Durante los últimos nueve meses, he estado estudiando las escrituras junto con un amigo.
Visitábamos una página web donde se nos asignaba una lectura diaria junto a una pregunta que debíamos responder.
Leíamos por separado, contestábamos la pregunta y luego discutíamos nuestras respuestas.
Recientemente, tuvimos una conversación muy interesante gracias a Alma 7:15
“Sí, os digo, venid y no temáis, y desechad todo pecado, pecado que fácilmente os envuelve”.
La pregunta de este estudio fue: “¿Cómo el miedo afecta el proceso de arrepentimiento?”.
En base a mi experiencia, respondí:
“Es aterrador pensar que al intentar desechar todo pecado, fracasarás. En realidad, es más fácil mantener el status quo y aceptar el hecho de que no irás al cielo que pensar en que fallarás en el intento.
El miedo también afecta a nuestro arrepentimiento cuando tememos más a los hombres que a Dios, sentimos temor de lo que piensan nuestros amigos y cómo nos percibe nuestra familia”.
Mi compañero de estudio me preguntó a qué me refería, le expliqué:
“Cuando estaba inactiva, me convencí a mí misma que no iba a ir al cielo. Estaba conforme con eso porque era mucho más fácil que regresar a la Iglesia. Sé que suena muy raro, pero eso es lo que con frecuencia piensan los miembros inactivos. Es extremadamente doloroso pensar en volver a la Iglesia por lo que es mejor aceptar el hecho de que no irás al cielo”.
A un miembro inactivo le es muy difícil explicarle sus sentimientos a alguien que nunca se ha alejado de la Iglesia. Si nunca has estado en esa posición, no tienes una idea de lo que piensa o siente alguien que tomó esa decisión.
Es por eso que tratar de reactivar a las personas no es tarea fácil. Debemos acercarnos a ellas, pero con amistad y amor, no con acusaciones y críticas.
La edición de junio de 2015 de la revista Liahona, comparte la historia de un colibrí que fue rescatado.
Se hacen semejanzas en la historia entre el rescate de esta ave y el rescate de miembros inactivos.
- A menudo, cuando nos acercamos a los menos activos, sentimos que nuestros esfuerzos parecen no marcar ninguna diferencia. Aunque parezca que el amor que ofrecemos se desperdicia, así como el néctar en el pico de un colibrí, esta brinda una nutrición espiritual que algún día dará resultados.
- Como personas inactivas, habrá ocasiones en las que no pueden avanzar por su cuenta; necesitarán una mano bondadosa y comprensiva que las ayude a levantarse.
- A menudo, las personas se sienten atrapadas en las redes del pecado o la adicción y necesitan la ayuda de un amigo o líder del sacerdocio, así como la ayuda del Salvador, para liberarse.
- Necesitan una nutrición espiritual constante, de lo contrario se quedarán sin fuerza espiritual y serán víctimas de las influencias del enemigo.
- Al igual que el colibrí, estas personas se siguen aferrando a la esperanza. A veces, simplemente deben mantener la fe a medida que enfrentan los desafíos más fuertes de su vida.
Estos puntos son muy importantes. Algo que también agregaría es que lo peor que puedes hacer es convertir a alguien en un “proyecto” de caridad.
Brinda tu amistad porque verdaderamente quieres darla, con sinceridad y amor real, porque sino tus esfuerzos no valdrán la pena.
No ofrezcas tu amistad a corto plazo, la cual es solo por un breve momento.
Me tomó 20 años regresar a la Iglesia, podía detectar fácilmente quién se preocupaba por mí y quién me visitaba solo por cumplir.
Debemos demostrar una ayuda sincera, sin juzgar ni criticar a los demás.
A veces solo debemos tender nuestra mano para ayudar o dar oído a los problemas que atraviesan.
Recuerda que ninguna pregunta o preocupación debe ser ignorada, que ningún hijo o hija de Dios debe sentirse menos, y que siempre habrá un lugar para cuando decidan regresar.
Las personas inactivas suelen “aferrarse” a la vida. A veces no saben qué hacer o a quién recurrir, pero se aferran a que un día las cosas mejorarán.
Seamos quienes brindan apoyo verdadero, afecto sincero y amistad incondicional.
Desarrollemos más amor y menos crítica.
Fuente: Women Stand