“Me cuesta un poco más el esperar ver milagros en mi vida. Supongo que la verdad es que necesito ser mejor reconociendo los milagros en mi vida.”
También te puede interesar: “7 Formas de transformar tu hogar en un santuario de fe“
Hace unos años, descubrimos que nuestro hijo, John, sentía que los Reyes Magos necesitaban mejorar su medio de transporte. Casi por el mismo tiempo, leímos acerca del viaje de José y María a Belén. Hablamos sobre cómo María iba montada en un burro.
Claramente confundido con ese medio de transporte, John dijo: “¿Por qué no manejaban un auto?”. Mi esposo, Doug, le explicó que no tenían un auto y que nadie tenía automóviles en ese tiempo. John preguntó por qué no andaban en bicicleta. Doug le explicó que, así como los autos, no habían bicicletas.
John se quedó pensando en eso por un momento y luego respondió: “Pero Jesús le mostró a Nefi cómo hacer un barco. Entonces, ¡Él puede mostrarles cómo hacer un auto!”
Con frecuencia me impresiona la fe lógica de los niños. Pueden demostrarnos que ellos realmente esperan ver milagros. (Tal vez, en sus mentes, no son “milagros”, porque parecen muy lógicos y pueden ocurrir).
Las pequeñas cosas
Me cuesta un poco más el esperar ver milagros en mi vida. Supongo que la verdad es que necesito ser mejor reconociendo los milagros en mi vida. Realmente se dan bendiciones todos los días, a veces son pequeñas misericordias que me hacen saber que el Señor está pendiente de mí y de mi estrés y de mis desafíos.
En verdad, bendiciones como regresar con bien a casa, comidas tranquilas en familia después de un largo día, siestas que coinciden con las de tus pequeños, la canción perfecta que pasa en la radio en el momento preciso, esas pequeñas cosas son milagros en nuestras vidas.
El otro día estaba teniendo un día particularmente difícil y me puse a ver el Canal Mormón. Un programa en particular que hablaba de los diferentes himnos y sus orígenes y diferentes arreglos de los mismos se estaba transmitiendo.
El himno que escuché en el episodio de ese día fue “Divina Luz”, el cual es mi himno favorito. Sus letra también era algo que desesperadamente necesitaba recordar en ese momento. ¡Fue un Milagro!
¡Sigue adelante esperando (y reconociendo) milagros!
Creo que a veces no le damos el crédito suficiente a nuestros milagros. Cuando los buscamos, nos damos cuenta que están por todas partes. Según Merriam Webster, un milagro es “un acontecimiento extraordinario que manifiesta una intervención divina en los asuntos humanos”.
En un discurso del Presidente Dallin H. Oaks, “Milagros”, de la revista Ensign de junio de 2001, se afirma que “…muchos milagros suceden cada día a favor de nuestra Iglesia y en la vida de nuestros miembros”.
Mientras observo a mis hijos, con su energía, confianza y tendencias a actividades temerarias, pienso que es un milagro que ellos no se lastimen con tanta frecuencia. Estoy segura de que innumerables madres han visto algo similar y se han preguntado cuántos ángeles han sido reclutados para vigilar y garantizar la seguridad de sus hijos en un momento de peligro.
Durante mi misión, presencié muchos milagros, uno de los cuales era un corazón endurecido que se suavizó y aceptó el evangelio con entusiasmo.
Una de las experiencias con las que me siento cómoda compartiendo ocurrió cuando una de las hermanas a las que enseñábamos se encontró muy enferma. Nos pidió una bendición como lo había visto hacer a los “jóvenes misioneros”.
Le explicamos que, como hermanas, no podríamos darle una bendición, sino que podríamos hacer una oración con ella y hacer que los Élderes pasarán más tarde por su casa para darle una bendición del sacerdocio. Ella nos pidió que hiciéramos eso. No recuerdo una sola palabra de la oración pronunciada, pero sí recuerdo que sentí que fui divinamente dirigida en las palabras que use y en cómo me sentí.
Más tarde ese día, los Élderes pasaron para darle la bendición que ella había solicitado. Ella dijo que no necesitaba una porque se sentía perfectamente bien. Ese fue un fuerte testimonio para mí sobre cómo el poder de la oración y la fe pueden traer milagros.
¿Qué sería considerado un milagro?
He escuchado otra definición de la palabra “milagro” que incluía la idea de que un milagro es algo que no podemos controlar. Para nosotros, simples mortales, esto generalmente se refiere a las leyes de la física u otros principios científicos.
Sin embargo, estas leyes y principios no son un obstáculo muy grande para Dios debido a Su Omnisciencia sobre el funcionamiento de todas las cosas. Sin embargo, el Señor elige no controlar nuestro albedrío. Tenemos nuestro propio albedrío para usarlo como mejor nos parezca sin que Él nos obligue a ir en una dirección u otra. En ese sentido, cada vez que tomamos una decisión que nos acerca a Él, podría considerarse un milagro.
Ciertamente, en algunas personas, esa elección no es inesperada. ¿Eso lo hace menos milagroso? Yo creo que no. En las Escrituras, se habla de ángeles que se “regocijan” por nosotros y el milagro de nuestro arrepentimiento, por que vengamos a Cristo y compartamos nuestros testimonios. Piensa en eso: el Señor de todo el universo, se regocija por ti. Para Aquel que realiza muchos milagros, eres Su milagro cuando le das tu albedrío.
Esta época de navidad es un momento maravilloso para reflexionar sobre los milagros de la venida del Salvador. También es un momento para contar los milagros en nuestra vida cotidiana y trabajar para ser un milagro para los demás. A medida que nos esforcemos por hacer esas cosas, nos acercaremos más al Salvador y seremos un milagro para Él.
Este artículo fue escrito originalmente por Anne Maxson y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Why We Should Expect Miracles in Our Lives + How to Recognize Them Every Day”