Cómo el ejemplo de Jesús, el Salvador, puede ayudarnos a establecer límites que nos ayuden a mostrar amor y bondad y a las vez respeto mutuo con los demás.
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Pregunta
Tengo una dificultad. Estoy tratando de seguir al Salvador y dar la otra mejilla, pero siento que me han abofeteado tanto que mis mejillas ya no pueden más. Nos pide que “recorramos la segunda milla”, pero siento que he recorrido cientos de millas adicionales.
En el trabajo, y especialmente con mi familia, parece que ser bondadoso no me lleva a ningún lado. La gente se aprovecha de mí y no me respeta. ¿Así es como se supone que debe ser?
Respuesta
Fantástica pregunta. Veo esto regularmente entre los miembros de la Iglesia, una especie de confusión cultural acerca de quién era Jesús y lo que significa esforzarse por ser como Él. Creciendo como niños en la Primaria cantamos:
“Ama a otros cual Cristo te ama. Sé bondadoso y tierno y fiel. Pues esto es lo que Jesús nos enseña. Yo quiero seguirlo a Él.” (Yo trato de ser como Cristo).
De niño, tenía una idea de quién era el Salvador. Esa idea estaba incompleta. Me di cuenta de esto por primera vez cuando era un adolescente estudiando el Nuevo Testamento en mi clase de seminario. Me golpeó como un tren de carga, desafiando mis suposiciones de mucho tiempo.
Jesús no siempre fue agradable. Directamente llamó a los escribas y fariseos “hipócritas” y “generación de víboras”. Advirtió sin rodeos a las personas y las multitudes sobre las consecuencias del pecado, llamándolos con franqueza al arrepentimiento. Enfureció a mucha gente, tanto que buscaron que lo mataran.
Mi esposa observó con sequedad que “si intentas ser como Jesús, entonces agitar un ‘azote de cuerdas’ y ‘volcar mesas’ son opciones perfectamente aceptables para ese comportamiento” (Juan 2:14-16).
Pero, ¿qué significa esto? ¿acaso no se nos manda ser bondadosos, cariñosos y agradables?
¿Los primeros dos? Sí. “¿Agradable?” No. Jesús nunca fue agradable. Jesús fue bondadoso. Hay una gran diferencia. Ser agradable es no querer molestar a la gente ni incomodarlos. A Cristo no le importaba eso. No tenía ningún problema con molestar a la gente. Eso es porque Él era bondadoso.
Las personas bondadosas no desean lastimar a los demás, pero dirán la verdad con valentía y amor. Las personas bondadosas se preocupan por el bienestar de quienes las rodean. Las personas bondadosas ponen limites saludables porque son buenos y necesarios para todos.
El Señor desagradó a mucha gente, pero eso no fue porque Él era malo. Fue porque Él era bondadoso, directo y honesto.
Culturalmente, tendemos a malinterpretar la enseñanza del Señor: “el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo” (3 Nefi 11:29). Confundimos el conflicto con contención.
La contención es un desacuerdo acalorado. Conlleva ira y puede convertirse en maldad y odio.
El conflicto, por otro lado, es inevitable en nuestro recorrido por la vida debido a nuestras diferencias o porque defendemos lo correcto.
Al tratar de seguir a nuestro Salvador, podemos convertirnos erróneamente en algo que Él nunca hizo: evitar conflictos.
Había conflicto perpetuo entre Él y los escribas y los fariseos. ¿Se alejó de ellos? No lo hizo. En la actualidad hay conflicto entre los caminos del mundo y los caminos del Evangelio. Hay conflicto entre nuestra voluntad y la voluntad de Dios. Él no evita nada de eso.
Cristo no cedió al espíritu de contención, pero eso no significa que evitó el conflicto cuando era una batalla por la que valía la pena luchar. Sus enseñanzas de “dar la otra mejilla”, “ir la segunda milla” y “amar a tu enemigo” están diseñadas para evitar que devolvamos el mal con mal, la ira con enojo, el odio por odio y la fuerza por fuerza.
Deben mantener nuestros corazones llenos de amor por todos y crear en nosotros un espíritu de bondad. Él practicó eso. Pero Él también trazó límites y compartió lo que pensaba. En la actualidad todavía lo hace.
Recuerda, Él es quien nos advierte que “Dios no será burlado” y nos dice que “no [tomemos] el nombre de Jehová [nuestro] Dios en vano, porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.” (Éxodo 20: 7).
Nuestro Redentor no tiene ningún problema en decirnos cómo debe o no ser tratado. ¿No deberíamos nosotros, quienes intentamos seguirlo, hacer lo mismo con los demás?
“Reconcíliate pronto con tu adversario, entretanto que estás con él en el camino.” (Mateo 5:25).
Esta escritura se usa a menudo como una excusa para evitar conflictos, lo que a menudo conduce a un comportamiento pasivo-agresivo cuando nos enfrentamos a los sentimientos negativos de conflictos no resueltos.
El hecho es que el Señor no quiso decir que estuviéramos de acuerdo con algo que estuviera mal o con lo que realmente no estemos de acuerdo. Eso sería deshonesto. Revisa la nota al pie de ese versículo y verás que la palabra “reconcíliate” hace referencia a “[tener] pensamientos bondadosos pronto o [tener] una buena disposición prontamente”.
En el trabajo, en tu familia y en cualquier otro lugar, el seguir a Cristo nos permite e incluso se nos exige establecer límites saludables para establecer lo que haremos y no haremos por los demás, así como establecer expectativas de respeto mutuo.
En los casos donde otros no respetan nuestros límites, podemos mostrar bondad y amor. Podemos dejar ir la ira y la amargura. Pero no tenemos que dejar que estén cerca de nosotros.
El Señor nos manda que perdonemos a las personas, pero nunca nos mandó a que confiemos en ellos nuevamente. La confianza debe ganarse, y los que no la ganan no tienen derecho a estar cerca de nosotros. ¿Acaso no es eso lo que Dios mismo hace?
“Y el guardián de la puerta es el Santo de Israel; y allí él no emplea ningún sirviente, y no hay otra entrada sino por la puerta; porque él no puede ser engañado; pues su nombre es el Señor Dios.” (2 Nefi 9:41).
El Salvador ama a todos, pero las personas que tienen una relación con Él son sólo aquellas que respetan Sus límites y mantienen las condiciones que Él ha establecido.
Entonces, ¿a quién estás dejando entrar a tu puerta? ¿Necesitas establecer expectativas más claras y sólidas con aquellos con quienes tienes una relación? ¿Estás dispuesto a distanciarte de aquellos que no te respetan, te usan y abusan de ti hasta que se disculpen por su comportamiento?
Puedes perdonarlos. Puedes orar por ellos. Pero seguir a Jesús significa que no necesitas tener una relación de confianza con ellos a menos que haya un respeto mutuo.
Dios te bendiga. Espero que esto ayude.
Este artículo fue escrito originalmente por Jonathan Decker y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Ask a Latter-day Saint Therapist: Does Following Jesus and Being Kind Mean Getting Walked On?”