¿Por qué se volvió a cambiar la norma del bautismo para hijos de padres LGBTQ?
¿Por qué el presidente Monson dijo que los hijos de padres LGBTQ no podían bautizarse solo para que el presidente Nelson cambie esa norma más adelante? No entiendo porque dieron una norma que luego cambiarían.
Respuesta
Antes que nada, me gustaría decirte que responderé primero esta pregunta con lo que sé al respecto y luego con lo que sabemos de la Iglesia.
Debo aclarar también que las preguntas sinceras hechas con verdadera intención nos llevan a actuar sobre lo que aprendemos y a buscar nuestras propias respuestas mediante la oración con el fin de lograr un mayor crecimiento espiritual y testimonio.
Recuerdo cuando se anunció la nueva norma con respecto a los hijos de padres LGBTQ en 2015. Se estableció en toda la Iglesia que los niños que vivían con padres que se identificaban como LGBTQ no podían ser bautizados ni recibir una bendición de niño sin la aprobación de la Primera Presidencia.
Me sentí confundido y un tanto asombrado. Solo puedo imaginar cuán profundamente doloroso debe haber sido este anuncio para la comunidad LGBTQ Santos de los Últimos Días.
Honestamente no podía ver cómo encajaba esta norma con lo que sabía y creía de la Iglesia. Entonces, decidí buscar la entendimiento a partir de lo que sabía.
Sabía que el presidente Monson era un profeta.
Y sabía que Jesús lo había llamado como Su profeta.
Y sabía que Jesús guiaba Su Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
No sabía cómo encajaba esta norma con lo que pensaba que era justo, pero sabía que si estaba presto a escuchar y oraba podía saber estas cosas.
Entonces, comencé con escuchar.
¿Cuál fue la razón detrás de esta decisión para los líderes de la Iglesia?
El élder D. Todd Christofferson hizo algunas aclaraciones sobre la norma.
“Esta norma surgió del deseo de proteger a los niños en su inocencia y en sus años como menores de edad… No queremos que los niños tengan que lidiar con los problemas que puedan surgir cuando los padres tengan un punto de vista y las expectativas de la Iglesia sean muy diferentes a esta”.
Mientras reflexionaba sobre esto, y todo lo que se escribió y publicó al respecto en ese momento, me vino a la mente otra pieza importante del rompecabezas.
El convenio del bautismo, ya sea que se realice a los 8 o 48 años, es un convenio vinculante donde la persona que se bautiza tiene la responsabilidad, por no decir obligación, de guardar las promesas que ha hecho.
Con esto entendemos que el bautismo en la Iglesia no es un rito de iniciación o una actividad a la que tienen derecho todos los niños solo porque cumplieron 8 años, se trata de algo más.
Una vez conocí a una mujer que se había bautizado muchos años antes, pero que había tomado decisiones en su vida que no concordaban con sus convenios bautismales.
Tuvo un hijo y deseaba desesperadamente que se bautizara, pero ni ella ni su hijo habían asistido a la Iglesia, tomado la Santa Cena ni guardado los mandamientos durante muchos años.
Ella no podía entender porqué su obispo le recomendaba que el bautismo de su hijo se pospusiera hasta que él estuviera listo para cumplir con esos convenios y que ella estuviera lista para ayudarlo a vivir esos convenios.
Después de más de un año de esperar a que su hijo fuera elegible para el bautismo (sin cambiar ninguno de sus hábitos), mi amiga decidió hacer lo que le indicó su obispo y comenzó a llevar a su hijo a la Iglesia.
Asistieron a la capilla durante varios meses y su hijo aprendió sobre el bautismo en la primaria. Finalmente, su obispo lo recomendó para el bautismo y fue bautizado. Vino a la Iglesia al día siguiente para ser confirmado, y creo que ese fue el último domingo que los vimos (en muchos años).
¿El hijo de mi amigo está mejor que antes de su bautismo?
Antes, él no asistía a la Iglesia ni vivía de acuerdo con los mandamientos, pero tampoco tenía el compromiso de hacerlo, ni el conocimiento al respecto.
Ahora, él ha hecho el convenio eterno de guardar los mandamientos y, sin embargo, ya no los guarda.
De esa manera, su bautismo sirve más para condenarlo (por no guardar los mandamientos después de haber hecho el convenio de hacerlo) que para bendecirlo. Él ya tiene cierto conocimiento sobre el tema, al igual que los niños que se bautizan a la misma edad.
No fue un castigo de su obispo pedirle que esperara, fue una oportunidad para que ambos se prepararan y supieran realmente qué era lo que en verdad querían.
Volvamos al cambio de la norma de 2015.
No la comprendí. Pensé: “¿Por qué la Iglesia le pediría esto a las familias que ya se sienten como una minoría?”.
Mi respuesta vino de confiar en lo que ya sabía. Esta es la Iglesia de Jesucristo y Él dirige a Sus profetas.
Cuando escuché y oré para saber la veracidad de esas palabras, sentí que verdaderamente la Iglesia no desea dividir a las familias. La Iglesia es el medio por el cual las familias pueden ser eternas.
Poner a un niño entre lo que representan sus padres y la Iglesia podría ser difícil para un pequeño de ocho años.
Ese niño sería responsable y rendiría cuentas por guardar sus convenios bautismales, probablemente sin el apoyo de sus padres. Eso pone al niño en riesgo. Pone en riesgo a la familia. Se vuelve un desafío para todos.
Creo de verdad que la intención era exactamente lo que los líderes dijeron que era: Proteger a los niños y a las familias de tener que pasar por ese momento.
Vayamos al año 2019.
Cuando el presidente Nelson cambió la norma, ¿estaba deshaciendo lo que había hecho el presidente Monson?
No exactamente.
La nueva norma declara,
“Con efecto de inmediato: Los hijos de padres que se identifican como lesbianas, homosexuales, bisexuales o transgénero pueden ser bautizados si es que los padres a cargo otorgan el permiso para el bautismo y entienden tanto la doctrina que se le enseñará al niño como los convenios que se espera que él o ella lleve a cabo”.
Esta norma cambió y debería cambiar nuestra perspectiva, ya sea que ésta se aplique o no en nuestra vida.
El bautismo no es un rito de iniciación. No deberíamos conducir a las personas hacia el bautismo ignorando el entorno del individuo y cuán preparado está para vivir los convenios que está a punto de hacer.
¿El niño realmente sabe y comprende los convenios que está haciendo?
¿Está preparada la familia para apoyar y ayudar a ese niño a vivir sus convenios?
Esto no significa que debamos retrasar todos los bautismos, pero sí creo que significa que deberíamos esforzarnos más para ver que los niños deben estar preparados para cuando llegue el momento donde serán elegibles para el bautismo.
Es hora de que le demos más importancia al bautismo de los niños y dejemos que sea lo que siempre fue: la promesa y compromiso con Dios de permanecer en el camino del convenio al obedecer Sus mandamientos y perseverar hasta el fin.
El cambio en la norma ayuda a los obispos, padres y misioneros a considerar más de cerca las circunstancias bajo las cuales los niños hacen estos convenios eternos y sagrados.
Y honestamente, eso es algo bueno para todos los padres y líderes, no solo los padres LGBT.
Podemos emplear este cambio para reconocer la importancia del convenio bautismal y volver a comprometernos a preparar mejor a nuestros hijos para el significado de estos convenios.
Fuente: LdsDaily