Parece casi imposible ir por la vida sin que en algún momento seamos receptores de insultos, malos tratos, faltas de respeto o desaires.
Somos personas imperfectas y estamos rodeadas de personas imperfectas que hacen cosas imperfectas. Algunas veces, estas personas no son muy amables, ¿qué debemos hacer al respecto? ¿Ofendernos y actuar como ellas? ¡NO! Debemos ser un poco más como el Salvador, ser sabios y actuar con calma.
En una oportunidad, alguien comparó las palabras y las acciones mal intencionadas con la mordida de una serpiente venenosa. Si te muerde una serpiente, una de tus reacciones podría ser que quieras atraparla y matarla. Pero, lo más sabio que podrías hacer, sería quitar el veneno de tu sistema lo más pronto posible. Buscar venganza solo le da más tiempo al veneno para que pueda hacerte daño.
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De manera similar, podemos decidir cómo reaccionaremos ante las ofensas o el veneno de los demás. Se dice que “sentirse ofendido es una decisión propia, no una condición impuesta por alguien o algo más”. Nuestra decisión puede ayudar o dificultar nuestra sanación.
Por supuesto, hay cosas que no debemos dejar pasar por alto, la injusticia, la intolerancia y la crueldad, por mencionar solo algunas. Podemos y debemos poner un alto a esos actos y defender el civismo, la verdad y la justicia.
Lo mejor que puedes hacer cuando enfrentes esas situaciones que te llenen de enojo y quizás te hagan perder el control es dejar que la serpiente se vaya. Poder tomar una decisión es uno de los regalos más grandes que Dios les ha dado a Sus hijos.
Cuando sentimos que nos tratan injustamente, podemos decidir qué respuesta reflejará lo mejor que hay en nosotros. Cuando alguien es descortés, podemos decidir actuar con amabilidad. Cuando alguien es desconsiderado, podemos ser considerados.
La clave es no permitir que nuestro día, humor, respeto propio o paz interior esté en manos de los demás.
Puede ser difícil hacer lo mencionado en un mundo donde es tan común entrar en conflicto. Pero, recuerda que lo mejor que puedes hacer es aferrarte a lo mejor que hay en ti. El veneno no llegará a tu corazón, si lo quitas de inmediato. De este modo, tus decisiones te harán libre.
Fuente: Church News