La Trinidad, más que una verdad es también una referencia del motivador amor de Dios el Padre que lo define todo a la misericordiosa y salvadora misión de Jesucristo, y al compañerismo del Espíritu Santo.
En la actualidad confirmamos esta verdad gracias al profeta José Smith. Él dijo: “Toda persona que haya visto los cielos abiertos sabe que allí hay tres Personajes que tienen las llaves de autoridad, y que uno de ellos lo preside todo…”
Dios el Padre
El presidente David O. McKay enseñó que “la primera verdad fundamental que Jesucristo defendió fue esta: que detrás, por encima y sobre todo se encuentra Dios el Padre, el Señor de los cielos y la tierra”.
“Dios el Padre es el Padre de nuestro espíritu; somos Sus hijos. Nos ama, y todo lo que hace es para nuestro beneficio eterno. Es el autor del Plan de Salvación, y es mediante Su poder que Su plan logra sus propósitos para la gloria final de Sus hijos”, explica el élder Dallin H. Oaks.
El Hijo
Jesucristo, es el miembro de la trinidad más visible para los mortales. Como lo explican los libros canónicos, existen ocasiones sagradas y únicas en que Dios el Padre ha presentado personalmente al Hijo, Él ha dicho: “Este es mi Hijo Amado; a él oíd” (Marcos 9:7; Lucas 9:35; y 3 Nefi 11:7; José Smith—Historia 1:17).
Por lo tanto es Jesucristo, Jehová, el Señor Dios de Israel, quien habla a los profetas y por medio de ellos. Él es “el Primogénito entre todos los hijos de Dios: el primero nacido en el espíritu, y el Unigénito en la carne”, afirma la Primera Presidencia de la Iglesia en 1909.
El élder Oaks también enseña: “El Hijo, el mayor de todos, fue elegido por el Padre para llevar a cabo el plan del Padre, a fin de ejercer el poder del Padre para crear incontables mundos (Moisés 1:33) y salvar a los hijos de Dios de la muerte por medio de Su resurrección y del pecado por medio de Su expiación. A ese sacrificio supremo acertadamente se le llama el acto central de toda la historia de la humanidad”.
El espíritu Santo
El Santo Espíritu, El Espíritu del Señor y el Consolador, como también se le conoce, es el tercer miembro de la Trinidad. Él es el agente de la revelación personal y ya que es un personaje de Espíritu puede morar en nosotros y cumplir la función esencial de comunicador entre el Padre y el Hijo y los hijos de Dios en la tierra.
Explica También, élder Oaks que el “Espíritu Santo nos ayuda a discernir entre la verdad y la falsedad, nos guía en nuestras decisiones más importantes, y nos ayuda a lo largo de los desafíos de la vida terrenal. Es también el medio a través del cual somos santificados, es decir, limpiados y purificados del pecado”.
¿De qué manera tener un conocimiento de la Trinidad nos ayuda con nuestros desafíos actuales? Pues bien, en la siguiente declaración de élder Oaks encontramos la respuesta:
“Gracias a que tenemos la verdad en cuanto a la Trinidad y nuestra relación con Ellos, en cuanto al propósito de la vida y la naturaleza de nuestro destino eterno, contamos con el mejor mapa y seguridad para nuestra travesía por la vida terrenal. Sabemos a quién adoramos y por qué; sabemos quiénes somos y lo que podemos llegar a ser (D. y C. 93:19). Sabemos quién hace que todo ello sea posible, y sabemos lo que debemos hacer para gozar de las bendiciones supremas que se obtienen por medio del Plan de Salvación de Dios”.