La Biblia nos enseña que debemos arrepentirnos de todos nuestros pecados para ser salvos. Pero, ¿qué significa exactamente el arrepentimiento? ¿Tenemos que decirle a alguien lo que hemos hecho o podemos simplemente dejar de hacerlo? ¿Cuándo es necesaria la confesión?
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La mayoría de las religiones ofrecen pautas para el proceso de arrepentimiento. Por ejemplo, los católicos se confiesan a menudo y confiesan todos sus pecados. Otras requieren solamente un arrepentimiento en privado.
Para los miembros de la Iglesia de Jesucristo, el proceso se encuentra en medio de las dos opciones. El arrepentimiento, tiene varios pasos. Siempre se requiere una confesión, pero sólo los pecados más serios requieren una confesión a un líder de la Iglesia.
Spencer W. Kimball, un Profeta de la Iglesia, describió los pasos para el arrepentimiento en su libro, “El Milagro del perdón”. Él explicó cinco pasos para completar el proceso, que se discuten en el poderoso discurso del Elder Richard G. Scott.
Sentir dolor por haber pecado
Algunas personas, cuando oran en la noche, ofrecen una disculpa genérica por los pecados que “pueden” haber cometido. Otros los enumeran. Sin embargo, eso no es suficiente para lograr el verdadero arrepentimiento.
La Biblia nos dice que necesitamos un corazón quebrantado y un espíritu contrito. ¿Cuán importante es para nosotros que hayamos pecado? Esa es una medida de nuestra verdadera conversión al cristianismo.
Cuanto más amamos a Jesucristo, más nos duele saber que no hemos podido vivir de la manera en que Él nos pidió que viviéramos.
Los mandamientos no fueron dados para hacernos la vida difícil. Fueron dados por amor. Nos protegen tanto del sufrimiento temporal como del eterno. Puede que no siempre entendamos las razones detrás de los mandamientos y pueden parecer anticuados, pero Dios puede ver todo la eternidad y Él conoce las razones.
Si realmente confiamos en que Dios tiene nuestros mejores intereses en el corazón, sentiremos mucho pesar al darnos cuenta de que hemos cometido un error.
Afortunadamente, el pesar es el primer paso, no el último. Dios no quiere que sintamos pesar para siempre.
Abandonar el pecado
Cuando finalmente nos damos cuenta de que hemos pecado y sentimos pesar, estaremos decididos a cambiar nuestras vidas. Esto no siempre es fácil, y algunas veces terminamos empezando y luego deteniéndonos. A medida que fortalecemos nuestra relación con Dios, aprenderemos a apoyarnos en Él para obtener fuerza mientras obramos para dejar nuestros malos hábitos.
Es esencial que realmente dejemos de cometer aquel pecado. Hasta que eso suceda, el dolor y pesar nunca desaparecerá. Continuaremos experimentando las consecuencias del pecado que seguimos cometiendo.
Detener el pecado no garantiza que todas las consecuencias se detengan; hay momentos en que el impacto de nuestras decisiones continuarán. Sin embargo, no seguiremos agregando nuevas consecuencias a nuestras vidas y las vidas de los demás.
Cuando dejamos atrás un pecado en particular, nos damos cuenta de cuán mejores son nuestras vidas. Somos más felices, y nuestra autoestima mejora. Ganamos confianza en nuestra capacidad de ser ir perfeccionándonos a medida que pasa el tiempo.
Confesar nuestro pecado
Los Santos de los Últimos Días creen que la confesión es una parte importante del proceso de arrepentimiento. Sin embargo, sólo los pecados graves deben confesarse a un líder de la Iglesia, quien puede guiar a la persona a través del proceso de arrepentimiento.
Esto incluye pecados sexuales o actividades criminales. Para los miembros de la Iglesia, esto significa que lo hablamos con nuestro Obispo. Otros tipos de pecados, más comunes, pueden ser manejados entre la persona y Dios.
Para algunas personas de otras religiones, confesar es el paso final o el único, pero para los Santos de los Últimos Días es otro paso en el proceso. El proceso está diseñado para acercarnos a Jesucristo y ayudarnos a vivir de la manera que Él nos enseñó a vivir.
Si el pecado sólo necesita ser confesado a Dios, lo hacemos a través de la oración. Necesitamos ser muy honestos y sinceros con Dios. Aunque Él, por supuesto, sabe lo que hicimos, debemos demostrar que entendemos no sólo lo que hicimos, sino también por qué está mal y cómo impactó nuestras vidas y las vidas de otros.
Necesitamos demostrar nuestro dolor por no cumplir con los deseos de Dios para nosotros. Esto se hace a través de una larga conversación personal con Dios.
También debemos confesar a cualquier persona que haya sido afectada por nuestros pecados o que sea responsable de nosotros. Por ejemplo, un adolescente podría necesitar confesar a un padre sobe los pecados que involucran reglas familiares.
Un empleado puede tener que acudir a su empleador por los pecados que perjudican a su compañía. Si chocamos un auto estacionado, debemos encontrar al propietario y confesar lo que sucedió.
Restituir
Como se mencionó anteriormente, tenemos que confesar nuestros pecados a aquellos que fueron impactados por lo que hicimos. Esta confesión incluye una disculpa, pero también incluye la restitución. En la medida de lo posible, tenemos que hacer las cosas bien.
Si rompemos algo que le pertenece a otra persona, necesitamos repararlo o reemplazarlo. Si difundimos una mentira, aunque sea de forma inadvertida, debemos dedicar el mismo esfuerzo a aclarar las cosas a las personas a quienes les dijiste mentiras.
La restitución es una parte importante de la madurez. Las personas maduras asumen responsabilidades por sus acciones, y la responsabilidad incluye tratar de deshacer el daño. También le muestra a Dios cuán dedicados estamos con respecto a nuestros esfuerzos de arrepentimiento.
Después de todo, el arrepentimiento se trata de poner nuestras vidas en línea con los deseos de Dios para nosotros, buscamos para hacer lo correcto.
Obedecer todos los mandamientos
Si bien la perfección no es posible de alcanzarse en esta vida, siempre debemos estar obrando para lograrla.
Cuando obedecemos los mandamientos de Dios, estamos más a salvo y felices, y le estamos mostrando a Dios que ser cristiano es más que un nombre, es una identidad central sincera y significativa que afecta nuestras vidas.
El Elder Scott agregó un paso adicional al proceso, uno que fue implícito en todos los demás.
Reconocer del Salvador
A menos que entendamos que estos pasos no tendrían sentido si Jesús no hubiera expiado nuestros pecados, un arrepentimiento completo no hubiera sido posible.
La capacidad de arrepentirse fue uno de los dones de la expiación. El Elder Scott compartió
“Testifico que el mas importante es que tengas la convicción de que el perdón se recibe por causa del Redentor.”
Les recordó a los miembros que Satanás quiere que pensemos que no podemos ser perdonados. Si creemos eso, nos estamos rindiendo.
Muchas personas que continúan viviendo un estilo de vida destructivo lo hacen porque creen que lo que han hecho ha sido tan terrible que no pueden cambiar o ser perdonados. Ese es el mensaje de Satanás, pero no es el mensaje de Dios.
El mensaje de la expiación es que a través de Jesucristo, podemos ser perdonados y podemos cambiar.
Este artículo fue escrito originalmente por Terrie Lynn Bittner y fue publicado originalmente por thirdhour.com bajo el título “Is Confession to God or Church Leader Necessary?“