La esperanza de los nuevos templos: La calamidad de COVID-19 no es el principio del fin

principio del fin

En medio de la Guerra Civil, los líderes de todo el mundo, e incluso los ciudadanos de ambos lados del conflicto en Estados Unidos, se preguntaban si el gran experimento estadounidense en democracia estaba destinado al fracaso. Muchos reflexionaron, en voz muy alta, que parecía que la Guerra Civil era el principio del fin de los Estados Unidos de América.

Con los enfrentamientos entre el Norte y el Sur, los recursos se volvieron escasos, el sufrimiento humano aumentó y la incertidumbre sobre el futuro de la Unión envolvió las mentes de las personas.

Washington, D.C., se encontraba débil y bajo amenaza constante. La cúpula inacabada del Capitolio sirvió como un recordatorio visual de la precaria posición de la nación y el futuro de la democracia estadounidense.

Abraham Lincoln

Abraham Lincoln estaba decidido a preservar la Unión por todos los medios posibles. En un acto de pura confianza en cuanto a su creencia de lo que el futuro le deparaba a la nación, Lincoln se aseguró de que la edificación en el Capitolio continuara sin censar.

La creciente cúpula del Capitolio fue una declaración audaz, valiente y poderosa, y una muestra visual, de que Estados Unidos se mantendría unido por generaciones venideras.

Por sobre todo, Lincoln descartaba la noción de que la Guerra Civil era el principio del fin. Por el contrario, quería que la gente y el mundo supieran que el conflicto actual era simplemente el final del comienzo de una marcha hacia la libertad.

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Un futuro brillante

Templo de Durban Sudáfrica principio del fin

Durante la Conferencia General de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días este fin de semana, discursantes, músicos y líderes conmemoraron el bicentenario de la Primera Visión del profeta fundador José Smith.

José Smith es venerado como profeta, aunque no es adorado, y fue la fuerza impulsora, con muchos en su familia, del éxito de la Iglesia en sus principios.

Cuando José y su hermano Hyrum fueron martirizados en Cartago, Illinois, el 27 de junio de 1844, los enemigos de la Iglesia asumieron que sería el principio del fin de la creciente fe.

Los años que siguieron han demostrado que fue simplemente el final de un comienzo maravilloso. Los grandes movimientos siempre marchan a través de tiempos difíciles para reconocer que los finales percibidos suelen ser nuevos comienzos brillantes.

El 25 de marzo de este año, los líderes de la Iglesia anunciaron que todos los templos del mundo se cerrarían debido al coronavirus. Durante décadas, los profetas y apóstoles nos han enseñado que nuestros hogares deben ser templos y lugares sagrados de refugio del caos del mundo.

Es interesante notar que en la oración dedicatoria por el Templo de Salt Lake en 1893, el presidente Wilford Woodruff quizás vio el difícil estado del mundo en el que vivimos hoy en el 2020 y la necesidad de mirar hacia el templo. Él oró: 

“Padre celestial, cuando Tu pueblo no tenga la oportunidad de entrar en esta casa santa para ofrecerte sus súplicas, y estén oprimidos y en problemas, rodeados de dificultades o asechados por la tentación y vuelvan sus rostros hacia esta tu santa casa y te pidan liberación, ayuda, que tu poder se extienda en su nombre, te suplicamos que mires a tu santa morada con misericordia y tierna compasión, y escuches sus súplicas”

Con la vista puesta en el templo

El domingo, hablando en un auditorio vacío debido a las restricciones de COVID-19, el presidente Russell M. Nelson concluyó la Conferencia General Anual Nº 190 de la Iglesia de Jesucristo de una manera que enorgullecería al presidente Lincoln.

El presidente Nelson reconoció que “puede parecer extraño anunciar nuevos templos cuando todos nuestros templos [están] cerrados por el momento”, pero luego anunció que la edificación de los templos continuaría con ocho nuevos templos:

  • Bahía Blanca, Argentina.
  • Tallahassee, Florida.
  • Lubumbashi, República Democrática del Congo.
  • Pittsburgh, Pennsylvania.
  • Benin City, Nigeria.
  • Syracuse, Utah.
  • Dubái, Emiratos Arabes Unidos.
  • Shanghái, China.

El presidente Nelson concluyó: 

conferencia general

“Estos ocho nuevos templos bendecirán la vida de muchas personas a ambos lados del velo. Los templos son una parte culminante de la restauración de la plenitud del evangelio de Jesucristo. En la bondad y generosidad de Dios, Él está acercando las bendiciones del templo a Sus hijos en todas partes”.

La continua edificación de templos de la Iglesia de Jesucristo en todo el mundo servirá como símbolo de que las calamidades actuales al final desaparecerán y comenzará una nueva época.

Las pandemias, la incertidumbre económica y el sufrimiento comunitario pintan una sombría perspectiva.

El presidente Nelson envió una señal clara a los miembros de la Iglesia y al mundo, que los desafíos actuales no constituyen el principio del fin. Son simplemente el final de un comienzo, y el nuevo comienzo es brillante.

Este artículo fue escrito originalmente por Boyd Matheson y fue publicado originalmente por deseret.com bajo el título “Look to new temples: COVID-19 calamity is not the beginning of the end

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