El poder del ministerio personal
El ministerio no puede ser virtual. Para los cristianos, no se exagera cuando se enseña que Jesús vino como una persona real para ministrar a personas reales en lugares reales. “No es posible tener un evangelio cristiano separado del lugar y la persona”, escribió un pastor prominente. “Funciona exclusivamente en la creación y la encarnación, en las cosas y las personas”.
Jesús bendijo a la gente de la vida cotidiana: hombres, mujeres y niños, los enfermos, los sordos, los ciegos y los tontos. Se quedó con Sus seguidores durante 40 días después de Su Resurrección. Según el Libro de Mormón, visitó pueblos de otras tierras, llorando, curación y abrazándolos uno a uno en toda su diferencia y complejidad. Su visita en persona fue tan poderosa que la gente experimentó paz y armonía sin precedentes durante más de 160 años después de que se fue.
El poder de la presencia religiosa puede tener un impacto similar. Ver un sermón solo en su casa en YouTube puede inspirar, elevar y motivar. Pero, en sí misma, una experiencia tan solitaria carece de contacto humano. Carece de tangibilidad. “Una pantalla de video no puede igualar la emoción ansiosa y la cálida chispa del contacto humano”, dice el Rabino Wolpe. Tal contacto importa cuando entendemos, como dice un estudio de la religión estadounidense, que la espiritualidad individual se transforma en vecindad solo cuando sentimos “pertenencia religiosa” cuando chateamos “con amigos después del servicio [de adoración] o [nos unimos] a un grupo de estudio bíblico. ”
La verdadera sociabilidad
En 1843, mucho antes de nuestra edad pixelada, José Smith enseñó: “La misma sociabilidad que existe entre nosotros aquí existirá entre nosotros [en el cielo], solo que estará unida a la gloria eterna”. Venir como lo hizo en una día sin pantallas mediadoras, su mensaje dice mucho sobre la preocupación de Dios no solo de que socialicemos, sino de que lo hagamos juntos y en persona. El cielo, por lo tanto, es otras personas.
El ministerio y la adoración cara a cara tienen más peso que una reunión digital, permitiéndonos ver las cosas “como realmente son” mientras miramos a nuestros semejantes a los ojos y reconocemos un reflejo del rostro de Dios.
Fuente: mormonnewsroom.org