Los dioses falsos que adoramos
En apariencia, el primero de los Diez Mandamientos – “No tendrás dioses ajenos delante de mí”- puede parecer tener poca importancia para muchos de nosotros en la actualidad. Sin embargo, el Presidente Spencer W. Kimball, el décimo segundo presidente y profeta de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (comúnmente conocida como los “Mormones”) dijo sobre este mandamiento: “Ya que estudié escritura antigua, estoy cada vez más convencido de que es significativo el hecho de que el mandamiento “No tendrás dioses ajenos delante de mí” fuera el primero de los Diez Mandamientos”. (Spencer W. Kimball, “The False Gods We Worship” Ensign-revista en inglés, Junio 1976, 3). Las otras citas del Presidente Kimball que se encuentran en este artículo son del mismo discurso)
La idolatría, como se define comúnmente, es la adoración de dioses artificiales. El profeta Daniel habló de las personas que han puesto su fe en “el brazo de la carne” y en “dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben” (Daniel 5:23). Los íconos de la propia obra del hombre, compuestos de plata, hierro, piedra u otros materiales, son objetos que debemos reconocer fácilmente como ídolos.
Pero el Presidente Kimball amplía esta definición. Él dijo “cualquier cosa en la que el hombre ponga con mayor fervor su corazón y su confianza pasa a ser su dios; y si su dios no es el verdadero y viviente Dios de Israel, esa persona se encuentra en la idolatría”.
Me pregunto cuántos de nosotrosprofesamos una creencia en Dios, pero dedicamos nuestras energías a cosas de este mundo que finalmente no importan mucho. Acerca de esto, el Presidente Kimball dijo. “Muchas personas pasan la mayor parte de su tiempo trabajando al servicio de su propia imagen que incluye suficiente dinero, acciones, bienes, cartera de valores, propiedades, tarjetas de crédito, muebles, automóviles y el gusto de garantizar seguridad carnal a través de, se espera que así sea, una vida larga y feliz”.
Es fácil sumergirse en el entusiasmo y la búsqueda de bienestar, estatus, bienes mundanos y otros medios de seguridad y satisfacción carnal. Después de todo, vivimos en este mundo. La publicidad y los medios de comunicación nos bombardean por todos lados, diciéndonos que si compramos aquel producto o seguimos aquella dieta, seremos felices. Incluso las personas que conscientemente intentan centrar sus vidas siguiendo a Cristo, por lo general, aún tienen que ganarse la vida en este mundo. Aquellos que desean servir a otros en el mundo tienen que estar en el mundo para hacerlo.
Pero a menudo, nos encontramos en la trampa descrita por el profeta Moroni en el Libro de Mormón. Él vivió y murió aproximadamente 400 d.C. pero tuvo el privilegio de ver nuestros días. Vea si su descripción de nuestro tiempo le suena familiar:
36 Y sé que andáis según el orgullo de vuestros corazones; y no hay sino unos pocos que no se envanecen por el orgullo de sus corazones, al grado de vestir ropas suntuosas, y de llegar a la envidia, las contiendas, la malicia y las persecuciones, y toda clase de iniquidades; y vuestras iglesias, sí, sin excepción, se han contaminado a causa del orgullo de vuestros corazones.
37 Porque he aquí, amáis el dinero, y vuestros bienes, y vuestros costosos vestidos, y el adorno de vuestras iglesias, más de lo que amáis a los pobres y los necesitados, los enfermos y los afligidos. (Mormón 8:36-37)
Su mención de “costosos vestidos” en particular siempre me convence. Estamos tan acostumbrados a ver publicidad de ropa, revistas de moda,maneras de cómo debemos vestirnos para el éxito, y demás, que es fácil sumergirse en la falsa “necesidad” de ropa costosa que impresionará a los demás. No se trata de que no debamos lucir agradables, pero nuestras obsesiones por los bienes mundanos crean otros problemas, como Moroni lo señala:
38 ¡Oh vosotros, corruptos, vosotros, hipócritas, vosotros, maestros, que os vendéis por lo que se corrompe! ¿Por qué habéis mancillado la santa iglesia de Dios? ¿Por qué os avergonzáis de tomar sobre vosotros el nombre de Cristo? ¿Por qué no consideráis que es mayor el valor de una felicidad sin fin que esa miseria que jamás termina? ¿Es acaso por motivo de la alabanza del mundo?
39 ¿Por qué os adornáis con lo que no tiene vida, y sin embargo, permitís que el hambriento, y el necesitado, y el desnudo, y el enfermo, y el afligido pasen a vuestro lado, sin hacerles caso? (Mormón 8:38-39)
En otras palabras, nos centramos tanto en la obtención de bienes mundanos para nosotros mismos que ignoramos – o fallamos incluso al notar – a aquellos que necesitan de nuestra ayuda. ¿Y para qué? Nuestros bienes mundanos nos darán placer momentáneo, y quizásadoración del mundo y algo de seguridad mundana. Pero ¿cuánto tiempo durará? No podemos llevar estas cosas con nosotros cuando muramos y pasemos a la próxima vida.
El Presidente Kimball dijo: ¿Qué vamos a temer cuando Dios está con nosotros? No podemos tomar la palabra de Dios y ejercer una partícula de fe en Él? Nuestra tarea es afirmativa: abandonar las cosas del mundo cuando el tenerlas sea el único fin; dejar la idolatría y seguir adelante con la fe; llevar el evangelio a nuestros enemigos; que ellos puedan no ser más nuestros enemigos.
Observe que él dijo abandonar las cosas del mundo cuando el tenerlas sea el único fin. No dijo que tengamos que ir a vivir solos en las cavernas, y no dijo que no intentemos tener carreras exitosas u hogares atractivos o ahorrar dinero y recursos para utilizarlos en épocas de necesidad. Pero sí dijo, en efecto, que éstos son simplemente herramientas para ayudarnos en esta vida mortal. No deben ser nuestros únicos objetivos.
El Presidente Kimball finaliza su mensaje enseñando cómo podemos encontrar la verdadera felicidad:
Creemos que la manera para que cada persona y cada familia se preparen como el Señor ha enseñado es comenzar a practicar una mayor fe, arrepentirse y entrar en la obra de su reino en la tierra, que es la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Al principio puede parecer un poco difícil, pero cuando una persona empieza a captar la visión de la verdadera obra, cuando empieza a vislumbrar algo de eternidad en su perspectiva verdadera, las bendiciones empiezan a sobrepasar el costo de dejar “el mundo” atrás.
En esto radica la verdadera felicidad, y por lo tanto, invitamos y damos la bienvenida a todos los hombres, en cualquier lugar que se encuentren, a unirse a esta obra. Para aquellos que están convencidos de servir a Dios a todo costo, este es el camino a la vida eterna. Todo lo demás en un medio para conseguir aquel fin.
Por Katie Parker el 29 de Noviembre del 2007.