El presidente Joseph F. Smith recibió la revelación sobre la redención de los muertos durante el último mes de su vida, después de casi 65 años de servicio dedicado al Señor en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Él escribió:
“… al leer me sentí sumamente impresionado… Mientras meditaba en estas cosas… fueron abiertos los ojos de mi entendimiento, y el Espíritu del Señor descansó sobre mí, y vi las huestes de los muertos”.
El texto completo de la visión se encuentra en Doctrina y Convenios sección 138.
Para comprender más sobre esta revelación, te compartimos parte del contexto detrás de lo que pasó y lo que nos puede enseñar acerca de buscar al Señor.
La información básica
La visión se recibió el 3 de octubre de 1918. El presidente Smith compartió lo que había visto con su hijo, Joseph Fielding Smith, quien la transcribió. El 31 de octubre, el texto fue presentado a los líderes de la Iglesia.
El presidente Smith falleció poco tiempo después, el 19 de noviembre, y la visión se publicó para la membresía el 30 de noviembre en el Deseret Evening News.
La Visión de la Redención de los Muertos, como se la llamó, se agregó al compendio de Escrituras en 1976 y luego pasó a formar parte de Doctrina y Convenios en 1979.
La agitación en el mundo
La Visión de la Redención de los Muertos ocurrió en un momento de agitación en el mundo. La Gran Guerra seguía causando estragos desde 1914.
Las pérdidas pronto se verían agravadas por la pandemia de influenza de 1918, que quitó la vida de entre 17 y 50 millones de personas en todo el mundo.
La muerte y la pregunta de qué sucede después de la muerte fue una constante para muchos, incluidos el presidente Smith y los líderes de la Iglesia.
La pérdida
Nueve meses antes de la revelación, el hijo mayor del presidente Smith, Hyrum Mack Smith, murió a la edad de 45 años en enero de 1918 por complicaciones de una peritonitis.
El desgarrador acontecimiento hizo que el presidente Smith escribiera en su diario:
“No tengo palabras. ¡[Estoy paralizado] por el dolor! ¡Tengo el corazón hecho pedazos, palpitante como si quisiera dejar de latir! ¡Oh! ¡Lo amo!… Lo amaré por siempre jamás.
Y así es y siempre será con todos mis hijos e hijas, pero él es mi primogénito, el primero que me dio el gozo y la esperanza de un nombre honorable y sin fin entre los hombres.
Desde lo profundo de mi alma, ¡doy gracias a Dios por él! Pero, ¡oh, lo necesitaba! ¡Todos lo necesitábamos! Era de gran provecho para la Iglesia… Y ahora… ¡Oh, qué puedo hacer!… ¡Oh, que Dios me ayude!”.
Este no fue el primer contacto del presidente Smith con la pérdida de un ser querido. Su padre, Hyrum Smith, falleció y fue torturado en la cárcel de Carthage, y su madre falleció cuando él tenía trece años.
Además, perdió a su esposa e hija en 1915 y 1916. En total, trece de los 44 hijos que tuvo de cinco esposas fallecieron.
La revelación
El 3 de octubre de 1918, habiendo experimentado un intenso pesar por las millones de personas que habían fallecido en el mundo a causa de la guerra y la enfermedad, así como también por la muerte de los miembros de su propia familia, el presidente Smith recibió aquella revelación celestial.
Por medio de esa revelación el profeta consoló su corazón y recibió respuestas a muchas de sus preguntas.
Nosotros también podemos recibir consuelo y aprender más de nuestro propio futuro, cuando nosotros y nuestros seres queridos muramos y vayamos al mundo de los espíritus, al estudiar esta revelación y meditar sobre su importancia en la forma en que vivimos nuestra vida todos los días.
Estos hechos nos ayudan a comprender el contexto detrás de esta importante revelación. El momento en que se dio la visión fue de gran prueba y reflexión personal para el presidente Smith.
Hoy, podemos seguir buscando las bendiciones de los cielos a pesar de nuestras circunstancias personales.
Fuente: Ldsdaily