hijas para ese momento.
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“Durante su batalla de un año contra el cáncer, [June] se dio cuenta de que moriría antes que yo.
En ese tiempo, le decía con frecuencia a nuestras cuatro hijas que sabía que tendría que volver a casarme y que cuando llegara ese momento, debían ayudarme a encontrar una compañera que encajara bien en nuestra familia y le dieran la bienvenida”, escribió.
Casi dos años después de la muerte de June, el presidente Oaks sintió una fuerte presión por parte de sus hijas, confirmada por su propio sentimiento, que era hora de buscar una compañera.
Con ese aliento, el apóstol decidió volverse proactivo y comenzar a ejercer fe y acción.
Comenzar a buscar una nueva esposa
“Tomé la determinación de encontrar una esposa”, escribió el presidente Oaks en su diario, el 6 de julio del 2000, casi dos años después de la muerte de June.
Tomó el teléfono y llamó a tres Autoridades Generales para pedirles que le ayudaran a “buscar mujeres que podría considerar como esposas”.
Una de esas Autoridades Generales, el entonces élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce, “inmediatamente sugirió a Kristen M. McMain”.
Kristen McMain tenía 52 años y era consultora educativa de una importante editorial de libros K-12. Vivía en Salt Lake City, pero viajaba por todo el mundo debido a sus asignaciones profesionales.
Tenía dos títulos de la Universidad de Utah: una licenciatura en inglés y una maestría en educación especial. Además, poseía un doctorado de BYU en plan de estudios e instrucción. Sirvió en una misión en Japón y nunca se casó.
Más tarde, el élder Oaks supo que ella era una maestra profesional y talentosa además de ser una Santo de los Últimos Días muy fiel.
Sin embargo, aunque pasó tiempo de calidad con su familia en Utah y disfrutó de su llamamiento en la Iglesia como maestra de Doctrina del Evangelio, todavía sentía que su vida carecía de equilibrio.
La promesa que recibió la hermana Oaks
“La mayor parte de mi vida, energía y tiempo los dedicaba a mi empleo. Así que, preocupada y sintiéndome incapaz de cambiar mi vida, le pedí una bendición a mi obispo.
El inesperado consejo de mi obispo me sorprendió, me dijo: ‘Si no renuncias a tu trabajo, tendrás tus bendiciones en las eternidades, pero no en esta vida’.
Cuando escuché sus palabras, sentí veracidad en ellas. Tuve que dejar de viajar y buscar empleo en casa.
Para una hermana soltera, renunciar a la seguridad financiera no es algo fácil. No tenía un nuevo trabajo al que ir. Tuve que andar por fe y renuncié a mi trabajo”, dijo la hermana Oaks.
Durante los siguientes meses, la hermana Oaks escribió muchas cartas de renuncia, solo para tirarlas a la basura.
“Finalmente, escribí una carta lo suficientemente clara para que nadie pudiera dudar de mi intención de renunciar. Di aviso y planeé irme el 1 de julio del 2000”.
Los miembros de su familia, sus amigos y los hermanos de la Iglesia cuestionaron su juicio, pero ella tenía la fe para hacer lo que creía correcto.
Cuando sus tías mayores se enteraron de que pronto estaría desempleada, concertaron una cita para que viera a su sobrino, el élder M. Russell Ballard.
El élder Ballard tenía conexiones con Deseret Book y otras entidades editoriales. Las tías de la hermana Oaks pensaron que él podría ayudar a su sobrina a encontrar un empleo más cerca de casa, en Utah.
Una entrevista con una Autoridad General
Para Kristen, reunirse con una Autoridad General para conversar de sus necesidades personales le resultaba bastante incómodo.
“Mi contacto con las Autoridades Generales era mínima y me gustaba que las cosas fueran de esa manera. Les tenía el máximo respeto. Los reverenciaba, pero también entendía la línea de jurisdicción del sacerdocio y confiaba en que mis maestros orientadores y mi obispo eran suficientes para bendecir mi vida”.
Sin embargo, se reunió con el élder Ballard de todos modos. Eso fue justo antes de que el élder Oaks llamara a su compañero apóstol para buscar guía para encontrar una nueva esposa.
“El élder Ballard arregló todo para que me reuniera con ella en su caminata del viernes en Liberty Park”, señaló el élder Oaks.
El élder Oaks quería vestirse apropiadamente para la ocasión del 7 de julio y su hija Sharmon, que casualmente estaba en la ciudad, y su esposo, Jack, lo llevaron inmediatamente a comprar ropa.
Una cita muy casual
El élder Oaks también siguió el plan del élder Ballard. Llamó personalmente a Kristen y ella se sintió un poco abrumada por sus circunstancias:
“Él quería llevar a Sharmon a nuestra cita para que me conociera antes de que se fuera de la ciudad al día siguiente.
No le dije que acababa de tener una permanente y que necesitaba cubrirme la cabeza. Así que, decidimos dar un paseo por Liberty Park, un lugar popular para caminar en el sureste de Salt Lake.
Cuando conocí a mi futuro esposo y a su hija, llevaba jeans y una gorra de béisbol para ocultar mis rizos.
No estaba vestida con lo que habría elegido para una primera cita con un miembro de los Doce, pero sucedió así”, dijo la hermana Oaks.
Cuando Kristen vio al élder Oaks con Sharmon, sus primeras palabras para él fueron:
“¿Siempre tienes citas dobles así?”
Al recordar su primera cita con el presidente Oaks, la hermana Oaks dijo:
“Nunca hubiera planeado encontrarme con un apóstol del Señor y su hija vestidos de manera tan informal. Sin embargo, esa gorra de béisbol me permitió ser yo misma. Me sentía muy relajada, pude disfrutar el tiempo que compartimos.
Nuestra primera reunión y la conversación que tuvimos, parecían la de tres amigos de toda la vida.
El élder Oaks me contó que con frecuencia salía a caminar con su esposa, June, que había muerto dos años antes. Le pedí que me hablara de ella. Desde el principio nos sentimos tranquilos y relajados el uno con el otro.
Sharmon compartió mucho sobre su familia y su madre. Nos reímos y hablamos, y así comenzó nuestro cortejo”.
El élder Oaks registró en su diario la reacción positiva que sintió hacia ella en esa primera reunión:
“Sharmon y yo conocimos y dimos un paseo con Kristen McMain, que demostró ser atractiva, inteligente, fiel y divertida. Estaba impresionado y Sharmon también”, escribió el élder Oaks en su diario.
Al día siguiente, el élder Oaks pasó cuatro horas haciendo una excursión con Kristen M. en las colinas sobre el parque This Is the Place.
“Le hice muchas preguntas muy profundas y por sus respuestas y preguntas, sigo impresionado”, dijo el presidente Oaks.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Richard E. Turley Jr. y fue publicado en LDS Living con el título “Matchmaking by a fellow Apostle, an unexpected job resignation, and a baseball cap: The story behind President and Sister Oaks’s first date”.